Enviado a la página web de Redes Cristianas
«Francisco viene de América Latina: lugar del mundo, quizás el único hoy, en donde se intentan proyectos diferentes a los del neoliberalismo. Un continente que fue y es para la Iglesia y para los católicos fuente de esperanza; que ha dado mártires, profetas, comunidades de base, documentos inspiradores. Toca a los grupos y comunidades con vocación de compromiso por los más pobres en esta región preguntarnos, en los próximos meses, qué significa la investidura de Jorge Bergoglio como Francisco para el conjunto del pueblo de Dios en una etapa de fuerte crisis institucional para la Iglesia Católica, al mismo tiempo que el capitalismo mundial hace estragos en los países centrales.
El hasta hace poco cardenal Bergoglio -como todo el resto del episcopado argentino- tiene pendiente, le debe a su pueblo, un pronunciamiento claro y valiente en torno a la connivencia de las cúpulas eclesiales con la última dictadura militar en Argentina. El papado de Francisco no debería ser motivo para olvidar este nunca más que la jerarquía eclesial debe al conjunto de la sociedad. Es una oportunidad para mostrarle al mundo valentía, humildad y entrega por la vida.
Los gestos que el pueblo de Dios necesita no se agotan en el ceremonial y la vestimenta, en la bienvenida austeridad individual o en el modo afectuoso con los fieles. Los gestos que los católicos del mundo necesitan y que el Evangelio valora no son sólo actitudes en las ceremonias. Son palabra y acción en la calle, en la plaza, con los excluidos y los marginados, con quienes no son recibidos en los templos. Con los perseguidos. Con los que fueron injustamente condenados y torturados.
Queremos mantener viva la memoria de nuestro amigo y compañero Orlando Yorio. Sacerdote jesuita que formó parte del grupo fundador del Centro Nueva Tierra y que denunció públicamente la vinculación de Jorge Bergoglio, su superior en aquellos tiempos, con su secuestro por parte de la dictadura militar. De esto sabemos por el testimonio personal y público de Orlando. El conocimiento de esos hechos y la memoria de Orlando Yorio nos exigen no callar. No prejuzgamos con esto el papado de Francisco. Esperamos de él que sea signo de comunión y paz entre los hombres y los pueblos, y un camino de conversión en toda la Iglesia. Por eso creemos con firmeza que el dolor de muchos y muchas espera y merece una palabra de verdad y justicia, único camino verdadero a la reconciliación.
Mantenemos la esperanza y la acción. Invitamos a todos y todas los/as católicos/as y cristianos/as que se reconocen en una opción por la justicia y por la vida, por la democracia y por la paz, a seguir trabajando por una sociedad y un mundo más justo, una Iglesia abierta al pueblo y comprometida con la verdad. Una Iglesia que dialogue y en ese diálogo sostenga con responsabilidad y coraje los sueños, los intereses reales y la vida de todos, especialmente de los pobres de la Tierra.
Quienes tienen la responsabilidad y el servicio de la jerarquía deben ser los primeros, los más valientes, los que menos dudas dejen. Es una oportunidad. La Iglesia, el pueblo de Dios, toda la humanidad tiene puestas sus esperanzas y merece verdad, no ocultamiento. Palabras claras, gestos concretos y cambios estructurales. Decisiones valientes.
No perdemos la esperanza, no bajamos los brazos y no callamos. Sabemos que la Iglesia es santa y pecadora. Y que, más allá de las personas, desde el sur del mundo soplan los vientos de esperanza. Con palabras de verdad, el nuevo Papa puede ser fiel a lo que el Evangelio invita, el pueblo espera y la historia exige.
Centro Nueva Tierra
15 de marzo de 2013