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Si yo fuera presidente
Si yo fuera el presidente del Gobierno de este país arruinado y con más de seis millones de parados, mandaría a paseo la mayoría absoluta, me olvidaría de las mezquindades partidistas e ideológicas, pondría fin a la decretitis de los viernes, reconocería públicamente mi incapacidad e impotencia para resolver la tragedia nacional que nos embarga, convocaría a todos los partidos políticos, a los sindicatos, a los empresarios y a expertos económicos y sociales para buscar, entre todos y sin dilación, una salida consensuada del pozo económico y social en el que hemos caído.
Si yo fuera presidente del Gobierno tendría altura de miras, dejaría de dar palos de ciego, daría la cara y diría la verdad a los ciudadanos, no tendría en cuenta los réditos electorales ni los intereses particulares o de partido, no me refugiaría en la confianza otorgada por los votos, no utilizaría pretextos estériles y me mojaría. Sí, me empaparía de realidad acercándome a los problemas de la gente y, después, con coraje, sinceridad y una buena dosis de humildad, buscaría la complicidad de toda la sociedad para superar entre todos este brete en el que nos ha colocado el despilfarro, el fraude, la corrupción y la mala gestión; o lo que es lo mismo, la ineptitud política actual y pretérita.