Enviado a la página web de Redes Cristianas
«Donde la Iglesia no engendre una fe liberadora, sino que difunda opresión, sea esta moral, política o religiosa, habrá que oponerle resistencia por amor a Cristo».
Jürgen Moltmann
Ante las declaraciones no solamente destempladas y totalmente alejada del espíritu del evangelio, por principios éticos me siento en la necesidad y obligación de responder a la homilía de los obispos de los estados Yaracuy y Lara, en ocasión de la festividad de la Divina Pastora el pasado 14 de enero. Expreso mi opinión porque callar se convertiría en una actitud de anti reino. Usted se atreve a decir.
“Hoy es Venezuela, ese pueblo asediado por tantos males como el Israel del tiempo del profeta” Ojo obispos les recuerdo que el profeta anuncia esperanza y denuncia toda estructura de muerte que ocasione un sistema… ¿dónde está la condena que ustedes hacen al diputado Julio Borges cuando clama por un bloqueo económico e intervención extrajera?… ¿de qué profeta habla usted: del Jesús que se colocó de espalda al poder religioso opresor o del profeta que anuncio que él venía a dar vida y vida en abundancia?. El asedio viene de grupos extremistas, que se oponen a un proyecto que fue elegido y ratificado por un pueblo que construye su propia historia desde la soberanía y su autodeterminación. Sólo la mezquindad puede hacerse ciego y sorda ante estos signos.
Usted exhorta al pueblo: No escojamos el camino de la maldición en el que se han empeñado quienes niegan que en Venezuela hay hambre y desnutrición. Quienes le cierran las puertas a quienes en el mundo quieren venir a nuestra ayuda negándose a la posibilidad de apertura de un corredor humanitario que permita hacer llegar a Venezuela alimentos y medicamentos. Quienes están empeñados en no entender que la causa fundamental de los males de Venezuela está en la persistencia en un modelo político económico y social, negador de Dios y por ende de la dignidad humana.
Obispo yo me atrevo a indicarle que el camino de la maldición está del lado del modelo capitalista que mercantiliza con el ser humano, que su nueva manera de generar terrorismo en nuestra Patria es subiendo el precio a los artículos de primera necesidad, escondiéndole los medicamentos al pueblo; la causa fundamental de los males de Venezuela y los del mundo son este sistema capitalista neoliberal que niega la cultura de la vida, que todo a su paso es una mercancía, que su dios es el dinero y su culto es el consumo desmedido, la corrupción, el capitalismo ha logrado por medio de la violencia, y la intervención la concentración de riquezas, la monopolización de los avances científicos y técnicos, mundializar su dominación, transformando en mercancía y privatizando todo lo existente (Claudia Korol ).
Este sistema imperial que constantemente va generando guerras y muerte este modelo es el que realmente niega a Dios y a la dignidad humana. ¿Acaso la invasión a libia, a Irak, Afganistán no han sido producto de la codicia del sistema neoliberal? ¿Va a negar usted que el negocio de las armas promovido por los Estados Unidos e Israel ha llenada de dolor y miseria a la humanidad…? entonces, ¿de qué lado está la maldición? Le aclaro que el socialismo significa una alternativa de esperanza ante la codicia desmedida y opresión que impone el capitalismo con su lógica mercantilista. Muy por el contrario, el socialismo es un proyecto popular cimentado en las bases. El socialismo no se basa en el poder mezquino, sino el poder como servicio. No es dominación sino fraternidad, no es elitismo sino igualdad, no es individualismo sino comunidad, no es sectarismo sino solidaridad… solo alguien encerrado en su cúpula, alejado totalmente de la realidad y el sentir de un pueblo puede exhortar a ver este proceso liberador como una maldición. Siendo que este pueblo ya despertó. Nunca mejor dichas las palabras de Jesús de Nazaret “Miren que los envío como corderos en medio de lobos”.
A ustedes queridos hermanos que hoy están fuera, estará Venezuela esperándoles
para que juntos emprendamos la tarea de reconstrucción de nuestro país cuando esta
“peste” que hoy nos azota sea parte del pasado.
