Rouco, amnesia por decreto -- Josep Pernau

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El Periódico

Hace unos años, cada vez que los prelados tenían que presentar una protesta contra el Gobierno socialista convocaban una manifestación –o tenían quién ponía la cara– y salían a la calle a vocear unas consignas. Ahora parece que ha surgido uno de aquellos momentos, pero sin hacer uso del derecho de reunión itinerante por las calles de Madrid. El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, se ha limitado a pronunciar una sentida homilía ante el pleno de la Conferencia Episcopal.
¿Qué ha ocurrido? ¿Es que han perdido la fe en las manifestaciones? Mantienen una actividad excesiva y esto les lleva a quemar etapas.

Tratándose de jerarcas eclesiásticos, cabe suponer que confiaron en los rezos y no fueron atendidos, lo que tuvo que ser un desengaño. ¿Acabarán con un encierro en la nunciatura? El mensaje que lanza el cardenal es a favor. En contra están los políticos que apoyaron la ley de la memoria histórica y todos los partidarios de remover huesos de asesinados y darles una tumba digna. Solo a unos, porque los otros ya la tuvieron hace 70 años.

Y, como desenterrar testimonios que unos quieren sacar a la luz puede molestar a los otros, el cardenal propone el olvido. Nadie sabe nada, nada se recuerda de lo que cuentan algunos. Y como la política de la desmemoria tendría la sartén por el mango, se declararía la amnesia general, lo que alejaría de España la vuelta a las andadas. Y en la paz de los conformistas, el cardenal Rouco Varela podría seguir proponiendo a Roma beatificación de damas y varones que no existieron.
Pero un día, un niño encuentra un viejo libro de historia que habla de un general llamado Francisco Franco. Pregunta a la gente y la respuesta es siempre la misma.
— ¿Franco, qué?