Enviado a la página web de Redes Cristianas
» Aceptarémos Amar al prójimo como a mi mismo»
Porque para eso hemos aceptado su amor, para amar a los otros y no a mí y así él me ha podido amar mejor, como el niño que tengo conmigo.
¡Amaremos al prójimo, al niño de Belén!
¡Hasta que me rompa, para luego él volver a rehacerme y descansar un rato en su portal!
En esto consiste su primer llamado.
¡Aceptaremos su mirada, como la familia de Nazaret, lo hace conmigo!
¡Y así tendremos un lugar en su portal, en su humilde morada, para ser su invitado muy especial de esta su Navidad!
¡Si esto lo cumplo!
¡Le alabaré noche y día!
A pesar de las noches oscuras.
Y de los días aciagos.
Él siempre nos acompaña, en las tinieblas y en los fríos amaneceres de nuestro corazón.
Igual que a los pastores de Belén.
Que buscaban el descanso y el fuego del hogar en su corazón.
Y en aquella noche clara y sosegada, de Estrellas y del Amor Infinito.
¡Se encontraron con Él!
¡Iba a nacer el Salvador.!
Y SI vamos a su encuentro con Alegría y lo miro con dulzura, Confiare como los pastores para dejar al niño que se haga el encontradizo conmigo, en el Portal de mi Vida.
¿Querrémos Ser coherentes como Él?
¿ Confíamos en el niño del portal, como lo hicieron los pastores?
Y a pesar de mis necedades.
¿ Podré confiar en el niño a pesar de haberlo visto?
¿ O seguir negándole?
¡En el portal de Belen y en todos nuestros portales donde vivimos!
Y esto así nos lo prometió cuando nos acogió en su familia de Nazaret.
¡Y nos rogaba que en el portal no tuviéramos miedo en contemplarle
para descubrir su mirada!
¿Amaremos hasta que nos rompamos?
Con el Espíritu de niño Jesús
Sin palabras, y es la Paz y la Alegría como las plantas divinas de su portal, que no se marchitan a pesar de que seamos aguafiestas y frioleros como el temporal.
Viviremos como el niño que tenemos en nuestro interior. ¡ Cómo el niño sin miedos y alegre que todos llevamos dentro!
A semejanza de él, ¡El niño del portal, de Belén!
Y de esta manera volveremos ha hacernos niños, como El niño, alegre y sonrosado.
¡Y entonces, dejaremos a nuestro Maestro que nos enseñe las lecciones de su Vida, que es para nosotros!