Enviado a la página web de Redes Cristianas
?La religión sin la medicina deshumaniza, se torna cruel y se vuelve patológica??
(Raimon Panikkar)
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones ?Ignacio
Ellacuría??, de la Universidad Carlos III de Madrid. Autor de ¿Ha muerto la
utopía? ¿Triunfan las distopías? (Biblioteca Nueva, 2020, 2ª ed.)
En estos días de permanente ejercicio físico, psíquico y mental y de resistencia
paciente, impuesto por el coronavirus, y con algún brote depresivo, enseguida vencido
por la esperanza de ver pronto el final del túnel, estoy haciendo un recorrido pausado
por mi biblioteca y seleccionando algunos libros que han dejado huella en mí y han
modificado mi manera de sentí-pensar. Utilizo esta expresión siguiendo la teoría de
Zubiri sobre la inteligencia sentiente: ?Sentir e inteligir son justo los dos momentos de
algo uno y unitario, dos momentos de la impresión de la realidad??.
Hoy me he encontrado con uno de esos libros excelentes para el cultivo del
senti-pensamiento, tan necesario estos días: La religión, el mundo y el cuerpo, editado
por Herder en 2012 en traducción del original italiano publicado en 2010. Su autor es
mi entrañable amigo Raimon Panikkar, de cuyo fallecimiento estamos conmemorando
este año el décimo aniversario (1918-2010) y de quien conservo numerosas cartas-
tarjetas escritas en una letra lo más parecida al sánscrito, difícilmente descifrable.
Es un libro que viene como anillo al dedo en tiempos de pandemia como los que
estamos vivimos por mor del coronavirus y que indirectamente responde a quienes lo
consideran un ?castigo divino?? Empiezo con una consideración general sobre el libro
para luego referirme a la relación entre medicina y religión.
Las religiones se merecen, en buena medida, la mala fama que las acompaña
porque dan muestras de haberse olvidado de sus orígenes, imponen afirmaciones
dogmáticas, refuerzan los elementos identitarios singularistas y cerrados, consolidan las
estructuras institucionales, enturbian -y envenenan a veces- el agua pura que mana de
sus manantiales, convierten en vinagre el vino de la alegría, muestran insensibilidad
ante el sufrimiento humano intentando buscarle sentido redentor en vez de aliviarlo.
Con este juicio tan rotundo se abre el libro de Raimon Panikkar, cuyo objetivo es
devolver a las religiones su autenticidad, verdad y coherencia. Para ello comienza por
definir el rico y plural significado de la palabra ?religión??, que remite a ?religar??,
conectar de nuevo a unos con otros, al ser humano con la naturaleza, restablecer el
contacto con el misterio, reconducir lo humano hacia el umbral del más allá, reconectar,
pero también desbloquear los vínculos que bloquean, reconstruir la unidad dinámica de
cuerpo, mente y espíritu.
La fe religiosa no puede utilizarse como escudo protector o arma defensiva, ni se
asienta en seguridad alguna, como pretenden algunos libros de autoayuda religiosa y
algunos tratados apologéticos-dogmático, Implica, más bien, apertura, disponibilidad y,
al no basarse en garantía alguna, un riesgo. Ulrich Beck habla de ?la sociedad del
riesgo??. Aquí podríamos hablar de ?la religión como riesgo??.
2
La religión es un proceso, no un patrimonio doctrinal inmodificable. Por eso
debe adaptarse a los tiempos, renovar su lenguaje y la forma de vivir. Panikkar cree que
las religiones no tienen el monopolio del sentido religioso de la vida. Son solo uno de
los posibles soportes y transmisores. Piensa, a su vez, que no debe darse valor absoluto
a la propia religión, ni utilizar sus categorías como paradigma interpretativo para
comprender al otro, a la otra, a las otras religiones.
Panikkar no busca la unidad de las religiones, ni pretende crear una religión que
las incluya a todas, sino establecer una relación armónica entre ellas a partir del
reconocimiento mutuo. Para ello propone el diálogo interreligioso, que no consiste en la
confrontación de doctrinas, sino en recurrir al lenguaje del símbolo, que ?da que
pensar??, como afirma Paul Ricoeur, tiene carácter relacional y es, sin duda, el más
propio de las religiones. En el caso del cristianismo, en el principio fue el Evangelio
como Buena Noticia de liberación, no el dogma.