¿Será que “peste” para ustedes Obispos significa que nuestras riquezas sean socializadas,
que nuestros niños y niñas puedan disfrutar de tecnología y de sistemas de educación
gratuito, que nuestros adultos mayores puedan tener una vida de calidad, que nuestros
vecinos tengan un centro de salud en su comunidad, que puedan los pobres tener una
vivienda digna donde hacer su hogar, que los trabajadores tengan garantías laborales, que
los pueblos indígenas se sientan dignificados?…
Obispos: ¿qué palabras de aliento le enviarían ustedes a esos venezolanos que dejan su patria para irse a ser sometidos y explotados, dejándose llevar por el “sueño americano”.? ¿O ustedes van a negar que los latinos están sufriendo una enorme persecución producto de las políticas de migración del gobierno de los Estados Unidos, donde la xenofobia y el racismo están a la orden del día?.
¿Qué dicen ustedes de los tantos latinos indocumentados que sufren vejámenes por el
simple hecho de estar en otras tierras? Los “sudacas” como les llaman en Europa. Tal nivel
de intolerancia y xenofobia ¿no resulta para ustedes una peste? o ¿tenemos que pensar que
también justifican ese hecho inhumano.?.
Si alguien tiene que irse de Venezuela, es quien es responsable de este desastre al que
nos han conducido.
Señores obispos obviamente a ustedes se les ha olvidado el principio de corresponsabilidad
contemplado en nuestra Carta Magna. Todas y todos estamos comprometidos a hacer de
nuestro país una patria libre y soberana. próspera para todos y no para un grupo
privilegiado. Su discurso en un acto de fe dista mucho de alguien que quiere ayudar a
propiciar esperanza y diálogo sincero en medio de situaciones duras como las que estamos
viviendo. Ustedes hablan que nos han conducido al desastre. ¿A cuál desastre se refieren?:
¿A las “guarimbas” del 2013? ¿A la “salida” en 2014? ¿O tal vez se refiere usted al desastre
que provocó el llamado a “descargar la arrechera” por parte del dirigente opositor Capriles
Radonski, protagonista del golpe de estado del 2002.?
Seguramente ustedes se refieren al paro petrolero del año 2002, o muy recientemente a la violencia de grupos pagados por la extrema derecha que llevó a la quema de seres humanos vivos, a incendiar prescolares, a destruir bienes y servicios públicos, quemas de camiones de comida. sin dejar de mencionar: ¿la utilización de niños, niñas y adolescentes en estas acciones que llegaron a perder la vida manipulando explosivos de fabricación casera? … ¿Quién es responsable del desastre? ¿Son capaces ustedes de obviar que, por mezquindad, hay empresarios que
especulan y juegan con el derecho a la alimentación y la salud del pueblo? o es que ustedes
forman parte del grupo que salía a darle la bendición aquellos que con máscaras y escudos
quemaban personas? Citando otra vez al carpintero de Nazaret digo: “gracias señor
porque has revelado estas cosas a los humildes y sencillos y se las has ocultados sabios
y entendidos”. Mt; 11, 25.
“Dios que nos anima a los venezolanos a no dejarnos ganar por la desesperanza y a
pensar que se ha olvidado de nosotros”
Sobre su discurso final, por no llamarlo mitin político partidista, yo les digo: ustedes
Obispos Besabe y Castillo López, estoy más que segura que son las actitudes de ustedes los
que llenan de desesperanza al pueblo, su forma de manipular la conciencia y la fe
desfiguran el rol que deben en este momento cumplir, que no es otro que caminar al lado
del pueblo noble lleno de espiritualidad que se resiste a la guerra y al odio. El Dios de la
vida. del amor… del que camina con los pobres de la historia escucha nuestro clamor y está
a nuestro lado.
El Dios liberador nos acompaña, nos fortalece cada vez que nos hacemos
solidarios entre nosotros, compartimos lo que poco que tenemos, construimos en
comunidad. Ese es el lenguaje que nos acerca a Dios y no esa visión de premio o castigo.
Realizando un ejercicio de memoria histórica volvemos a encontrarnos con las actitudes de
estos jerarcas alejados del evangelio de Jesús de Nazaret. Queda demostrado una vez más
que los obispos venezolanos no han logrado sintonizar con lo que Francisco dice de la vida
y de la misión de la iglesia. En el caso de Venezuela se han convertido en ala de la
oligarquía venezolana y son una maquinaria implacable para triturar conciencias. Cada día
es mayor el descrédito de la iglesia oficial en nuestro país.
