Prolongar la vida -- Pedro Serrano

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Uno de los retos del futuro es intentar vivir más años y estar saludables durante el mayor tiempo posible. Se prevé, según los científicos, que en el siglo XXII la inmensa mayoría de la gente podrá llegar a los 115 o 120 años. Los investigadores nos anuncian que dicha longevidad será posible gracias a que tendremos tratamientos personalizados acordes con el DNI genético de los pacientes. La medicina evoluciona tan deprisa que cada día aparecen nuevas y más sofisticadas tecnologías para cirugías, para detección precoz de enfermedades, etcétera. Y lo mismo ocurre con los fármacos, pues cada vez van más dirigidos a alteraciones concretas.

Ahora bien, ese futuro tan prometedor que nos pintan no lo será tanto si tenemos en cuenta que las empresas farmacéuticas -que básicamente son las que aportan los fondos para la investigación- no invierten su dinero por razones filantrópicas, sino por intereses económicos y, en consecuencia, los tratamientos serán tan costosos que solo podrán beneficiarse de ellos un sector privilegiado de la población. Por otra parte, si bien es cierto que alargar la vida y mejorar la salud significa un logro indiscutible, deberíamos tener en cuenta que, si todas las personas tuvieran acceso a dichos fármacos y tratamientos, se podrían producir fenómenos económicos, sociales y demográficos de consecuencias imprevisibles.

Intentar mitigar o eliminar el dolor es una labor encomiable, pero tal vez no lo sea tanto intentar prolongar la vida más allá de los límites y equilibrios naturales de nuestra especie. La trascendencia nos incita a perseguir la inmortalidad, pero la razón nos aconseja morirnos a tiempo. La vida, prolongada más allá de lo sensato, también puede resultar pesada e incluso insoportable.

Pedro Serrano. Valladolid