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Misionero claretiano
(Especial para www.panamaprofundo.org )
Han transcurrido dos años de la salida, o mejor, me corrijo, de la ?expulsión?? de los misioneros claretianos de Chagres y Donoso. En todo este asunto hubo un pecado original desde los inicios. No se dio una entrega amistosa, hablada, negociada, compartida fraternalmente, ni consensuada.
No hubo una entrega digna. Faltó humanidad. Era como afirmar: lo de ustedes no sirve. En las mentes de los que decidieron la salida de los claretianos y en el mente de sus jóvenes sacerdotes recién ordenados llegados ahora a la Costa Abajo se mantiene la idea de que los 82 años de presencia misionera claretiana no valían la pena considerar. Que había que empezar otro proceso, dejando morir lentamente el anterior.
Para ellos allí había una iglesia montada desde la teología de la liberación, desde la red de comunidades eclesiales con sus animadores y animadoras, con su red de ministerios y coordinaciones, sin valor para el momento actual de conversión pastoral que es el grito de nuestra iglesia latinoamericana. Hasta los murales de los centros de Coclesito, Chagres, Santa Rosa y Nuevo Porvenir magistralmente realizados por el reconocido internacionalmente y también claretiano el pintor Maximino Cerezo Barredo, deben estar rezumando este virus de la teología de la liberación.
¿Pero toda esta experiencia no había sido acompañada por obispos tan valiosos como Mons. Jesús Serrano Pastor y Carlos María Ariz? ¿Estos misioneros claretianos no habían sido legitimados por los superiores provinciales y generales de esta Congregación extendida en 64 países?. Sus líneas pastorales no habían sido apoyadas y fortalecidas por estas visitas de una congregación extendida por el mundo? ¿Se equivocaron tanto los capítulos generales de esta Congregación donde se trazaban estas líneas pastorales? ¿No era un trabajo en comunión con la iglesia universal y con las conferencias del episcopado latinoamericano?
Cómo es posible que sucedan estas cosas en la Iglesia en el corazón mismo de la propuesta de Aparecida que habla de Conversión pastoral y de renovación de la Iglesia. ¿Es esta la renovación de la iglesia para convertirse en misión permanente? Lo que está pasado en Costa Abajo es grave. Es un retroceso eclesial.
Si esta es la conversión pastoral qué futuro nos espera? El evangelio será irrelevante para dialogar con la historia de nuestros pueblos. Dejará de ser levadura y sal de la tierra como quería Jesús.
Aquello que algunos sectores de la iglesia no logran conseguir en los debates fraternos de las asambleas continentales como Aparecida, porque la mayoría de los que allí participan son pastores cerca de los clamores de la realidad, estas minorías que cuentan con el poder de facto, por la vía de los hechos consumados, van interviniendo y destruyendo procesos, que han sido acompañados con cariño. Lo triste es que sucede lo mismo en diferentes regiones de nuestra iglesia latinoamericana y caribeña
Lo que se dio fue una expulsión desde el poder eclesial. Faltó la estética elemental del relevo digno. Esto no sucede ni con los gobiernos de oposición cuando conquistan el poder. Sus contrarios tienen que rendir cuentas y compartir sus experiencias. Aquí no.
¿Y qué pasó con los cientos de animadores y animadoras de las CEBs, algunos con más de 30 años de servicios? ¿Se les consultó sobre estos cambios? ¿El pueblo de Dios no es un pueblo sacerdotal y profético con derechos eclesiales consagrados desde el bautismo? Para ellos la noticia de nuestra salida cayó como un balde de agua fría. Se sintieron incapaces de reaccionar, no diré de protestar.
Estas comunidades campesinas que fueron y siguen siendo capaces de enfrentarse a tantas injusticias como los impuestos excesivos, la propuesta del ACP para desalojarlos de sus tierras con la ya derrotada propuesta de los tres lagos adicionales gracias a la lucha de la coordinadora campesina contra los embalses nacida del corazón de las CEBs, los que siguen luchando contra la Minería cielo abierto de Petaquilla, no fueron capaces de reaccionar ante esta injusticia eclesial que están viviendo en carne propia. Así la fe del pueblo se debilita. Para las sectas es un botín apetitoso. Y de hecho se están aprovechando.
Ahora las comunidades sufren las consecuencias de una iglesia clericalizada, de una iglesia piramidal, donde el que manda es el sacerdote, una iglesia de la montaña abandonada, de las comunidades más alejadas, sin acompañamiento y que será tan sólo la presencia del Espíritu de Dios quien las sostenga.
¿Qué pasó con aquellos coordinadores que atendían un sector de comunidades eclesiales de base? Son ignorados. ¿Pero no fueron durante 35 años apoyados por obispos, sacerdotes misioneros, religiosas, acompañados y reconocidos sus ministerios? Ahora de repente son ignorados y a lo sumo se les admite para una tarea estrictamente controlada por los sacerdotes. No es seriedad eclesial, ni tan siquiera seriedad humana.
¿Qué pasó con la agenda ecológica, la agenda social y profética para ser profetas de la vida como nos recomienda ser Aparecida? ¡No! Eso no entra en la identidad de un discípulo-misionero de la misión continental. Eso es política, eso le toca al gobierno. La iglesia debe reducirse a lo religioso y a lo intra-eclesial. Un delegado de la palabra, una madre maestra, como nos consta, no pueden dedicarse a su servicio ministerial y estar también involucrados en la lucha contra la mina de Petaquilla.
La experiencia anterior soñaba con la gente pobre como sujetos de la iglesia, con una iglesia menos clerical, más dialogante y fraternal, cerca de ? los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y afligidos, que son también las tristezas y las angustias de los discípulos de Cristo ( LG n.1) ?
Una iglesia que ponga el Reino de Dios como centro de su servicio evangelizador donde todos somos discípulos, también los sacerdotes. Un discipulado siempre en relación con la vida, ?para que tengan vida ? en la defensa de la vida y de los derechos de los más vulnerables y excluidos y en el permanente acompañamiento en sus esfuerzos por ser sujetos de cambios y transformación de la situación (DA 408) Una Iglesia compañera de camino de nuestros hermanos más pobres (DA 410)
En este modelo de Iglesia cómo va a ser posible desligar la agenda ecológica en la defensa de la madre tierra contra la Minería cielo abierto de Petaquilla ahora amenazando a las comunidades de El Guásimo y su hermoso río Miguel. Ser discípulos-misioneros es también defender una agenda ecológica como nos recalca con énfasis Aparecida en los números: (847, 473,125, etc.)
Una iglesia que ha fortalecido las comunidades eclesiales de base (AP 179 ) como núcleo inicial de la estructura eclesial, pero que en otros lugares se hace todo lo posible para dejarlas morir con agonía lenta y dolorosa.
Para nuestro humilde sentir se trata de un retroceso eclesial. Es un retroceso humano, social, ecológico, espiritual e integral. Los dueños la Mina de Petaquilla están felices.
25.02.2010