Sensibilidad «mundana», y sensibilidad cristiano-evangélica -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Decía ayer Jesús en el Evangelio de la misa: «Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo». (Ju 17, 14-18) Hay que tener en cuenta que «mundo», en el Evangelio de Juan, no significa simplemente el mundo, la tierra, con sus habitantes, etc., sino el mundo malo, el de l injusticia, la violencia, la guerra, las desigualdades, de poco respeto a los derechos humanos, el de los refugiados, emigrantes, y gente maltratada y abandonada a su suerte: prácticamente en la literatura joánica «mundo» viene a ser, casi, un sinónimo de «mal».

Por eso, porque ese concepto del evangelio de Juan no se identifica con el mundo físico, ni sociológico, sin más, es por lo que el Señor afirma que ha sacado a sus discípulos del mundo, y que los ha mandado a él. Igualmente que afirma «no ruego por el mundo», mientras que queda claro en toda la literatura del Nuevo Testamento, (NT), que Jesús muere por todo el mundo, ahora sí en el sentido físico, habitacional, sociológico.

Alguien podrá pensar al leer mis últimas entradas que tengo especial manía contra la Jerarquía eclesiástica. Yo pienso que no, sino que es al revés. Si uno lee, desde hace ya un tiempo, y cada vez este fenómeno va en aumento, portales digitales cristianos como «Religión Digital» (RD), «Redes cristianas», (RC), «Eclesialia», (E), comprobará cómo cada vez con más frecuencia, y hasta con progresivas muestras de desconcierto, que se van convirtiendo en indignación, muchos autores, creyentes todos, unos clérigos, muchos, y otros seglares, están escribiendo informando, y comentando actuaciones, declaraciones y escritos de altos jerarcas, arzobispos, cardenales, etc., en el asunto de su relación y trato que tienen y dispensan al papa Francisco. Y, es verdad, y a sus vez evidente, que en estos artículos no salen muy bien parados esos miembros de la Jerarquía que día sí, día también, ponen piedras en las ruedas del carro de Francisco, con más descaro que fraternidad.

Ahora no puedo menos de comentar, nada favorablemente, las declaraciones del cardenal arzobispo de Praga, Dominik Duka, al periódico checo Lidove Noviny, en las que afirma: «La sensibilidad del Papa Francisco en temas sociales es diferente a la que podamos tener en Europa», comentó Duka al rotativo checo. «?l viene de Sudamérica, donde la brecha entre ricos y pobres es mucho mayor, como resultado de sus culturas indias». Y termina su brillante exposición asegurando que el Papa habla así porque se ha criado en Argentina, porque si fuese europeo sería mucho más prudente y medido al recibir gente de «una cultura y civilización completamente diferentes». Aquí el cardenal checo desbarra, porque parece ignorar que Argentina es uno de los países del mundo que ha recibido, justamente, gentes de toda cultura y civilización, -italianos, españoles, alemanes, judíos, árabes, rusos, polacos, mapuches, diaguitas, collas, guaraníes, bantúes, yorubas, etc. (t0das estas razas aparecen en una sencilla y somera consulta en internet, en el epígrafe de «crisol de razas en Argentina»)-, hasta formar un verdadero crisol de razas, lenguas y culturas. Antes de hablar, también los cardenales deberían consultar, no vaya a ser que patinen, algo poco saludable a sus años.

Pero lo peor no es este pequeño marrón sociológico, sino la alusión a la «sensibilidad» del papa argentino, que sería muy diferente de la del europeo. Además de que la familia de Bergoglio, es una típica familia italiana de emigrantes, el purpurado debería saber que la fe cristiana supone un verdadero corte y rechazo del «mundo», que dota a sus seguidores de otra sensibilidad diferente, no mundana, sino «evangélica», y que es ésta la que va a comandar los criterios para las relaciones sociales, tanto personales, como colectivas. Con esto quiero decir que me parezco más al creyente cardenal checo por la condición de seguidores de Jesús de ambos, que por nuestra común identidad de europeos. Así como él debería tener una sensibilidad más parecida a la de Francisco, por ser ambos cristianos, que la que lo pueda unir con el resto de los checos. Otra vez se comprueba que el nacionalismo, exaltado o no, es una de las principales causas de la división de las gentes, de las guerras, y de las injustas consideraciones hacia personas, culturas y modos de vida.

La sensibilidad de Francisco hacia los pobres, los desvalidos, los excluidos, los emigrantes, los refugiados, los homosexuales o los ahogados en las pateras, no es la que es porque sea argentino, afirmación verdaderamente demencial y fuera de lugar, por extemporánea, dañina y falsa, sino porque es seguidor de Jesús, y sigue el consejo de Pablo en la carta a los Filipenses: » Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo: El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz». No debería extrañar a un cardenal cristiano descubrir en otro creyente los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Y, sobre todo, no nos escandalice atribuyéndolos a unas determinadas condiciones geográficas, sociológicas y culturales, no detectando el brillo de la luz de los seguidores de Jesús. Le aconsejo, señor cardenal Duka, que lea más los evangelios y el resto del Nuevo Testamento, que, por lo visto, lo ha olvidado un poco.

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