Sangre sobre La Esmeralda -- José Aldunate, SJ

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Reflexión y Liberación

Se afirma que La Dama Blanca, el Buque Escuela de la Armada chilena, lleva sobre sus blancas velas una mancha de sangre. Se afirma que ese emblema de la Armada chilena, esa reputada ?Embajadora de los Mares?? lleva la carga de un horrible crimen. Efectivamente se alude a la tortura y muerte, efectuada sobre sus cubiertas, de un sacerdote; Miguel Woodward Yriberri, en los días siguientes al golpe militar, septiembre de 1973. Por este crimen La Esmeralda ha encontrado resistencia y aun repulsa en numerosos puertos de muchos países del globo. ?ltimamente ya no ha podido visitar Europa, se ha limitado a recorrer el Pacífico y aún así en Canadá, por ejemplo, últimamente ha recibido rechazo.

Recién este 7 de abril se ha querido cerrar el proceso judicial con una sentencia, casi 40 años después del suceso trágico.

Miguel Woodward, movido por un ideal cristiano de generosidad, volvió a Chile para consagrarse como sacerdote al bien de sus conciudadanos, los porteños de Valparaíso. Vivía consagrado a los más humildes en un cerro de Valparaíso, en el Puerto. Pero la Armada sospechaba de estos curas extranjeros que venían a ?revolverla??. El golpe ofrecía la oportunidad, la Armada mandó una patrulla a detener a Miguel. Lo llevaron a la Universidad Federico Santa María, después a la Academia de Guerra de la Armada y posteriormente al Buque Escuela La Esmeralda. En estos lugares fue interrogado con torturas. No resistió. Moribundo fue atendido en el muelle, ante La Esmeralda, por el médico del acorazado Latorre. Lo llevaron al hospital, parece que murió en el camino. No quisieron entregar su cuerpo a amigos sino que lo sepultaron en un lugar secreto que no se ha podido encontrar -al parecer en el Cementerio Nº 3 de Playa Ancha-. Se dice que lo arrojaron a una fosa común, de todas maneras el cuerpo no se ha podido encontrar. Financiado por el gobierno inglés hay un monumento que lo recuerda en el cementerio.

Una hermana de Miguel Woodward, Patricia, con su esposo Fred, que viven en el extranjero, han venido año tras año para defender jurídicamente la causa de Miguel. No solamente privado de defensa ?aún la Iglesia de Valparaíso se desentendió de él? sino objeto de calumnias. Año tras año, Patricia y Fred han atravesado los mares para llevar adelante la causa de reivindicación de la memoria de Miguel.

La acusación ha sido sin duda una humillación para la Armada que se pensaba superior a las demás Fuerzas Armadas, pero lo que ha sido doblemente indigno para la Armada, ha sido cierta línea de defensa que ha querido asumir.

Ya sabemos que la tradición de las defensas de las Fuerzas Armadas ha sido echar la culpa a los subordinados y liberar de toda mancha a las jerarquías superiores. Pero en nuestro caso, la práctica de ocultación de la verdad ha pasado todos los límites, como luego veremos.

La sentencia última, proclamada por el ministro en visita Julio Miranda de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, el 7 de mayo último, en su relación de los hechos declara lo siguiente: unos suboficiales de la armada detuvieron ilegítimamente a Miguel Woodward en ese 20 ó 22 de septiembre del año 73, lo llevaron a los lugares indicados; a la U. Federico Santa María, la Escuela de Guerra y el Buque Esmeralda donde sin autorización lo sometieron a interrogación. No se dice una palabra sobre la tortura y maltrato, simplemente que, enfermo lo examinó un médico y fue llevado al hospital donde otro médico certificó su muerte. Por haber procedido sin autorización se condena a dos acusados, ex suboficiales de la Armada, José Manuel García Reyes y Héctor Fernando Palomino López entre un número bastante superior, a tres años y un día de cárcel que se pueden reemplazar por libertad vigilada. Nada se dice sobre la tortura hasta la muerte. Nada sobre la ocultación de los restos. Nada sobre la responsabilidad de los mayores en jerarquía.

Es esta ocultación de la verdad lo que espanta e indigna.

Patricia y Fred han pedido que la Marina, que la Armada, efectúe sobre el Buque La Esmeralda un rito de reparación para que pueda levantar con dignidad las velas y nuevamente mostrarse al mundo como un digno representante de Chile, pero esto no se ha podido efectuar y ahora La Esmeralda ha efectuado su último viaje. Será desguazado. Irá al fondo del mar llevando una historia que no deberá repetirse ni de parte de la Armada de Chile ni de parte de una justicia incapaz de reconocer verdad y justicia.

P. José Aldunate, SJ
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