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Paradójicamente, en este tiempo de progreso y modernidad, uno de los grandes peligros que nos amenazan es la inseguridad alimentaría provocada por el cambio climático, la destrucción masiva de cultivos por plagas, la pérdida de biodiversidad vegetal, el monopolio de semillas por multinacionales y el progresivo aumento de la población mundial. De ahí la gran importancia que suponen para la humanidad iniciativas como la creación del arca vegetal ubicada en un archipiélago noruego, cerca del Polo Norte, que ya alberga la mayor selección de semillas del planeta, el 40% de la diversidad alimentaria.
La revolución neolítica, posiblemente el acontecimiento más destacable de la historia de la humanidad, dio lugar a la domesticación de plantas y animales y, como consecuencia, a las culturas organizadas. Nuestra es ahora la responsabilidad de mantener y cuidar ese legado. Nuestra es ahora la responsabilidad de cuidar con mimo esos preciados granos que durante unos 12 000 años han saciado el hambre de la humanidad. Las semillas, uno de los recursos más importantes del planeta, representan el esfuerzo y el sudor de nuestros antepasados. Trabajos de domesticación y selección que son nuestra historia y nuestro futuro, pues, sin un sistema alimentario eficaz, difícilmente podremos conseguir un mundo próspero y pacífico.
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