He leído la llamada Instrucción Pastoral de fecha 30 de Marzo de 2.006. Puede que haya supuesto un gran esfuerzo a los redactores del documento de la Conferencia Episcopal para acumular tanta canta cantidad de citas a la hora de elaborar un mensaje que llegará a muy pocos. Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Así comienza el escrito. Terminado de leer el documento puede que siga sin una respuesta clara lo se que pretendió. Por la sola ?imposición de las manos?? no se garantiza ni confirma la posesión de la ?sana doctrina??.
Tal vez falte en el documento la ?fidelidad al Mensaje y la fidelidad al hombre de hoy?? como pretendió el Concilio Vaticano II. Mantener íntegro el depósito de la fe, tal como Cristo lo confirió a la Iglesia es precisamente ser fiel al genuino Mensaje de Cristo, estando abiertos a los signos de los tiempos.
Parece excesiva la afirmación de número 45 ?La doctrina sobre la ordenación sacerdotal reservada a los varones debe ser mantenida de forma definitiva, pues ?ha sido propuesta infalible por el Magisterio ordinario y universal??. Pretender culpar de todos los males de la Iglesia a teólogos y grupos cristianos que piensan, es minimizar y sesgar un análisis evangélico que necesita afrontar la Iglesia. No parece tampoco que los ?grandes desafíos que encuentra la evangelización está centrado en el campo moral??, como se recoge en el número 53 del documento ?Teología y secularización??.
Además de conseguir una higiene mental sexual, hace falta afrontar con valentía la lucha contra las causas que están originando la extrema pobreza y las injusticias. Los que tienen un compromiso social y político no necesitan recomendaciones como las que se mencionan en el nº 66 ?de apoyo a formaciones políticas??. El compromiso social de los cristianos necesita otro tipo de gestos por parte de la jerarquía, como puede ser la libertad y la independencia.
La defensa del miedo no llevará nunca a la libertad de los hijos de Dios. En la Iglesia de Cristo hay diversidad de dones aunque uno mismo es el Espíritu que actúa en todos. Cristo en su vida, en su muerte y resurrección nos abre el verdadero camino del encuentro con la sana doctrina. Sólo hace falta meditar y acercarnos con humildad a la intimidad del Hijo de Dios. En el capítulo 17 se contienen las ideas centrales del IV evangelio. El Hijo, como sacerdote y como víctima, se dirige al Padre y ruega por sí mismo, por los apóstoles y por todos los que, a través del tiempo, se incorporarán a la Unidad de ya Iglesia. Cristo pide para su Iglesia la unidad de la fe y de la caridad, que tiene un poder apologético para hacer patente la divinidad de la Iglesia.
Hay que acercarse a Cristo en el contexto de la Revelación para profundizar en la libre y voluntaria aceptación de su pasión, muerte y resurrección y adentrarnos en nuestra filiación divina. ?Yo me consagro??. Me voy y vengo. ¿Cómo se realiza este ir y venir? Nos dice Pablo en Gálatas 3,21-22: ?Si hubiera sido dada una ley capaz de vivificar realmente, la justicia vendría de la Ley; pero la escritura lo encerró todo bajo el pecado para que la promesa fuese dada a los creyentes por la fe en Jesucristo??. Romanos 11,32 ?Pues Dios nos encerró a todos en la desobediencia para tener de todos misericordia??.Todo el Antiguo Testamento está dominado por el pecado. La Humanidad no tiene fuerza por sí misma para salir del pecado. Esta es la situación de la humanidad.
Este es el sentido de estos textos de San Pablo. ?Pues todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios??(Romanos 3,23) ?y ahora son justificados gratuitamente por su gracia, por la redención de Cristo Jesús ?(Romanos, 3,24). Tema profundo de la justificación y al que hay que acceder con suma delicadeza y en silencio de Dios. Fácil es en los tiempos actuales negar el pecado y jugar a interpretarlo como algo trasnochado o centrarlo en lo sexual. El pecado es una privación de algo que teníamos que tener y no tenemos, es la negación del amor.(Gálatas 4,4) ?Mas al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción??.
Jesús se mete en este mundo de pecado, se reviste del pecado, se mete en esa atmósfera de pecado de la Humanidad. Romanos 8,3: ?Pues lo que a la Ley era imposible, por ser débil a causa de la carne, Dios, enviando a su propio Hijo en carne semejante a la del pecado, y por el pecado, condenó al pecado en la carne??. En Jesús, Hijo hecho hombre, había elementos que no eran de Dios, lo que había que redimir de contaminación de esclavitud del pecado.
Hebreos 5,7-8 nos introduce en la profundidad de la redención. ??l, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal oraciones y súplicas con poderosos clamores y lágrimas al que era poderoso para salvarle de la muerte, fue escuchado por su piedad, aunque era Hijo, aprendió, por lo que padeció, la obediencia?? Jesucristo necesitaba de Dios. Su humanidad, igual que la humanidad de los demás, tenía los efectos del pecado y necesitaba de Dios para que esta humanidad fuese glorificada. Esta glorificación se encuentra en Jesucristo en la permanencia de la santidad de Dios. Juan 10,17: ?Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, soy yo quien la doy por mí mismo. Tengo poder para darla y poder para volver a tomarla. Tal es el mandato que del Padre he recibido??.
Romanos 6,10 nos abre las puertas de un mundo nuevo. ?Porque muriendo, murió al pecado una vez para siempre; pero viviendo, vive para Dios?? 6,11: ?Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.??. 1ª Pedro 3,18 ?Porque también Cristo murió una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. Murió en la carne, pero volvió a la vida por el Espíritu??. Por la resurrección, la humanidad de Cristo es el Espíritu vivificante. Hechos 13.33: ?que Dios cumplió en nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo ?Tú eres mi Hijo. Yo te engendré hoy ?.
Por su resurrección, por toda la eternidad Cristo permanece en la glorificación por parte del Padre. Glorificación- inmolación se ofreció una sola vez pero para siempre. El Cristo que se fue por la Cruz era personal, el que viene es el Resucitado, es el Cristo-Iglesia y es donde nos tenemos que santificar. Todas estas vivencias tienen que llevarnos a lo concreto y en lo que Cristo tiene que ser para nosotros: un conocernos, un conocer al mundo, a la sociedad. La vivencia y la unión con Cristo nos llevarán a introducirnos en la sociedad para destruir al pecado, padeciendo azotes, injusticias, abandono, cruz, sufrimientos, dolores.
En la medida en que nos libremos del pecado, a través de la muerte a nuestros egoísmos, iremos entrando en esa dinámica que lleva a los demás. Cristo ha de ser el centro de nuestra vida para que sea una vivencia. Esta vivencia sigue siendo lucha ante nosotros mismos, ante nuestras cosas, ante nuestro egoísmo. Ante la lucha de pareceres, Cristo vivificante nos va asimilando. En el cristianismo la entrega, el darse es adquirir una dimensión divina al Hombre en Cristo.