Tenéis ya mucha información sobre el drama que estamos sufriendo en estos momentos. He leído El País y La Vanguardia de hoy y expresan noticias muy completas.
Mi inquietud va ahora por otro camino: el futuro. Estamos sumidos en un caos de tal magnitud que no es posible vislumbrar qué será de nsotros como país, en los próximos meses. Todo está colapsado. Las escuelas no van a funcionar durante un cierto tiempo. Los alimentos básicos van a abundar pero a precios desorbitados. Hasta el agua potable va a ser un bien escaso. Cómo va afectar tanta dificutad sobre el espíritu de gentes pobres, acostumbradas a resistir, pero hasta un cierto límite?
El propio estado carece de estructuras. Las ayudas generan dependencias perversas desde hace ya largos años. Y ahora se repite el mismo problema.
Mientras os escribo oigo cantar en la calle y en los descampados a los niños que están a punto de dormir en el suelo, apenas cubiertos con un trapo y sin haber comido apenas nada durante todo el día. Distraen el hambre como pueden.
Lo peor es que su cultura no les permite buscar refugio en algunas casas que quedaron en pie o bajo algun techado. Esto sucede incluso con mis compañeros jesuítas. Soy el único que duerme en la casa. Para mí es una especie de sufrimiento inútil…
Voy a lo más estimulante en estos momentos: la enorme solidaridad que ha suscitado el terremoto. Esto también calará hondo en las gentes y se sentirán apreciadas, tenidas en cuenta. Ojalá sepamos tenerlo en cuenta también nosotros, de ahora en adelante.
Por otra parte, alguna Embajada como la canadiense, está aconsejando a sus conciudadanos que abandonen el país por miedo al caos que seguirá reinando durante un tiempo. Cada día salen aviones hacia Canadá.
Un periódico de Nueva York, creo que es el New York Times, ha hecho una primera investigación acerca de las victimas y ha contabilizado alrededor de 50.000.
Como véis es todo ello abrumador. Nos queda, esto sí, la esperanza. Como creyentes en Jesucristo no podemos desprendernos de ella. El Señor, junto a nosotros, sigue teniendo la última palabra.
Con todo afecto, Ramiro
Muchas gracias, Pepe, por vuestro interés y apoyo.