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Pues hagan algo, se mojen, no sigan haciendo como que solo les interesa las cosas que afectan directamente a la Iglesia. Además, ¿qué cosas son éstas? ¿La clase de Religión , las inmatriculaciones ventajosas, no de la Iglesia misterio de salvación, sino de la Iglesia institucional? ¿Los privilegios de la tratados internacionales con el Vaticano? ¿Las esenciales fiscales, otra vez, no de las propiedades de la Iglesia comunidad de salvación, sino las que gestiona, administra y disfruta la Iglesia institucional, es decir, las que están en manos de la jerarquía de la Iglesia?
¿Si los señores obispos han salido a la calle para oponerse a problemas tan graves y decisivos para la ciudadanía como la ley del divorcio, algo indudablemente propio de los derechos humanos, pues no todos los ciudadanos están obligados ni a ser miembros de la Iglesia, ni siquiera a la ley del amor desinteresado, y generoso, por toda la eternidad? ¿O a la ley de la despenalización del aborto, o del matrimonio entre homosexuales? Si han sido capaces de intervenir sonada, públicamente, y en la calle, en estas situaciones ciudadanos, ¿no lo harán, sin tener que salir ala calle, sino con un documento público, respetuoso pero valiente, ante la situación de crispación e enfrentamiento artificial, por intereses políticos electorales, no sociales, que está sufriendo en estos días nuestro país, y sus ciudadanos?
Vean lo que ha pasado en Brasil, a pesar de que allí los obispos sí se han pronunciado sobre la deriva de radicalización y de desprecio a los más mínimos derechos humanos, como el respeto a las minorías, a todas la etnias, a los homosexuales, a las mujeres, a los más desfavorecidos, a los que el recientemente elegido presidente de la República, ayer mismo, ha mostrado desprecio y desconsideración por puros motivos ideológicos? Ya sé que la situación en nuestra patria no es tan catastrófica ni tan urgentemente grave. Pero la derechización de algunos de los principales partidos de la oposición, la especie de competición a ver quien se nuestra más rotundo y decisivo en la descalificación del contrario, en este caso, de los miembros del Gobierno, no por lo que hacen o dicen, sino por el mero hecho de ser Gobierno, según esa oposición, con un argumento de evidente mala ley, porque, dicen, han conseguido el poder por medios espurios, por atajos, como expresó el anterior presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desalojado de la presidencia por una legítima, legitimísima, y constitucional, constitucionalísima, moción de censura.
¿Se puede tolerar argumento menos democrático que negar, en contra de lo que todos los días proclaman cuando creen que les beneficia, en lo referente a que el Parlamento es el lugar donde reside la soberanía popular del Estado, que 80 diputados, contra 70, que apoyaron la moción de censura, es perfectamente democrático, previsto constitucionalmente? Porque, como afirma hoy el diario El país, y no me resisto, a traer parte de este editorial en mi artículo, no es de hoy que la derecha española usa tretas, trampas y mentiras, para enmerdar la vida política, y, lo que es peor, las instituciones democráticas. .
Veamos las perlas siguientes:
«El regreso de la estrategia de la crispación» Casado y Rivera resucitan para desgastar a Pedro Sánchez la fórmula de acoso y derribo que empleó hace diez años Rajoy en su oposición al Gobierno de Zapatero
(El País) «El Gobierno de Sanchez depende del secesionismo. España no puede estar descontrolada por los independentistas??, dice Pablo Casado, presidente del PP. Y Albert Rivera no le va a la zaga: ?Sánchez por mantenerse en el poder ha entregado España al independentismo que quiere romperla. El Estado está contra las cuerdas??. Sobre el País Vasco, Rivera dice: ?Sánchez concede privilegios a los presos de ETA para mantenerse en La Moncloa??. Casado no se queda atrás: ?Sánchez premia al PNV y Bildu con el traslado de presos por su vergonzante apoyo a la moción de censura??. Da igual que ese traslado de presos ya estuviera concertado con Mariano Rajoy o que Sánchez responda al independentismo que no concederá el derecho a la autodeterminación. Como a Rajoy le dio igual, hace diez años, que José Luis Rodríguez Zapatero no cediera en su diálogo con ETA ni que el Estatuto de Cataluña rompiera la unidad de España. Siguió acusándolo de ?traicionar a los muertos?? y ?romper España??.