Que lastima que los obispos de Venezuela se hayan convertidos en un club privado de
gente formal, como una especie de príncipes medievales con un poder nada espiritual, Me
preocupa, como miembro de esta iglesia envejecida, que ustedes, sus autoridades oficiales,
estén sin hoja de ruta que les guíe y actúen como pastores que tienen en su mira y en su
quehacer unas telarañas que les impiden ver el horizonte nuevo y la luz de la esperanza que
llego con el nuevo obispo de Roma. Francisco dice: “si quieren sintonizar con los seres
humanos que sufren la plaga de la crisis, pónganse de su parte y en contra de las
pretensiones de los mercados”.
Los ciudadanos de a pie de este país necesitamos levantar la
cabeza para ver a quién tenemos a nuestro lado. Si todavía la iglesia de Venezuela, hablo de
su jerarquía, no ha descubierto quién es el enemigo de la vida digna de los pobres,
lamentablemente no se puede esperar que de allí pueda salir un evangelio renovado en
consonancia con los retos y desafíos que nos impone el mundo complejo de hoy. Razón
tenía Jesús al calificarlos: en Mt 23,27-28: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen
hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda
inmundicia. Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por
dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.…
Se han atrevido en sus predicas a fustigar, atacar, exigir, y condenar, a la revolución
bolivariana, condenando los procesos de liberación de los pueblos oprimidos por el sistema
capitalista, han optado por el neoliberalismo. Con esos comunicados y homilías que
realizan cada vez que se conmemora una celebración de fe popular, al pueblo venezolano le
pretenden imponer su visión de sociedad, a creyentes y no creyentes, a católicos y no
católicos. Es una visión totalitaria con pretensiones de convertir a la iglesia católica en una
organización con poder de veto. Invizibilizando su esencia de ser evangelizadora.
A la iglesia jerárquica a nivel mundial y desde siempre, se la ha reconocido por su apoyo a
las clases burguesas. Nada nos debe extrañar que la Conferencia Episcopal Venezolana
(CEV) siga ese mismo camino. Sería absurdo pedirle que se pongan del lado del vulnerable
y excluido.
La CEV sigue atacando un gobierno elegido democráticamente, que plantea una nueva
forma de hacer política en favor de los más empobrecidos. Asumiendo las dificultades
complejas que vivimos no podemos ser mezquinos y dejar de reconocer que hay un pueblo
que busca construir una sociedad de iguales, justa y donde la equidad sea valor primordial
para el diseño de políticas públicas de una gestión cónsona con valores éticos. Hoy más
que nunca tenemos que tener los ojos bien abiertos a los pobres, comprender que el dinero
es para servir a las personas y no para mandar, ni mucho menos para mantener a todo un
pueblo sometido a las restricciones impuestas por las oligarquías que siguen aplastando a
todos aquellos que piensan en clave de liberación.
Señores Obispos en este momento crucial de nuestra historia no me queda más que
invitarles a releer la misión que se nos han encomendado. Volviendo al espíritu de hombres
como Helder Cámara, Proaño, Casaldaliga, Juan Vives, San Romero de América, Angelelli
que no se dejaron seducir por los títulos, sino que por el contrario se mantenían con un oído
al pueblo y otro al evangelio. Vayamos al encuentro del Jesús que en medio de
persecuciones por el sistema opresor abrazo la causa de los pobres, renunciado a cualquier
privilegio u ostentación. Y con María, la madre de Jesús que, en su magníficat, tenía la
certeza en Dios que enaltece a los humildes y derriba a los poderosos de sus tronos. Seamos
capaces de caminar con los excluidos de hoy. Que resuenen con fuerza en nosotros esas
constataciones de Helder Cámara: “cuando di pan a los hambrientos me llamaron santo,
cuando pregunté por qué tenían hambre me llamaron comunista”. No dejemos que sean los
privilegiados de siempre que ahoguen la esperanza de los pobres. Allí radica nuestro
profetismo. Paz y Bien.
Caracas 15 de Enero de 2018