La serenidad, el temple, la traquilidad de conciencia y el seguir mierando hacia adelante con esperanza son mis actitudes ante las prohibiciones de mis conferencias por los obispos, la última la del arzobispo de Asturias, y antes, las del obispo de Palencia, del arzobispo de Barcelona y del cardenal de Madrid. Todo un record de prohibiciones en apenas cinco meses, que no demuestran autoridad, sino autoritarismo; no son prueba de firmeza, sino debilidad; no son ejemplo de valentía, sino miedo; no revelan empoderamiento, sino impotencia; no manifiestan osadía, sino cobardía. Más que indignación lo que me producen es pena.
Impedir a los teólogos la libertad de expresión y a los cristianos de base la libertad de reunión son la mejor muestra de la incapacidad de los obispos para el diálogo, de su rechazo al pluralismo, de su mediocridad intelectual. Cuanto más reprimen, más se aislan de la comunidad cristiana y de la sociedad, más insensibles son ante los signos de los tiempos, más se alejan de los nuevos climas culturales.
Prohibir las libertades de reunión y de expresión son la mejor prueba de sus carencias y límitaciones intelectuales . No se atreven a mantener un diálogo simétrico, un debate sereno, una discusión de ideas con quienes nos dedicamos profesional y vocacionalmente a la teología como teoría crítica del poder, religioso y político, de la organizacion jerarquico-patriarcal de la Iglesia, como interpretacón actualizada de los textos sagrados. ¿Por qué? Porque carecen de preparación teológica, exegética, ética, histórica.
Han abandonado la teología como guía de su actividad pastoral y se han ubicado en el fundamentalismo. En ver de buscar junto con nosotros la verdad, viven encerrados en «su» verdad, viven anclados en el dogma, aun a sabiendas de que antes del dogma fue el evangelio. No siquiera buscan el consenso, que suele ser el resultado de un diálogo entre iguales. Quieren imponer la unanimidad por decreto y lo que consiguen es que se active el pensamiento crítico.
Al final, con las prohibiciones no consiguen su objetivo. Todo lo contrario, lo que logran es una mayor convocatoria de personas que, lejos de seguir las orientaciones represivas de los obispos, prefieren escuchar el pensamiento crítico, libre y portador de esperanza de quienes no estamos atados a poder alguno.
Eso sucedió recientemente tras la alerta del obispos de Palencia contra una conferencia que pronuncié en la Biblioteca Pública de mi ciudad y que contó con la asistencia y participación activa de más de quinientas personas. Es posible que suceda lo mismo en Gijón el proximo sábado por la tarde en un espacio cívico. Allí nos vemos. Cordialmente.
Juan José Tamayo