En estos días en Argentina fueron famosas las ponderaciones de la presidente de la carne porcina. Decía al respecto con humor un bioeticista ,el doctor Ocampo:
?Queridos amigos: un comentario sobre los dichos de la carne porcina y las cuestiones de Afrodita:
Para los griegos de la época arcaica, la carne de cerdo era afrodisíaca.
En efecto, el akrokólion (un extremidad del cerdo, que figura en el libro III de Ateneo de Náucratis), está relacionado con la diosa Afrodita y sus propiedades afrodisíacas son mencionadas por los comediógrafos Aristófanes, Alexis de Turio y el poeta Calímaco.
Pero no creo que Cristina haya leído de estas fuentes, como tampoco Maradona haya leído la comedia «Los caballeros de Aristófanes», cuando uno de los personajes, Agocrático, le dice a Paflagonio: «chupámela» (perdonen las mujeres)
¿Se pude ser pícaro, simpático en materia de erotismo sin pecar de reventado o de lascivo? ¿lo hace bien la presidenta, Joaquín Sabina, Landricina o Les luthiers?
Comparto con Dolina que la gente escandalizada con la presidenta o Maradona se les parece mucho y a los que les pareció solo desagradable es un tema opinable, y en temas opinables decía san Agustin tengamos libertad y caridad. Yo creo que si lo mismo lo hubiera dicho Néstro Kirchner el Carlos o el Adolfo, a mucha gente le habría parecido una piolada. Una vez más me parece que juega el increíble nivel de machismo y misoginia tan fuertes en la Argentina.
Le pregunte a mi secretaria que le resulta a ella afrodisíaco y me respondió un hombre entero, no fácil de encontrar en épocas de pensamiento liquido, y luego se podría charlar sobre algún perfume.
Creo que seria un servicio a la evangelización poner en común algún día entre cristianos que hacemos para energizarnos y que cosas en serio nos deserotizan.
A mi lo promiscuo, la falta de solidaridad social, la maldad, la mezquindad, lo vulgar, lo que se hace por rutina o deber, lo que no nace del encanto de lo cotidiano no me convoca a Dionisio. ¿Y a ud?. Y si lo que ya viene con el gustito de lo eterno, aunque me equivoque y me cueste algunas horas de llanto. Como decía Enrique Miret:…» me importa saber que voy bien, más que llegar algún lado».
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