«La verdad no importaba entonces ni ahora porque lo que hay y hubo hace diez años es una estrategia de la crispación, dirigida por la derecha, caracterizada por la sustitución del debate de propuestas por el ruido mediático, para erosionar al Gobierno socialista. Así lo ve Ignacio Sánchez Cuenca, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid, que, hace una década, junto con Belén Barreiro, analizó el fenómeno para la Fundación Alternativas. ?Es un mecanismo que el PP aplicó en la última legislatura de Felipe González; en la primera de Zapatero y hoy con Sánchez, acompañado de Ciudadanos. Consiste en insistir en que España está amenazada como nación por la debilidad del PSOE, cómplice de sus enemigos, y elige como campo temas sensibles como el terrorismo y la cuestión territorial. Además, como vemos estos días, elude el debate político al centrar la agenda en ataques personales a ministros y al presidente??, señala. (El País, 29 de octubre de 2018)
¿Podrían ayudar algo los señores obispos para rebajar este estado demencial, que va a más, de crispación y radicalización, instalado en las mentiras, no por el bien del Gobierno ni del PSOE, sino de España? ¿Podrían, esta vez sí, los obispos españoles regalarnos este gesto de patriotismo, para nada reñido, sino todo lo contrario, con el estilo evangélico de Jesús?
(Nota importante: en mi opinión, los señores obispos podrían perfectamente aprovechar la circunstancia de que tienen que tomar una decisión sobre qué hacer con los restos de Franco, y, en vez de afirmar que la Iglesia española no puede hacer nada para que esos restos no sean inhumados en la cripta de la Almudena, intervenir seriamente, que sí puede, y, en mi opinión, debe. Me explico: la Conferencia Episcopal Española (CEE), en tiempos del cardenal Tarancón como presidente de la misma, ya solicitó el perdón de la sociedad española, en la famosa Asamblea Conjunta, por su actuación, nada neutra, en una guerra entre hermanos. Muchos católicos españoles, más españoles que católicos, no aceptaron de buen grado esa petición de perdón. Pero, que yo sepa, los obispos, ni en aquel momento, ni después, como sucesores de los que durante tantos años condujeron al general golpista bajo palio, han pedido, seriamente, disculpas, por lo que, objetivamente, puede ser calificado, sin exagerar, como algo no solo indecoroso y escandaloso, sino incluso sacrílego. Así que propongo que para compensar aquel trato sacro e indebido a un tremendo dictador, ahora se oponga a que sus restos sean enterrados en sagrado. La Iglesia, representada por la CEE lo puede hacer, y sería una magnífica compensación a tantas injerencias en la política de nuestra tierra, que la Iglesia española ha practicado desde siglos, y, más, desde la guerra civil hasta hoy. Demostraría una magnífica grandeza si así se comportara).
Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara
Pues hagan algo, se mojen, no sigan haciendo como que solo les interesa las cosas que afectan directamente a la Iglesia. Además, ¿qué cosas son éstas? ¿La clase de Religión , las inmatriculaciones ventajosas, no de la Iglesia misterio de salvación, sino de la Iglesia institucional? ¿Los privilegios de la tratados internacionales con el Vaticano? ¿Las esenciales fiscales, otra vez, no de las propiedades de la Iglesia comunidad de salvación, sino las que gestiona, administra y disfruta la Iglesia institucional, es decir, las que están en manos de la jerarquía de la Iglesia? ¿Si los señores obispos han salido a la calle para oponerse a problemas tan graves y decisivos para la ciudadanía como la ley del divorcio, algo indudablemente propio de los derechos humanos, pues no todos los ciudadanos están obligados ni a ser miembros de la Iglesia, ni siquiera a la ley del amor desinteresado, y generoso, por toda la eternidad? ¿O a la ley de la despenalización del aborto, o del matrimonio entre homosexuales? Si han sido capaces de intervenir sonada, públicamente, y en la calle, en estas situaciones ciudadanos, ¿no lo harán, sin tener que salir ala calle, sino con un documento público, respetuoso pero valiente, ante la situación de crispación e enfrentamiento artificial, por intereses políticos electorales, no sociales, que está sufriendo en estos días nuestro país, y sus ciudadanos?
Vean lo que ha pasado en Brasil, a pesar de que allí los obispos sí se han pronunciado sobre la deriva de radicalización y de desprecio a los más mínimos derechos humanos, como el respeto a las minorías, a todas la etnias, a los homosexuales, a las mujeres, a los más desfavorecidos, a los que el recientemente elegido presidente de la República, ayer mismo, ha mostrado desprecio y desconsideración por puros motivos ideológicos? Ya sé que la situación en nuestra patria no es tan catastrófica ni tan urgentemente grave. Pero la derechización de algunos de los principales partidos de la oposición, la especie de competición a ver quien se nuestra más rotundo y decisivo en la descalificación del contrario, en este caso, de los miembros del Gobierno, no por lo que hacen o dicen, sino por el mero hecho de ser Gobierno, según esa oposición, con un argumento de evidente mala ley, porque, dicen, han conseguido el poder por medios espurios, por atajos, como expresó el anterior presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desalojado de la presidencia por una legítima, legitimísima, y constitucional, constitucionalísima, moción de censura.
