?? ?Soy un pobre hombre que procura estropear lo menos posible la obra de Dios??:
El pasado miércoles fue elegido sumo pontífice el cardenal Jorge Mario Bergoglio, argentino y jesuita. Para unos, una decisión rodeada de santidad y misticismo, para otros un trending topic más en las redes sociales. Pero la realidad es que en la elección de un nuevo Papa se juega poco en términos teológicos y sí mucho en términos sociales, políticos y económicos.
Los cardenales electores del pasado cónclave fueron designados todos por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Conservador, Bergoglio, como los demás cardenales, comparte con Ratzinger su oposición a la pluralidad de concepciones morales. Así que no es de esperarse que la Iglesia católica comience procesos de reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia, la anticoncepción, la homosexualidad, etcétera. De hecho, me atrevo a decir que resulta hasta un poco ingenuo esperarlo. Eso definitivamente no va a pasar en este papado y seguramente el siguiente.
Arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina, Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936. Hijo de padres italianos, es egresado de la escuela secundaria como técnico químico. También se graduó en teología en la Facultad de San Miguel e ingresó a la Compañía de Jesús en 1969. Astuto, sencillo a ultranza y con una sólida formación política y teológica.
Algunas voces lo vinculan con la dictadura de Jorge Rafael Videla. Sin embrago, Adolfo Pérez Esquivel, quien recibió el Premio Nobel de la Paz por su defensa de la democracia y los derechos humanos en las dictaduras latinoamericanas, defendió la conducta del ahora Papa durante los años de gobierno militar en Argentina, diciendo que ?no tenia vínculo con la dictadura??.
La designación de este jesuita obedece a dos motivos muy importantes: la necesidad urgente de un cambio de imagen de la Iglesia católica y el proceso de reestructuración de la curia romana.
El acercamiento de Juan Pablo II a las nuevas órdenes religiosas, como la fundada por el criminal Marcial Maciel, ha sumido al Vaticano en una serie de escándalos relacionados con la pederastia, el encubrimiento, el fraude y la estafa. Por el contrario, el 26 de agosto de 1981, Wojtila nombró un interventor para atender al gobierno de la Compañía de Jesús, interrumpiendo el proceso normal de nombrar un sucesor por medio de una Congregación General. El depuesto padre general Pedro Arrupe, SJ y con él, todos lo jesuitas reaccionaron con dolor pero con obediencia total a las decisiones del romano pontífice.
Este viraje, que en política podría representar una alternancia, está orientada a regresar la credibilidad en la Iglesia: una Iglesia milenaria, fuerte y misionera.
En el mejor de los casos, este nombramiento puede representar un cambio profundo en la forma de ver y pensar el rol social de la Iglesia. Y en eso, la ideología de Jorge Mario Bergoglio es pública y explicita. Como cardenal ha sido una oposición firme y recurrente a las injustas estructuras económicas que originan grandes desigualdades, problemas sociales y la violación de los derechos humanos en Latinoamérica.
Es cierto, la pastoral social, la de la teología de la liberación, la de Rutilio Grande y Monseñor Romero, ha estado ahí con las poblaciones socialmente excluidas y vulnerabilizadas. Y ahí han estado los jesuitas haciendo labores de frontera física y geográfica como lo pidiera su padre fundador San Ignacio de Loyola, siempre expuestos al recelo o la abierta oposición de los cardenales en turno.
Conozco un poco de la Compañía. Fui formado académica, profesional, laboral y socialmente en sus obras. Todavía la amistad y los temas de derechos humanos nos hacen converger a menudo. Espero, y supongo que ellos también, que el nuevo Papa no abandone sus principios sobre la necesidad de promover las ideas de la Iglesia de los pobres, de ser portavoces de la necesidad de la justicia social y del fortalecimiento del tan vilipendiado apostolado social.
Pero fuera de deseos espirituales, para el común de los mortales, católicos o no, ateos o no, un viraje en las políticas del Vaticano, que pueda permear en cada diócesis fortaleciendo el trabajo a favor de los excluidos puede volverse muy importante. No es desconocido que buena parte de las organizaciones de derechos humanos y de desarrollo pertenecen o son cercanas a órdenes religiosas. Las grandes financiadoras de proyectos de defensa de derechos humanos en América Latina, África y Asia lo son.
En la historia de la asistencia social y el desarrollo comunitario en toda América Latina, y para muestra la de Guadalajara, encontrarán a un sacerdote, muchas veces jesuita y a diversos grupos laicales, claro ejemplo, la Ciudad de los Niños del Padre Cuéllar.
Y no, la jerarquía católica no va a cambiar su postura en cuanto a las mujeres, los derechos reproductivos o los homosexuales. Mientras, las obras jesuitas como la Fundación Fe y Alegría seguirán haciendo educación popular y promoción social en 17 países de América Latina; la Fundación Servicio Latinoamericano, Africano y Asiático de Vivienda Popular, construirá vivienda para los más excluidos en todo el mundo; el Centro de Acción y Reflexión Laboral, AC continuará defendiendo los derechos laborales y sindicales de los obreros mexicanos; el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, AC defenderá, como desde hace 25 años, casos graves y paradigmáticos de violaciones a los derechos humanos; y VIHas de Vida, AC seguirá trabajando por los derechos de las personas que viven y conviven con VIH/Sida.