Redes Cristianas en Córdoba -- José Cobos Ruiz de Adana

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Diario de Córdoba

Pudiera parecer contradictorio que un colectivo católico haya redactado un Manifiesto por la laicidad . Más aún, si éste está escrito en unos términos tan poco clericales que podría ser firmado incluso por un ateo militante. Sin embargo, la contradicción se disipa cuando se percibe que la Iglesia universal es mucho más plural de lo que a simple vista pudiera parecer. Y más aún, cuando descubrimos que en su seno existen corrientes que asumen con naturalidad que la crítica positiva a la institución romana es una parte esencial de la tradición cristiana, que brota de los propios evangelios.

Redes Cristianas nace en el 2005 de la convergencia de varias tendencias del catolicismo. A su vez, éstas habían manado de experiencias cristianas diversas como la Teología de la Liberación y de su compromiso con los desfavorecidos, de la apertura y diálogo del Concilio Vaticano II, así como de las Comunidades de Base y de su apuesta por el laicado.

También bebe de otros hallazgos aparecidos fuera de la institución y que no pocas colectividades entendieron interpretar como una verdadera acción de Dios en el mundo. La radical igualdad del derecho de las mujeres, el descubrimiento de todo tipo de sexualidad como un valor humano positivo, la democracia, la ecología, el diálogo entre religiones, etc.; valores todos ellos que no se aceptan con facilidad en el organismo eclesial, pero donde sí que muchos colectivos de creyentes escuchan con alegría las resonancias de la Buena Noticia del Reino.

Podría surgir la duda de si un grupo así, que discrepa de las líneas oficiales de su institución, pudiera o no tener futuro. Sin embargo, al acercarnos a Redes Cristianas se percibe que en su seno hay elementos muy necesarios para nuestros tiempos, especialmente ahora en tiempos de crisis.

Por un lado, un enérgico impulso para el cambio social, desde el punto de vista de los pobres y oprimidos, para que nuestra sociedad deje de ser creadora de esclavitud y exclusión social. Por otro, una llamada a la interiorización personal, a la profundización de la búsqueda de nuestra propia esencia humana.

Por último, el hallazgo de comunidades de fraternidad, donde compartir la vida desde el compromiso comunitario. Empiezan a aparecer por el mundo, aunque aún son muy minoritarias, situándose muchas de estas plataformas no solo en la búsqueda de soluciones para el cambio social y económico, sino también para la modificación de hábitos y formas de vida.

Redes Cristianas se siente pues unida a todas ellas, al soñar con el cambio desde abajo, buscando alternativas a las formas de vivir desde el compromiso personal y de grupo. Pero para ellos es muy necesario comenzar por la propia casa. Desde ahí, se hace preciso que la comunidad católica renuncie a todo tipo de privilegios en nombre de una superioridad moral o de un monopolio de verdades absolutas.

Este, y no otro, es el sentido profundo del referido manifiesto, que entiende la laicidad como una creación de espacios de libertad, donde debatir y poder dialogar con otras tradiciones y formas de pensar. Es precisamente lo opuesto al fundamentalismo imperante, que en modo alguno cree en la necesidad de escuchar al otro, por creerlo equivocado. La laicidad necesita de fe en el ser humano y de su capacidad para descubrir la verdad mediante el diálogo. Aquel, en cambio, necesita apoyarse en el poder y los privilegios para hacerse valer.

Por ello, en el Manifiesto por la laicidad se denuncian cuantos privilegios se dan para la Iglesia en España. El más claro de todos ellos, los Acuerdos entre el Vaticano y el Estado español de 1979, pero también se hace mención a otros más, que se refieren a la presencia confesional en la educación, la financiación de la institución, la asistencia de simbología religiosa en los espacios civiles, etc.

Los 147 colectivos alternativos componentes de Redes Cristianas abogan pues por un estado laico que supere la confesionalidad encubierta y, también, por una Iglesia inspirada tan solo en el Evangelio, no sometida a tutelaje alguno por parte del Estado. Desde el pasado mes de septiembre, cuelga en su web el referido manifiesto, con el fin de recibir adhesiones, y también, cómo no, para hacer saber a la opinión pública que existen diversidad de experiencias de fe dentro de la Iglesia católica.

Para ellos, inspirados por el espíritu del último concilio, y como seguidores de Jesús de Nazaret , el Evangelio no debe relacionarse con otras formas de autoridad, sino simplemente con el servicio a los demás, ya como semilla en este mundo, pero abierto a su plenitud en el futuro. Son, por tanto, una voz fresca para la institución romana, no solo como mujeres y hombres, sino también como seglares y clérigos, teólogos y teólogas, quienes desde unas posiciones críticas y de igualdad desean acercase a todos y dar una respuesta conjunta en pro de la transformación democrática de la Iglesia y de la propia sociedad.