¿Se puede tolerar argumento menos democrático que negar, en contra de lo que todos los días proclaman cuando creen que les beneficia, en lo referente a que el Parlamento es el lugar donde reside la soberanía popular del Estado, que 80 diputados, contra 70, que apoyaron la moción de censura, es perfectamente democrático, previsto constitucionalmente? Porque, como afirma hoy el diario El país, y no me resisto, a traer parte de este editorial en mi artículo, no es de hoy que la derecha española usa tretas, trampas y mentiras, para enmerdar la vida política, y, lo que es peor, las instituciones democráticas. .
Veamos las perlas siguientes:
«El regreso de la estrategia de la crispación» Casado y Rivera resucitan para desgastar a Pedro Sánchez la fórmula de acoso y derribo que empleó hace diez años Rajoy en su oposición al Gobierno de Zapatero
(El País) «El Gobierno de Sanchez depende del secesionismo. España no puede estar descontrolada por los independentistas??, dice Pablo Casado, presidente del PP. Y Albert Rivera no le va a la zaga: ?Sánchez por mantenerse en el poder ha entregado España al independentismo que quiere romperla. El Estado está contra las cuerdas??. Sobre el País Vasco, Rivera dice: ?Sánchez concede privilegios a los presos de ETA para mantenerse en La Moncloa??. Casado no se queda atrás: ?Sánchez premia al PNV y Bildu con el traslado de presos por su vergonzante apoyo a la moción de censura??. Da igual que ese traslado de presos ya estuviera concertado con Mariano Rajoy o que Sánchez responda al independentismo que no concederá el derecho a la autodeterminación. Como a Rajoy le dio igual, hace diez años, que José Luis Rodríguez Zapatero no cediera en su diálogo con ETA ni que el Estatuto de Cataluña rompiera la unidad de España. Siguió acusándolo de ?traicionar a los muertos?? y ?romper España??.
«La verdad no importaba entonces ni ahora porque lo que hay y hubo hace diez años es una estrategia de la crispación, dirigida por la derecha, caracterizada por la sustitución del debate de propuestas por el ruido mediático, para erosionar al Gobierno socialista. Así lo ve Ignacio Sánchez Cuenca, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid, que, hace una década, junto con Belén Barreiro, analizó el fenómeno para la Fundación Alternativas. ?Es un mecanismo que el PP aplicó en la última legislatura de Felipe González; en la primera de Zapatero y hoy con Sánchez, acompañado de Ciudadanos. Consiste en insistir en que España está amenazada como nación por la debilidad del PSOE, cómplice de sus enemigos, y elige como campo temas sensibles como el terrorismo y la cuestión territorial. Además, como vemos estos días, elude el debate político al centrar la agenda en ataques personales a ministros y al presidente??, señala. (El País, 29 de octubre de 2018)
¿Podrían ayudar algo los señores obispos para rebajar este estado demencial, que va a más, de crispación y radicalización, instalado en las mentiras, no por el bien del Gobierno ni del PSOE, sino de España? ¿Podrían, esta vez sí, los obispos españoles regalarnos este gesto de patriotismo, para nada reñido, sino todo lo contrario, con el estilo evangélico de Jesús?
(Nota importante: en mi opinión, los señores obispos podrían perfectamente aprovechar la circunstancia de que tienen que tomar una decisión sobre qué hacer con los restos de Franco, y, en vez de afirmar que la Iglesia española no puede hacer nada para que esos restos no sean inhumados en la cripta de la Almudena, intervenir seriamente, que sí puede, y, en mi opinión, debe. Me explico: la Conferencia Episcopal Española (CEE), en tiempos del cardenal Tarancón como presidente de la misma, ya solicitó el perdón de la sociedad española, en la famosa Asamblea Conjunta, por su actuación, nada neutra, en una guerra entre hermanos. Muchos católicos españoles, más españoles que católicos, no aceptaron de buen grado esa petición de perdón.
Pero, que yo sepa, los obispos, ni en aquel momento, ni después, como sucesores de los que durante tantos años condujeron al general golpista bajo palio, han pedido, seriamente, disculpas, por lo que, objetivamente, puede ser calificado, sin exagerar, como algo no solo indecoroso y escandaloso, sino incluso sacrílego. Así que propongo que para compensar aquel trato sacro e indebido a un tremendo dictador, ahora se oponga a que sus restos sean enterrados en sagrado. La Iglesia, representada por la CEE lo puede hacer, y sería una magnífica compensación a tantas injerencias en la política de nuestra tierra, que la Iglesia española ha practicado desde siglos, y, más, desde la guerra civil hasta hoy. Demostraría una magnífica grandeza si así se comportara).