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“Revuelta en la Iglesia” y honda conversión -- Santiago Villamayor

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IMG Revuelta de MujeresDe todos los significados y acepciones del término revuelta el primero que nos suena es el de
disensión con alboroto o pequeña y espontánea revolución. Pero creo que no es tanto eso lo
que proponen las mujeres sino la expresión de un gran trabajo de emancipación y de unidad
de las que llevan el grueso de la acción pastoral, misionera y temporal de la Iglesia y sin
embargo no son reconocidas. Me sumo a ese esfuerzo con la humildad del que todavía se
descubre bastantes gazapos micromachistas.

Y hay una segunda acepción en el término revuela que dice segunda vuelta y cambio de
dirección. También esta iniciativa de las mujeres lo incorpora y creo que es el que tiene más
sentido. Enseguida le viene a uno la imagen de una tortuosa carretera con muchas vueltas y
revueltas. Y se nombra también varias veces el termino teología que es como el pensamiento
que expresa la fe. La mentalidad razonada del creyente. Y así se dice “la mentalidad
patriarcal y feudal, junto a una teología caduca, justifican esa desproporción” y “que se
reconozca y valore la riqueza de la teología feminista, como motor de cambio”

Coincido con este movimiento, la teología está caduca y la teología feminista es motor de
cambio. Son mujeres que sienten con la cultura actual, los problemas de la desigualdad, del
acoso al planeta, de la violencia de género, del reto de la tecnociencia y del pluralismo y por
eso constatan que la teología, la interpretación del mensaje de Jesús, está caducada y si se
mantiene, se tergiversa y traiciona el significado original.
La teología feminista es motor de cambio. Y la mentalidad ecologista y secular, y la inserción
en la base social y la apertura a los nuevos modos de entender el conocimiento y la realidad. Y
aquí quería llegar habiendo partido de la revuelta femenina. La teología feminista es un
comienzo pero no un punto de llegada. Sí puede ser un medio camino, una vuelta o revuelta
más en el camino de revolución, “cambio profundo” o “giro sobre sí mismo” que hemos
emprendido muchas gentes de iglesia. Lo llamamos en términos cristianos “conversión”.
Estamos llamadas todas las personas a una humilde conversión para “una gran inversión” o
puesta del revés de esa teología y de la Iglesia. Y creo que en esta conversión de la Iglesia no se trata tanto de reivindicar un mayor liderazgo y presencia femenina desde los grupos de
mujeres, cuanto entre todos darle la vuelta en profundidad, llegar a lo fundamental y de lo que deriva el tratamiento discriminatorio de la mujer y que también nos ha dañado a los hombres.
Porque es más serio aún que el patriarcalismo y el feudalismo. Y cito algunos de estos rasgos
de la teología o mentalidad eclesiástica, incluso evangélica, que se nos han vuelto caducos a
todas.

1º La sacralización de la Biblia y de los evangelios como textos fundacionales, casi nunca
revisados y siempre tenidos por absolutos, dotados de autoridad divina. Ante las nuevas
teorías del conocimiento, los estudios bíblicos y arqueológicos, y el pluralismo religioso no se
puede aceptar ni su literalidad ni su lectura desde parámetros caducos.
2º El trasfondo mental o cosmovisión desde la que enfocamos el sentido de la vida está caduco
por dogmático, dualista, mágico y poco crítico. Dependemos de la cosmología y de la historia
sagrada de unas tribus o pueblo hebreo y de unas transcripciones de los dichos y hechos de un
Jesús que resulta ya inventado desde la primera transmisión.

3º El agujero de la existencia, la incomprensión nata de la conciencia es decir el de donde,
cómo, por qué y para qué de siempre, la insoportable gravedad del mal, el misterio de la
ausencia de Dios, etc. no pueden ya relatarse desde la gran metáfora del Misterio de la
salvación. No se puede sinceramente compartir la explicación de su secuencia temporal
creación, pecado, redención, resurrección y gloria eterna. Podemos probar, a lo mejor también
infructuosamente junto con los científicos, la hermenéutica social y la poética con el símbolo de la Gran Historia que comienza con la explicación científica del universo y su evolución y
concluye con la historia universal y de las personas concretas, y presenta en el amor
incondicional, principalmente inaugurado por el relato de Jesús de Nazaret, una singularidad
muy relevante. Eso es una aceptable metáfora para hoy.

4º Nunca sabremos quien fue Jesús pero sí podemos entenderlo no desde la mentalidad greco-
judía y medieval cristiana sino desde lo mejor del ser humano que vamos conjunta y
críticamente descubriendo entre todos. Y no solo desde una mentalidad concreta de un pueblo
que se atribuye ser elegido o una Iglesia que hace lo mismo. Visto así el evangelio significa
muchísimo y universalmente. Solo así por ej. se puede decir que la palabra, “la mentalidad
divina” o de suma dignidad, y que emerge en la creación o formación de la realidad, acabó con
el machismo y la religión establecida. Y que así se abre una nueva religiosidad, plural, humilde,
personal, convergente con la ciencia y la liberación. Pues no es la fe la tutora de la razón sino la
universalidad de la razón la fuente de la fe.

5º Termino con la Iglesia, ese gran valor a lo largo de la historia y en la actualidad. A pesar de
su patriarcalismo, sus pederastias, inquisiciones y dogmatismos. El trabajo dentro de la Iglesia
por los valores universales de Jesús de Nazaret y de tantos otros tendrá sentido en la medida
que gira sobre sí y mira para el lado conveniente, el de ser instrumento del símbolo Reino de
Dios, es decir un movimiento social universal, institución, intención, construido entre todos los
que buscan esa realidad de justicia y esperanza. No como continuidad del pueblo milagroso de
Dios, pueblo elegido sobrenaturalmente frente a paganos o ateos. Con los supuestos que
hemos ido mencionando y que no son todos. Reconocido naturalmente.
Adelante con la lucha feminista, un primer paso importantísimo. Adelante con Francisco,
Prometeo castigado a subir una y mil veces una compasión y apertura rebotadas otras tantas
veces.

En esta conversión, no dejamos de creer, no dejamos de ser cristianos, no seguimos en el
orgullo de la mejor opción. Procedemos sin dogmatismos a minar el corazón para extraer los
mejores sentimientos y valores, como todos, y hacemos espeleología de la esperanza, con
todos, para abrir rendijas en esta tierra o barro tan desconocido y enigmático. Quizás el Dios
que la modernidad dice estar muerto, y la Iglesia pone en el cielo, esté enterrado nutriendo las
raíces.
. Zaragoza, Febrero 2020

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