El asunto de la independencia de Cataluña con respecto al estado: España ha adquirido tal relevancia tras la manifestación de la cadena humana organizada a favor del derecho a decidir por la independencia que pienso que debo presentar públicamente estas reflexiones.
Ya en un artículo anterior, publicado en mi blog, y titulado: «Individuo, persona, nacionalismo» me posicioné ante el hecho independentista. Ahora quiero ir a unas reflexiones concretas sobre el valor de unos hechos.
Dejo sentado, lo sabemos todos, que yo no soy economista, ni experto en leyes, y que entiendo que hay problemas serios jurídico-económicos de relación entre el gobierno central de España y el de Cataluña. Aspectos que exigen un diálogo muy hondo, sincero y limpio por «ambas» partes. Toda negociación, que se apoya en el diálogo, exige, por parte de todos, renunciar a algo para conseguir también algo.
Mi postura es la de un ciudadano, consciente y maduro y con una formación seria en el aspecto humanista (con todo lo que ello conlleva).
No he nacido en Cataluña, Nací en la provincia de Cádiz, llevo cuarenta y dos años viviendo en Badalona donde estoy censado, he sido profesor de una universidad de Barcelona, hoy jubilado. Mi hijo y mis nietos son catalanes, mi esposa no, es malagueña.
Vamos con el primer hecho: La vía catalana por la independencia. (Por mucho que se quiera dorar la píldora por parte del gobierno catalán, la Vía se llevó a cabo a favor de la independencia, no por el derecho a decidir sobre la misma).
Por más que se pretenda desde determinados sectores anticatalanes o del PP minusvalorar la asistencia a dicha Vía, lo cierto es que dicha asistencia fue masiva. Las cuantificaciones, sean las que sean, son lamentables. Es cierto que se cubrió toda una línea desde la frontera francesa (un pelín más allá) hasta la Comunidad Valenciana. Lo que ha pretendido difundir 13TV de que en algunos lugares pusieron muñecos en vez de personas y en otros vacas y ovejas es algo verdaderamente malicioso y totalmente incierto. Por descontado que en la Vía catalana hubo muñecos (Els Gegants) y animales (vacas y ovejas) pero no en sustitución de personas, sino acompañándolas. Incluso en muchos lugares no había un simple cordón de personas enlazadas por las manos, sino que había dos, tres o cuatro hileras. Y en muchas de las ciudades eran verdaderos grupos de cientos o miles de ciudadanos lo que formaban la Vía. Querer negar esto, o retorcerlo, es negarse a los hechos. Y así no vamos a ninguna parte.
El acto estuvo organizado por muchas entidades ciudadanas catalanistas, al frente de las que estaba la ANC (Assamblea Nacional Catalana) y Omnium Cultural (entidad dedicada a la difusión y promoción de la cultura catalana, y de un separatismo fortísimo) .
¿Qué valor tiene esto? Para las valoraciones que se hacen en democracia es grande sin duda. Se trata claramente de mucho más de un millón de personas. Pero yo me pregunto ¿No es un defecto de nuestra cultura actual el haber cambiado la calidad por la cantidad? Al perderse un horizonte de valor que lo regía todo, el theos (Dios, el Espíritu…), aún estamos en esos tanteos que buscan un sustituto válido, un horizonte de valoración. Hoy la cantidad se asume como indicativo perentorio (asistieron tantas personas, el partido más votado, el programa más visto, el acto más multitudinario…). Mas por esa razón entiendo que el fútbol tendría que ser un valor casi absoluto en España (y en muchos más países) ¿Cuántos individuos asisten al fútbol cada domingo en todos los campos de España? ¿Cuántos participan o lo ven por televisión? Si sumamos todos los domingos del año ¡cuántos millones! Y la Vía catalana ha sido una sola en el año. El fútbol es mucho más importante. Mientras midamos los valores con el criterio de la cantidad, estamos haciendo al mundo cada vez más chato.
Intentar comparar a los asistentes a la Vía con la llamada por Soraya Sáenz “la mayoría silenciosa” (dentro de la que me encuentro, pero no me siento representado tampoco por el gobierno del PP, aunque lo acepto por la reglas del juego político) no es propio para comenzar un diálogo sincero. Un solo apunte: fueron muchos más los que no votaron en las últimas elecciones generales que los que votaron al PP. Nunca hacen sus miembros referencia a esa “mayoría silenciosa” que no votó. Ciertamente hay mucha gente -equivocada o no ¿con qué criterio?- en Cataluña que hoy quiere la independencia del “resto de España”. Hace solo diez años, menos, 5 años no la había ¿Por qué? Es cierto que con el gobierno del PP este número independentista ha aumentado mucho.
Por otra parte, afirmar como hace el gobierno de la Generalitat que “el pueblo de Cataluña” quiere mostrar su derecho a decidir si se independiza, es extrapolar totalmente el número de asistentes a la Vía por el otro lado. Cataluña supera con creces los siete millones de habitantes (incluidos los menores), aceptando como válido el número de manifestantes del acto (incluidos menores) millón y medio – millón seiscientos mil, aún quedan seis millones que formamos el pueblo de Cataluña y no nos manifestamos a favor ¿En nombre de quién dicen los políticos que toda Cataluña quiere la independencia o el derecho a decidir sobre la misma?
