Sanidad pública en urgencias -- Pedro Serrano

0
77

Enviado a la página web de Redes Cristianas

Recientemente sentí que algo anormal estaba ocurriendo en mi ojo derecho. Acudí a mi doctora de cabecera y esta me dio un volante para el especialista de la Seguridad Social. Mi sorpresa fue mayúscula cuando, al solicitar la cita, se me da como fecha de consulta el 22 de julio de 2019; es decir, sis meses de espera sin conocer la importancia o gravedad de lo que me estaba ocurriendo. Después de dudarlo un buen rato, mi mujer me convenció de que lo más prudente era acudir a urgencias al hospital de León. Y así lo hicimos. Después de cuatro horas y pico (lo habitual suelen ser ocho o nueve) me atiende la Dra. Mateos Hernández (gracias, doctora, por su amabilidad y profesionalidad) y me diagnostica desgarro de retina. A continuación, en la misma consulta, me trata la lesión con cirugía láser y en estos momentos me encuentro en proceso de curación.

¿Qué hubiera pasado si hubiera estado seis meses en lista de espera?, pregunté a la doctora. Pues que seguramente hubieras tenido un desprendimiento de retina, me contestó. Y ahora yo me pregunto: ¿qué riesgos hubiera tenido mi visión y que coste, a mayores, para la Seguridad Social de no haber acudido a urgencias? Moraleja: si la sanidad pública quiere salir del servicio de urgencias, ahorrar dineros y mejorar la salud de sus ciudadanos que reduzcan al mínimo los conciertos con los hospitales privados, que las listas de espera vuelvan a tiempos razonables, que habiliten sistemas efectivos para identificar lo que es urgente y lo que puede esperar, y que no sean cicateros en el gasto en buena gestión, prevención, previsión e inversiones en personal cualificado tanto en hospitales como en el medio rural.

Claro que, a lo peor, a los políticos neoliberales, como los del gobierno de la Junta de Castilla y León, tal vez, no le preocupe el deterioro alarmante de la sanidad, pues, a menor calidad en atención sanitaria pública, mayor negocio para la sanidad privada que, por cierto, no para de crecer y de frotarse las manos. Y no pasaría nada si todos fuéramos ricos, pero ¿qué será de los enfermos que no tengamos recursos para hacernos un seguro privado? Ya sabemos que el reino de la tierra es de los ricos, pero, por nuestra maltrecha economía, y por nuestra salud, el bien más preciado, no permitamos que nos arrebaten ese gran logro social que es la sanidad pública.

// Antoñán del Valle (León)