Enviado a la página web de Redes Cristianas
Las grandes desigualdades generan tensiones y conflictos sociales. Por el contrario, cuando la riqueza se reparte con equidad, la cohesión de una sociedad se fortalece y todos sus miembros salen ganando. Sin embargo, esto que es una obviedad, no está contemplado en la lógica neoliberal imperante, en la que lo único que importa son los beneficios, nunca las personas.
Cuando los países ricos hacen negocios ventajosos con países pobres gobernados por tiranos, para extraer sus enormes riquezas, no se tiene en cuenta a las personas. Cuando los países ricos venden armas a los sátrapas para someter a los pueblos, no se tiene en cuenta a las personas. De este modo, el mundo rico actual no solo no ayuda al desarrollo, sino que, con su egoísta proceder, fomenta el subdesarrollo.
Eso sí, cuando esas personas huyen de las guerras, del hambre o de la opresión y llaman a nuestras puertas las rechazamos con un ?Que Dios os ampare?? y dejamos que se ahoguen en sus propias lágrimas. Y es que, no puedo dejar de pensar que los mares no contienen agua, sino lágrimas acumuladas por tanto sufrimiento.
/ Antoñán del Valle (León)