La Conferencia Episcopal Española (CEE) celebrará a partir del próximo día 20 su asamblea plenaria de noviembre, la primera tras la visita de Benedicto XVI a Valencia. En estos tiempos se ha recordado que Joseph Ratzinger alertó en su día del riesgo que supone la burocracia y los lobbies en los episcopados.
Habrá que ver cómo el espíritu conciliador del Papa incide en el episcopado. La actitud papal está a favor de una Iglesia que proponga su mensaje con cordialidad y sin imponerlo con declaraciones apocalípticas y movilizaciones callejeras. En este contexto también habrá que observar si prospera o no el polémico proyecto de instrucción pastoral que, entre otras cuestiones, preconizaría la unidad de España como valor moral.
El hecho es que algunos documentos episcopales, sobre todo los más controvertidos, se elaboran con un procedimiento deficiente. Por ejemplo, el jesuita José Ignacio González Faus denunció el pasado 8 de mayo en La Vanguardia lo ocurrido pocos días antes con el documento Teología y secularización en España.»Se quiso despachar – según González Faus- la aprobación del documento en una mañana y, para eso, se trató de quitar la palabra a quienes proponían enmiendas. Hasta que intervino el presidente Ricardo Blázquez para pedir que al menos ´escuchemos las enmiendas´. Según parece el texto entonces ya estaba en la imprenta».
Aquel documento fue aprobado sin el voto favorable, entre los negativos y las abstenciones, de 16 obispos, por lo que quedó muy lejos de la unanimidad requerida para ser considerado como doctrina auténtica.
La crítica del jesuita de Sant Cugat sobre estos aspectos de las conferencias episcopales coincide con la que, ni más ni menos, ya fue efectuada por Joseph Ratzinger cuando era cardenal y prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El purpurado alemán trató sobre estos organismos en el semanario Famiglia cristiana a raíz de la publicación de su libro La comunión en la Iglesia. El que al cabo de un año sería Papa Benedicto
XVI dijo en aquella ocasión: «En el caso de las grandes conferencias, cuando en las asambleas se encuentran kilos de papel que hay que leer, órdenes del día con decenas de puntos para discutir, creo que es realmente imposible un diálogo profundo. Se da también el riesgo de que las discusiones y las soluciones sean tomadas con antelación por las oficinas, por la burocracia. En el caso de las grandes conferencias, el debate debería limitarse quizá a pocos argumentos relevantes, y descentralizar el resto a cada Iglesia local.
Es importante que las conferencias sean un instrumento flexible».
Estas palabras del entonces cardenal han cobrado actualidad gracias al experto vaticanista Vittorio Messori, periodista estrechamente vinculado a Ratzinger y que colaboró con él en el libro Informe sobre la fe.A partir de unas declaraciones del cardenal Tarcisio Bertone, tras su reciente nombramiento como secretario de Estado del Vaticano, Messori ha explicado en el Corriere della Sera el pensamiento del actual Papa sobre las relaciones entre las Iglesias particulares y la Iglesia universal.
Messori se refiere a lo que en aquel tiempo le contó Ratzinger. «El hoy Papa – desvela el vaticanista italiano- me dijo que entre los efectos imprevistos y contradictorios del Vaticano II se encontraba la disminución de la importancia de los obispos que, sin embargo, el concilio pretendía promover. La autonomía de la libertad de los obispos a cargo de las diversas diócesis ha sido coartada, encerrándola en la jaula de las conferencias episcopales nacionales (…) En ellas funcionan los mecanismos de las decisiones tomadas por mayoría, con los inevitables compromisos, grupos de presión y maniobras de pasillo donde terminan por dominar los lobbies organizados y prepotentes».
La instrucción pastoral no es vinculante
La «instrucción pastoral» es una figura que no consta en los estatutos de la Conferencia Episcopal Española (CEE). El episcopado, sin embargo, en sus asambleas plenarias debate y aprueba documentos que, después, son presentados como la postura oficial de todos los obispos ante los fieles y la sociedad en general. Pero una declaración o una instrucción pastoral de la CEE no es vinculante ni para los fieles ni para los obispos. Un obispo, y no la conferencia episcopal, es la máxima autoridad eclesial en su diócesis.
Una declaración episcopal sólo podría tener el carácter de «magisterio auténtico» si es aprobada por unanimidad en la asamblea plenaria o si cuenta con la recognitio (reconocimiento expreso) de la Santa Sede.
Conceder esta recognitio a las declaraciones de una Conferencia Episcopal compete a la Congregación para los Obispos.
El artículo 14.2 de los estatutos de la CEE, que nunca es citado en las ruedas de prensa del portavoz episcopal cuando presenta un documento del episcopado, señala textualmente lo siguiente: «Las declaraciones doctrinales de la Conferencia, para que puedan constituir un magisterio auténtico y ser publicadass en nombre de la Conferencia deben ser aprobadas en asamblea plenaria o con el voto unánime de los miembros obispos o con una mayoría de al menos dos tercios de los obispos con voto deliberativo; en este último caso, a su promulgación debe preceder la recognitio de la Santa Sede».