El diálogo no es una mezcla confusa de elementos diferentes, ni la yuxtaposición
de las ideas de los interlocutores. Es un proceso en el que los resultados son
imprevisibles e incluso sorprenden a los propios interlocutores, que esperaban unos
efectos y se encuentran con otros más beneficiosos. El diálogo tiene que estar abierto a
la sorpresa en los resultados. No requiere un común denominador que absorba las
diferencias y elabore universos cerrados de obligada referencia.
Conforme a su concepción de la religión, Panikkar entiende el estudio de la
religión como un estudio intelectual y existencial de las raíces de nuestro ser y estar en
el mundo, y de nuestro destino como seres humanos implicados en el tejido de la
realidad en su totalidad. Ahora bien, a diferencia de otras disciplinas, no puede obviar el
componente axiológico, no puede ser ajeno a los valores.
Panikkar aborda a continuación la relación entre religión y cuerpo desde un
planteamiento no dualista. El cuerpo no es simple carnalidad; remite a vida, símbolo,
misterio y es compañero imprescindible del ser humano. No hay religión sin
corporeidad. El tema le lleva a tratar en el último capítulo la relación entre medicina y
religión, que define como ?ontonómica??. Rechaza la concepción dualista según la cual
la función de la medicina es salvar el cuerpo y restablecer la salud en este mundo, y la
de la religión salvar el alma y restablecer la salvación en el otro mundo. Medicina y
religión tienen el mismo objetivo: salvar al ser humano.
Tras un análisis semántico de la palabra ?medicina?? en las diferentes lenguas y
culturas observa que incluye tratamiento, medicación, curación por medio del
conocimiento y confianza. La medicina ayurvédica se autodefine como ?meditación de
la vida, ciencia de la vida??.
¿Y la religión? La respuesta de Panikkar no puede ser más oportuna en este
momento dramático que estamos viviendo:
?Desligada de la medicina, la religión deja de ser [??] una fuente de júbilo [??];
se torna una fuerza alienante que, ciertamente, puede refugiarse en el ?negocio? de
salvar almas no encarnadas o en la espera de un cielo proyectado en un futuro lineal,
pero que pierde su valor terrenal e incluso su raison d?être, puesto que ya no puede
salvar al ser humano real de carne y hueso [??]; sería nada más que una especie de
medicina para ese otro mundo, al precio de ignorar este de aquí (p. 111).
3
Y concluye: ?La religión sin la medicina no es religión, se deshumaniza, se
torna cruel y aliena a los seres humanos de su propia vida en esta tierra. La religión sin
medicina se vuelve patológica?? (p. 112).
La religión tiene una función terapéutica, curativa, compasiva. ?Es cura y salud??,
afirma Panikkar. Marx, uno de los críticos más severos de la religión, la define como ?el
suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el
espíritu de una situación carente de espíritu??. Y si no fuere eso, entonces, ?es el opio
del pueblo??. La com-pasión, ?una virtud bajo sospecha??, como afirma el subtítulo del
libro de Aurelio Arteta La compasión (Paidós, 1996; nueva edición, 2019), es la virtud
por excelencia en el mensaje y la práctica de Jesús de Nazaret: ?Misericordia quiero, no
sacrificio??. Afirmación en plena sintonía con la que constituye el centro de la filosofía
de Epicuro: ?Vana es la palabra del filósofo [y de la filósofa, añado yo] que sirva para
aliviar los sufrimientos humanos.
Son cuatro mensajes de Epicuro, Jesús de Nazaret, Marx y Panikkar que
coinciden en que la actitud ante el sufrimiento humano, en este caso ante el covid19,
que tiene confinada a una tercera parte de la humanidad, está costando decenas de miles
de personas muertas por el momento y cientos de miles muertos y que pueden llegar a
millones, es la com-pasión, la compañía, la solidaridad con las víctimas, la memoria
agradecida y la rehabilitación de su dignidad.