Romero, seguiremos tu ejemplo -- Miguel Ángel Mesa Bouzas

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Oscar Romero1Veinticinco años y un día.
Ya no hay una guerra descarnada,
sino la terrible opresión de siempre
convertida en ley, orden y desprecio.
La esperanza huye con el pueblo,
y se difumina en el polvo
de la frontera del olvido.

Las maras son la terrible expresión

de la violencia contenida.

Los campesinos siguen muriendo

por falta de trabajo, cultura, medicinas.

¡Qué noche tan larga,

desde que una bala asesina

te arrancó de nuestra vida!

¡Qué infinito silencio,

desde que la palabra

quedó silenciada

por tu agonía!

Las súplicas ascienden como incienso.

Son las lágrimas de los pobres,

de las mujeres, de los niños

que jugaban con la cruz sobre tu pecho.

Maranhata. Vuelve y desempolva

el micrófono de la catedral del pueblo

para decir de nuevo, con otras voces,

una palabra de ánimo, de futuro,

de confianza y consuelo.

Sueñan contigo las hormigas

para volver a tomar

el púlpito del servicio,

la mañana de tu sonrisa,

la ternura de tu abrazo,

la denuncia de los tiranos.

Contágianos tu profecía,

el fuego ardiente de la Palabra,

la bandera de la libertad para denunciar,

como ayer, tanto dolor e injusta muerte.

Acompáñanos, san Romero,

por otro camino que haga posible

un nuevo orden, una nueva primavera

de solidaridad, lucha y compromiso.

Necesitamos tu mano resucitada

para levantar los ánimos,

los hombros, la mirada

y tantas vidas abatidas, sin vida??

Haznos probar la mística bebida

del amor y la amistad con Dios,

que en dolor y soledad bebiste,

para derrochar una entrega renovada

en la lucha diaria por el Reino.

El Espíritu de Dios, ya es uno

con el tuyo. Como lo era en tu oración,

en tus sollozos, en tus homilías.

Derrámalo sobre nosotros

que seguimos aquí, peregrinando,

romeros huérfanos de ti, buen Romero,

abandonados por la Jerarquía,

el Gobierno, los dioses y el Imperio.

Caminamos perdidos

en la noche oscura, sin rumbo, a tientas,

sin esperanza de ver, por fin,

la luz del nuevo día.

Anúncianos, ángel nuestro,

la posibilidad, endúlzanos el anhelo

de otro mundo posible y necesario,

la buena nueva de una red de voluntades

que cambie tanta estructura de muerte

por la justicia y la paz de la fraternidad.

Te sigue esperando

sin nombrarte tu pobrería agotada,

silenciosa, resignada, abatida.

Renueva nuestros espíritus

para avanzar hacia la santidad

de tu vecindad, tu voz altiva,

tu dolor, tu denuncia, tu sencillez

y tu pasión por el pueblo.

A pesar de tanto silencio,

de tanta perenne opresión,

queremos gritar, y decir bien alto:

Romero, queremos seguir

el ejemplo de tu vida.

Deseamos alcanzar un día, tu vida.

Que no te la arrebató una bala asesina.

Tu sangre derramada, como la de Jesús,

nos conducirá, de la mano

de los empobrecidos y de los mártires,

a la plenitud del Reino, ya en esta vida.