Rafael Vez, canónigo de la catedral de Cádiz -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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rafael vez2¡Por fin un clérigo significado, -canónigo de Cádiz-, demuestra haber leído el Nuevo Testamento!
Acabo de ver una magnífica noticia en Religión Digital, y la magnificencia de mi sorpresa está relacionada con el subtítulo, «¡Por fin un clérigo significado, -canónigo de Cádiz-, demuestra haber leído el Nuevo Testamento!». Está claro que la redacción de esta frase tiene un algo apreciable de provocación. No dudo de que los clérigos lean el Nuevo Testamento, pero hace años que estoy metido en la faena de demostrar que los obispos, en general, y los clérigos de altos vuelos, canónigos, vicarios episcopales, monseñores de la Curia Romana, obispos auxiliares, obispos residenciales, arzobispos, cardenales, e incluso los papas, con la gratificante y esperanzadora excepción de Francisco, han olvidado lo que han leído, en el tema referente al amor de la verdad, y de la información veraz, aunque ella suponga un mal trago para algún compañero, colega, o incluso, amigo clérigo.

Me refiero al secretismo que se profesa en todas los niveles institucionales que he citado, y pongo por ejemplo excelso, pero a la vice contra, es decir, como negativo, la continua y pertinaz actitud de la Conferencia Episcopal Española, (CEE), en la información de sus deliberaciones, con el pavor inmenso y ridículo de que los fieles nos enteremos, oficialmente, de algo que todos imaginamos, con razón y según derecho, ante la falta de informaciones oficiales y veraces: que los señores obispos no piensan todos igual, que hay diferencias notables entre ellos, y que pueden llegar hasta a provocar fuertes tensiones. Y parecen desconocer dos cosas: 1ª), que a los fieles no les espantan nada esas diferencias, y que lo que temerían de verdad es la losa del pensamiento único, que provocaría verdadera alarma entre la feligresía; y, 2ª), que en el Nuevo Testamento (NT) las diferencias, discusiones, encontronazos, y enfados, no se ocultaban. Y llegaron a ser tan exquisitamente sinceros que contaron esas desavenencias hasta en los documentos que después pasaron al acervo del conjunto de la Palabra de Dios en la Biblia. Por eso hablo de leer el Nuevo Testamento, y tener en cuenta lo leído.

El canónigo de Cádiz Rafael Vez Palomino sí que ha demostrado haber leído el Nuevo Testamento, y de haber guardado sus enseñanzas, en lo referente a la claridad, sinceridad, y veracidad, en la información de los comportamientos poco, o nada, evangélicos que se puedan producir en los ambientes eclesiásticos. En Religión Digital aparecieron, hace unos días, casi al mismo tiempo, dos artículos: uno de Juan Luis Torrejón, nacido en San Fernando, en 1970, licenciado en Pedagogía por la UNED, padre de tres hijos, hace tiempo que trabaja en Caritas, primero en la parroquia del Buen Pastor de San Fernando, después, aupado por brillantes estudios relacionados siempre con el ámbito social, «coach» formado por la consultora británica de prestigio, Independent Thinking. Ha sido educador y educador-director del centro de menores Hogar padre Damián, de la Congregación de los Sagrados Corazones. Tras 14 años de experiencia en educación menores, ha sido asesor pedagógico, y ocupado el puesto de vicepresidente de la Asociación de Centros Católicos de Ayuda al Menor de Andalucía (ACCAM). Fue también director general de la asociación AFANAS para personas con discapacidad intelectual de Cádiz.

Con este currículo, y su continua profesión de cristianismo y de sentido de justicia evangélico, no es de extrañar que Caritas de Cádiz lo eligiera como su coordinador general. Después de un tiempo de armonía y sintonía con el obispo, D.Rafael Zornoza Boy, éste lo aparto de su puesto de coordinación, por el motivo que el mismo Juan Luis aclara en un comunicado que publicó después de su cese: «Y me dolió que me destituyera de mi cargo de director diocesano de Caritas por no dejarle gastar el dinero de los pobres en otras cosas». Y por el interés informativo, transmito también otras decepciones del ex coordinador gaditano de Caritas: «Lo que más me ha dolido es la actitud de silencio cómplice de la Iglesia. La cobardía. La reacción de los Kikos y otros grupos, que solo miran por sus propios intereses económicos para tener cada día más borregos adeptos. Por eso, te felicito Rafael. (Rafael Vez, el canónigo que públicamente informó de los desmanes de su obispo y del ecónomo de la diócesis) Ojalá se vaya uniendo más gente a decir la verdad públicamente y se pueda encontrar una solución».

