SOMOS un grupo de hombres y mujeres cristianos y católicos (eso quiere decir universales) que no discutimos, sino que afirmamos el derecho de toda la Iglesia a estar presente en la vida pública y hacer oír su voz. Por eso, con la mejor intención y sentido de nuestra responsabilidad queremos, brevemente, dar nuestra opinión.

Hemos visto y oído el anuncio, para fechas próximas, de una consagración de las diócesis de Pamplona y Tudela y de toda Navarra al Sagrado Corazón de Jesús, que incluye actos en espacios públicos: procesiones e inauguración de un monumento.

La indiferencia religiosa y el agnosticismo dominan hoy sobre las posiciones de ateísmo militante, es por eso tal vez que hay un silencio de la opinión pública ante esta iniciativa.

Hacer una consagración de toda Navarra nos parece algo fuera de lugar y tiempo, pues Navarra, como geografía física y humana, es una realidad secular y, como comunidad política y social, es un agregado diverso de personas y grupos humanos de diferentes convicciones.

Otra cosa hubiera sido una consagración de sólo las diócesis de Pamplona y Tudela. Pero esa iniciativa debió merecer una consulta, al menos al consejo del presbiterio y al todavía no renovado consejo de pastoral sobre su contenido evangélico y su oportunidad pastoral.

Vivimos un momento en que la crisis provocada por un capitalismo canalla y salvaje condena al sufrimiento y la precariedad, aquí en nuestra Navarra y en el mundo entero, a muchísimos seres humanos, débiles o empobrecidos, que son los predilectos de Jesucristo.

En esta ocasión celebramos, agradecemos y nos proponemos seguir colaborando con la tarea eficaz que están haciendo todos los grupos de Cáritas de las diócesis de Pamplona y Tudela, la Red Navarra de Lucha contra la Pobreza, y los comedores solidarios, en un momento en que gobiernos e instituciones públicas están rebajando y retardando con martingalas administrativas los programas sociales.
Servir al prójimo más débil, esa es una consagración oportuna. Porque, conforme al designio divino, las personas creyentes consagran las realidades seculares valorándolas y respetándolas en su condición de tales, humanizándolas integralmente, promoviendo el equilibrio y la sostenibilidad en la cadena global de la vida y, en fin, contribuyendo a que en ellas impere la justicia.

Javier Pagola Lorente, María Isabel Riega Riega y 217 firmas más