El título de este escrito, aunque parezca provocativo no lo es. Al final de este escrito lo comprenderemos.
Juan 1,29-34:
Al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: «Tras de mi viene un hombre que está por delante de mí porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: «Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que ha de bautizar con Espíritu Santo».
Y yo lo he visto y dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.
1.-En la proclamación del mensaje del Evangelio, con nuestros hechos y nuestras palabras, no hay nadie imprescindible. Todos somos necesarios, porque necesario es su mensaje para todos los seres humanos y para toda la creación. Es un mensaje que por su contenido se hace creíble por si mismo para todo ser humano que valore la justicia, el amor, la igualdad, la fraternidad, la paz, la solidaridad, la vida.
Dejarse impregnar por estos grandes valores para hacerlos ley suprema de nuestra vida, eso es ser bautizados por el Espíritu de Dios, que bautizó a Jesús. Sin estos valores el bautismo de agua que damos a los niños no sirve para nada. Lo demuestran bien claro, por ejemplo, los políticos y empresarios corruptos: seguro que casi todos o todos, fueron bautizados de pequeños y ahora de adultos muchos son corruptos y ateos porque su dios es el dinero, pues aunque lo confiesen de palabra y en procesiones, lo niegan con los hechos corruptos de su vida. El bautismo de niños es un tinglado más de los muchos que hemos montado en torno a la religión cristiana, que llamarla religión tiene muy poco sentido, puesto que ser cristiano es todo un estilo de vida y compromiso coherente con el Evangelio de Jesús de Nazaret.
2.-Jesús se bautizó de adulto como signo visible de compromiso con su misión en la vida: anunciar la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los opresores, aquellos de estar oprimidos y estos de ser sus opresores, así como quitar el pecado del mundo, es decir: la injusticia, la opresión, la esclavitud, la miseria, la emigración forzosa, los desplazamientos, el abuso de poder, la desigualdad, la explotación del hombre por el hombre, la violencia, las guerras, el hambre, la ambición, la idolatría del dinero, la corrupción política y social.
3.-Jesús no ejerció de sacerdote, ni de obispo, ni de papa. Jesús ejerció de laico comprometido con la liberación del pueblo, que necesitaba ser liberado de la opresión de la religión, de la política romana, de los ricos explotadores. Por eso critica muy duramente a todos los sacerdotes del templo de Jerusalén, a los letrados y a los senadores porque imponen grandes cargas a los demás para vivir a su costa, y ni un dedo arriman para ayudar a llevarlas. Por este compromiso sociopolítico Jesús fue perseguido, apresado y condenado a muerte.
4.-Jesús no murió para reparar a Dios ningún daño, porque a Dios como tal nadie lo puede ofender, ni Dios castiga a nadie por eso ni por ninguna otra cosa: solo los seres humanos nos castigamos unos a otros por el mal que nos hacemos. Jesús murió porque lo mataron. Su muerte fue un asesinato. Su proyecto de construir aquí en la tierra el Reino de Dios era radicalmente incompatible con el imperialismo romano y con el montaje religiosopolítico del templo de Jerusalén. Precisamente los que más lo persiguieron fueron los «piadosos» del templo y los que vivían del orden establecido por ellos y para ellos a costa del pueblo. En Jesús veían una amenaza a su situación de privilegio.
Jesús conoció el destierro, tuvo que andar escondido, estuvo en la cárcel, fue acusado y procesado injustamente, sometido a crueles torturas y finalmente condenado a muerte a través de un juicio falso y sumarísimo, como en las peores dictaduras, y ejecutado de inmediato, como consecuencia de su compromiso con la causa de los oprimidos. Fue su bautismo de sangre.
Sin descubrir a Jesús en la historia concreta de su vida y su tiempo, sin leer su vida tal como fue, despojada de tantos aditamentos espurios con que lo hemos «adornado», no es posible comprender adecuadamente su mensaje. A partir de lo que El vivió, practicó y enseñó, es como podemos comprender la importancia, el valor y el alcance de su mensaje para nuestros días y así es como podemos enraizar nuestra fe en la realidad concreta de los problemas, necesidades, sufrimientos y aspiraciones de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Solo desde el compromiso con los oprimidos de nuestro tiempo entenderemos lo que es Jesús de Nazaret y lo que es la fe, así como bautizarse en su nombre. ¿Tiene sentido bautizar a los niños, cuando ni saben lo que hacen, ni lo eligen libremente, ni sus padres viven un mínimo compromiso de fe para poder dar un testimonio a su hijo de lo que es creer? ¿No es más lógico y elemental esperar a que, conocido Jesús y su mensaje, asuman libremente decidirse por El y expresarlo con el bautismo como un signo de felicidad por los grandes valores del mensaje de Jesús que dan el sentido más profundo y enriquecedor a nuestra vida? Algún hecho que he conocido al respecto fue altamente positivo.
Demos testimonio de El como lo dio Juan.
Un cordial abrazo a tod@s.-Faustino