Hay razones muy serias de tipo jurídico y político, por no decir también económico, social, histórico, humano, constitucional… para pensar que en materia tan importante como el derecho a decidir si se quiere la independencia nos competería a todos los españoles, trátese de la región de la que se trate. Al menos el derecho a opinar y a ser escuchados.
Sin duda hay planteado un conflicto, y muy serio. Un conflicto que a mi pobre ver y entender se ha de negociar sobre la base de un largo y concienzudo diálogo. No pueden ser un par de cartas que se cruzan. Eso es patético por ambas partes. Hay que sentarse largas horas y dialogar, o sea, escuchar, tratar de entender y saber renunciar a algo. Y esto, vuelvo a insistir, por ambas partes (de momento ambas en sus actitudes están muy alejadas del diálogo, aunque lo nombren constantemente). Siempre buscando la mayor avenencia posible. No estar siempre diciendo que es el otro quien no quiere dialogar. Esta actitud propicia al diálogo no la vemos ni en las actitudes del gobierno central que se negó en redondo a la propuesta del pacto fiscal, ni en las del gobierno catalán que afirma aceptar la oferta de diálogo que hacen desde Madrid, pero que a la vez afirma en Cataluña que la consulta sobre el derecho a decidir se hará “sí o sí” y en la fecha prevista y que se camina hacia un estado propio dentro de la UE.
Hay que tener en cuenta que el gobierno catalán está enmascarando un poco la realidad del tema: que es la independencia. Dice que quiere hacer un referéndum sobre el derecho a decidir del pueblo catalán, pero en las pancartas de la Vía catalana se veía explícito: “derecho a decidir por la independencia” en ninguno apareció: “derecho a decidir por la independencia o por la no independencia”. Enmascarando las cosas no se puede dialogar.
Hay otro asunto que a mí me pone sobre aviso. Desde el comienzo el gobierno catalán -que mediatiza, como hace el central con los suyos, los medios de comunicación propios (Tv3, Canal 33…prensa)- está intentando desde el comienzo del planteamiento independentista convencer a la gente de que la unión con Europa, con la UE, está casi asegurada, en caso de la independencia de Cataluña. Sin embargo, no es esto lo que han dicho las autoridades europeas según consta en la prensa. Últimamente, el comisario europeo Joaquín Almunia, dejó bien claro que quien se independizare de un estado miembro de la UE automáticamente quedaría excluido de la misma. Pese a ello, pocos días después el president del gobierno catalán dijo que a Europa no le interesa que una Cataluña independiente dejara de ser miembro de la misma por motivos económicos.
Yo me pregunto ¿tan poderosa es la economía catalana que la economía europea no podría dejarla? ¿y la de Suiza? ¿Miente Almunia? ¿Miente Mas? Creo que la economía catalana tiene su importancia, pero ¿sabemos lo que conllevaría en la economía catalana una hipotética independencia? Y solamente son los aspectos económicos los que importan a la UE, ¿y los políticos? ¿y los sociales? ¿y los históricos? Hay miembros que precisamente no son tales miembros por su economía (Malta, Rumanía…).
Hay un hecho social que me preocupa y más en estos últimos meses, un hecho que dificulta la relación y el diálogo necesario. La antipatía mutua que a veces degenera en odio dentro de la misma sociedad. Vivimos mucho de estereotipos que están muy afirmados en la ignorancia, en el desconocimiento del otro (por eso estoy muy de acuerdo con quienes dicen que el viajar cura la cerrazón de los estereotipos). “El otro es el enemigo”. Y es que todos los españoles procedemos de una cultura muy maniquea que no reconoce en el ego (el falso yo que es el que camina, y bebe, y come, y duerme, y creemos que piensa y planea hacer cosas, y gana dinero, y va al fútbol…) mal alguno y lo proyecta sin más en el otro. ¡Las banderías dentro de los pueblos! ¡Y las banderías de un pueblo contra el pueblo vecino!¡La sombra!
“El catalán es avaro, rata, seco, cerrado, con una lengua que quieren imponer…” Y si no, basta con leer determinado tipo de prensa que se niega a cualquier tipo de diálogo.
“España (o Madrid , curioso) nos invade, nos avasalla, nos roba, nos impone una forma de ser y una lengua… ¡el expolio fiscal! Hace muchos años que pasó el franquismo.
Todas estas afirmaciones son simples aberraciones, o tremendas inexactitudes, hay mucha gente muy abierta y muy acogedora en todas partes, hay una sola Tierra que no conoce límites ni fronteras humanas, abrámonos unos a otros y conozcámosnos. Caerán por sí solos todos los tópicos. Y si a alguien no se les caen es señal de que es él quien los tiene en propiedad. El hombre, el ser humano es el mismo en cualquier momento y rincón del planeta, tiene los mismos huesos, los mismos músculos, un par de ojos… una autoconsciencia y una capacidad para abrirse al otro y al Otro. Pero cada uno puede utilizar todo esto a su manera.
Por eso: Unión sin uniformidad. Unión en la variedad. Comunión en lo múltiple. Realizar el Amor que es crear Unión, estrecharla cada vez más, favorecerla.