Enviado a la página web de Redes Cristianas
En este tiempo sinodal después de la oportunidad de expresarnos a petición del Papa sobre nuestra realidad eclesial y sobre cómo nos vemos en ella, queda un tiempo largo hasta que Francisco cierre este especialísimo sínodo en 2023 con nuevas propuestas.
Recordemos la singularidad de esta convocatoria universal a toda persona bautizada. La sinodalidad que propone Francisco se caracteriza por caminar juntos ¡de hecho y de derecho!, por la escucha y el cuidado de las relaciones personales. Es decir, por
mejorar las actitudes como algo imprescindible en el vivir cristiano.
Nos hemos olvidado que por el Bautismo y la Confirmación todos -y
todas- somos corresponsables activos en la evangelización. El
Papa lo resume en tres grandes vectores: la misión (vivir la Buena
Noticia en todo), la común-unión (celebrar compartiendo desde el
corazón) y la participación (todos somos sujetos activos de ella, y
donde no caben actitudes como el clericalismo o la pasividad.
¿Qué hacer entonces hasta la primavera de 2023?
Hemos de mantener viva la llama sinodal que el Papa nos ofrece
para vivir mejor nuestra fe hoy y aquí. Odres nuevos. El gran
cambio comenzó con el Concilio Vaticano II al definir la Iglesia como
Pueblo de Dios con el laicado ya como miembro pleno de la Iglesia
por la dignidad que da el bautismo precisamente. Pero el mensaje
central se ha ido desvirtuando y Francisco ha vuelto a pedirnos que
lo esencial es ahora caminar juntos, de verdad, rechazado las
maneras de aquella estructura de poder teocrático judío que eliminó
a Cristo?? y que estructuras semejantes lo volverían a hacer sin
ningún remordimiento.
En primer lugar, queda pendiente, hasta marzo de 2023, la reflexión
en oración desde el discernimiento de lo que supone vivir cada
persona la sinodalidad como sinónimo de ?caminar juntos??, que no
es un mero sentimiento de estar todos reunidos. Es algo más
profundo que afecta a las personas, las estructuras y los procesos.
Y cuya consecuencia debe ser la conversión en las actitudes
individuales, algo muy cuaresmal que ha perdido importancia entre
los cristianos.
Ante el miedo que supone salir de la zona de confort -como se dice
en el mundo empresarial- tenemos que practicar la oración, la
actitud esperanzada y la humildad. (?sin mí no podéis hacer nada??)
ya que tenemos pendientes transformaciones importantes en medio
de una vivencia que se asienta en seguridades bien poco
evangélicas.
No somos Buena Noticia para demasiada gente, los templos se
vacían y no nos gusta nada la autocrítica. Pero siempre es mejor
cambiar por propia voluntad ?fijos los ojos en Jesús?? (J. A. Pagola) a
que nos marginen desde fuera con la indiferencia propia de quienes
no ven nada bueno en lo que tenemos que ofrecer, escondidos tras
los pliegues de la endogamia. Un ejemplo de esto es la liturgia,
centrada más en los signos que en lo que debiera ser vivido a la luz
del Evangelio.
Necesitamos acoger la voz del Espíritu que clama por sacar a la
institución eclesial de su anquilosamiento hasta transformarse en
signo creíble de Buena Noticia.
En segundo lugar, la reflexión individual en oración para discernir lo
que supone vivir la sinodalidad en actitud de ?caminar juntos??, me
lleva a una segunda tarea pendiente igual de importante como mi
trabajo personal: a la reflexión en oración y humildad comunitaria,
precisamente por la propia esencia sinodal que quiere Francisco,
quien señala el papel de liderazgo tractor de los obispos para
animar y acompañar a sus comunidades.
¿Dónde están las iniciativas episcopales en esta dirección, de la
Conferencia Episcopal y de cada obispo en su diócesis? Las echo
en falta ante la necesidad que existe incluso entre tantos curas
preocupados, desnortados y desanimados, de vivir ya la apuesta
sinodal del Papa, o al menos movernos desde su liderazgo de
servicio, es decir, con ejemplo.
Señores obispos, que también es para ustedes la llamada a la
conversión y a la responsabilidad que supone lmantenwer vivo el
espíritu de la sinodalidad hasta la primavera del año que viene.