No sé si para todos mis lectores tiene la misma importancia que para mí el hecho que comento, y el significado tan liberador que adquiere la denuncia pública y directa de los abusos clericales que se puedan producir en el ámbito de actuación de otros clérigos, y para ser equilibrados y justos, y no caer en un clericalismo disfrazado, también de seglares que lleguen a ser testigos directos de ciertas tropelías. No abogo, de ninguna manera, por caer en una especie de comunidad delatora, pero sí recordar el protocolo de la corrección fraterna: decírselo, en primer lugar, al interesado, pero teniendo en cuenta la humana fragilidad, y la jerarquización implacable que existe en el mundo eclesial, si el que está en un escalón, o varios, más abajo, no es capaz de abordar a alguien de nivel más alto en la jerarquía eclesiástica, acuda a un superior de ambos, respetuosa y humildemente.

Y en el caso de que este Pastor no cumpla su parte de responsabilidad que le corresponde, entonces sí, comuníqueselo a la comunidad. Los escritores sagrados de la Iglesia primitiva no tuvieron dudas en contar cómo Jesús llamó a Pedro «Satanás» por no aceptar el misterio de la Pasión del Señor, cómo Pablo afeó al mismo Pedro su cambio de actitud ante la presencia, en Antioquía, de enviados de la comunidad más estricta de Jerusalén, y cómo el escritor de los Hechos de los Apóstoles, lo atribuimos a Lucas, nos informó con sencillez y valentía de las «violentas discusiones» que se produjeron en el llamado Concilio de Jerusalén, y los enfados y quejas que se sucedieron en los viajes que hicieron posible cumplir la tarea misionera de la evangelización de todo el Mediterráneo.

Así que nosotros también nos congratulamos de que un seglar comprometido con la comunidad eclesial, y con su parte más débil y necesitada, como coordinador de Caritas, comunicara, en primer lugar, al señor obispo, su opinión contraria a que empleara en otros gastos los recursos entregados a Caritas, para las urgentes necesidades, y atención a los serios problemas que ésta atiende, y que después de ser expulsado de su trabajo, por un abuso de clericalismo autoritario del prelado, comunicara a personas responsables y dignas de la comunidad eclesial, como a algunos miembros del Cabildo diocesano, ese comportamiento inaceptable del obispo diocesano. ?ste, por cierto, ya estaba en el punto de mira no solo de la diócesis, sino de parte de la comunidad ciudadana de Cádiz, por la falta de criterio, la irresponsabilidad, y los modos no solamente autoritarios sino injustos en el despido de trabajadores de Caritas, voluntarios y contratados. Véase el artículo «Desmanes clericales», apartado «El caso del obispo de Cádiz», del día 20/03/2018/, en el que ya trataba este bloguero el tema de los despidos de monseñor Zornoza como uno más de los desmanes clericales que merecían denuncia informativa.

Y no quiero terminar esta entrada sin resaltar, una vez más, la urgente necesidad de que en la Iglesia corra aire fresco, se airee el ambiente un tanto cargado y poco higiénico de sacristías y despachos curiales poco ventilados, abriendo las ventanas, como ya propusiera el gran papa Juan XXIII, al que no hace falta añadir lo de santo, para que se produzca una ventilación absolutamente necesaria, cada vez más alejados de ese secretismo, y de ese miedo a informar de los graves errores de los eclesiásticos. Tomemos ejemplo del terremoto de basura y podredumbre que está asolando a la Iglesia, por querer mantener, hipócritamente, a escondidas, y contra la verdad, la «buena fama de la Santa madre Iglesia».