Por un humanismo bioecocéntrico y liberador

0
82

Enviado a la página web de Redes Cristianas

«¿Qué podemos aportar los seguidores de Jesús?»
Co-autores: José Arregi (País Vasco-España); Tony Brun (EEUU); Gerardo González (Chile); Emma Martínez Ocaña (España); Elsa Támez (Colombia); Santiago Villamayor (España). 11/07/2022
INTRODUCCI?N
Somos hijas e hijos de la vida y pertenecemos a un mismo y único mundo en estrecha
comunión con todos los seres vivientes. Somos seres formados por una materia compleja
o matriz creadora que a lo largo del proceso evolutivo nos ha constituido como seres
conscientes. Y esta capacidad de leer en profundidad y con larga mirada nos descubre lo que en común tenemos con todo el planeta. Percibimos lo que somos y lo que nos falta, los logros y los riesgos del hábitat al que pertenecemos y queremos cuidar.

En un documento anterior, ?Por un cristianismo posteísta??, exponíamos la necesidad de
construir un relato y una praxis del seguimiento de Jesús bajo un paradigma posreligional.
Nos situábamos en un modelo posteísta, sin por ello perder los grandes valores de las
tradiciones religiosas y humanistas y sumándonos a todas las personas y movimientos
comprometidos con la causa y casa común de la vida en la Tierra.
Por eso ahora en estas reflexiones nos animamos a exponer un modelo humanista
centrado en la vida y el cuidado de la casa común de todos los seres vivos, en el lejano horizonte de nuestra gran historia cósmica y la novedad de la conciencia y la espiritualidad, pues venimos de un largo viaje, somos a la vez el fruto de la vida, matriz creadora, y sus gestores.

Esta misión de cuidado alberga un profundo ánimo liberador del que forman parte
inseparablemente el sentimiento, el conocimiento y la praxis. Una perspectiva que nació con la teología de la liberación y significó sobre todo el empoderamiento de las clases populares desde un punto de vista político, social y personal. Hoy completamos esa defensa de la justicia y de la cohesión social con la protección de toda la naturaleza de la que formamos parte. No somos los primeros en este camino ni representamos una voz única.

Tampoco se trata de inventar otra religión ni enunciar una propuesta humanista en
perspectiva meramente científica, ni siquiera ética neutra, aunque, eso sí, en coherencia, con los datos de las ciencias y con las exigencias éticas mínimas y máximas. Y sí queremos ofrecer elementos de esperanza en esta renovación cristiana o sustitución del paradigma tradicional por otro más acorde con el amplio movimiento de protección de la vida y de nuestra casa común que llamamos un humanismo bio-eco-céntrico.
2
El contenido principal de este documento es pues una propuesta ética humanista
inspirada en una sensibilidad y visión bioecocéntrica, válida para el aquí y el ahora, en el marco de la evolución global del cosmos y de la historia.
En este escrito pues dedicamos un breve preámbulo a la categoría de la vida como centro de nuestra reflexión y una primera parte a explicar el tránsito desde la visión teocéntrica y antropocéntrica a una visión humanista bioecocéntrica. La segunda parte se centra en la responsabilidad y necesidad de la consiguiente praxis humanista bioecocéntrica y finalmente, en una tercera parte, formulamos la plural inspiración que brota de la vida y de las enseñanzas de Jesús de Nazaret, que constituye ?pensamos– un valioso aporte ético actual a la propuesta humanista bioecocéntrica.??

PREAMBULO: HIJAS E HIJOS DE LA VIDA
La especie humana es un producto evolutivo de la vida con una identidad genómica que
nos permite sostener que somos hermanas / hermanos entre nosotros e hijas/hijos de
una misma matriz, partícipes activos de su proceso ?creativo? y actores relevantes de su curso futuro.

Abogamos por la centralidad de la vida y su hábitat, la Tierra, y por nuestra responsabilidad filial de respetarla, amarla y protegerla. Sobre esa base proponemos un nuevo relato acotado a nuestro tiempo histórico y a nuestro espacio, que dé pie a una ?visión? y a una ?misión? movilizadora que identifique responsabilidades concretas, porque es tiempo de actuar.

Se trata de un relato con suficiente soporte científico, que explica:
a. Que el fenómeno vida, en su diversidad, complejidad e interdependencia con que se
manifiesta en la Biósfera, es el resultado de un proceso evolutivo de unos cuatro mil
millones de años de duración, sin que se sepa a ciencia cierta su origen.
b. Que este proceso evolutivo ha conducido a la emergencia de organismos vivientes de
complejidad estructural y funcional creciente con atributos o capacidades nuevas, como
es el caso de la actividad consciente.
c. Que el Homo Sapiens, nuestra especie, emerge como fruto de la evolución del
fenómeno vida en la Tierra, dando lugar a un largo proceso de humanización mediante
el desarrollo de cultura.

d. Que los seres humanos, constituidos en sociedad, y gracias a su capacidad de generar, compartir y acumular conocimiento, han mostrado, para bien y para mal, una
creatividad asombrosa en todos los campos, adquiriendo un poder creciente de
intervención sobre las propias sociedades humanas, sobre la biósfera de la que éstas
forman parte y de los ecosistemas que las cobijan. Este poder de intervención ha
permitido no sólo la explotación de los recursos naturales en beneficio de las
comunidades humanas, permitiéndoles poblar gran parte del planeta y aumentar el
3
tamaño de su población hasta cerca de 8 mil millones de habitantes en la actualidad, sino también ejercer la dominación de unos pueblos sobre otros y de unos pocos seres
humanos sobre muchos en su interior.

e. Que la intervención humana ha sido clave para cambiar la composición de la biósfera
de la Tierra mediante la alteración de ecosistemas, la selección artificial de animales y plantas (a la que se suma en décadas recientes la ingeniería genética), y la práctica masiva y a la vez selectiva de la agricultura, la ganadería y la pesca, teniendo como resultado la desaparición de innumerables especies y amenazando no sólo la biodiversidad en la Tierra sino la supervivencia de la especie humana.

f. Que el uso creciente de combustibles fósiles para la generación de energía requerida
por el sistema productivo, además de ser en sí insustentable, ha estado causando un
calentamiento global que, de no ser controlado, puede tener consecuencias
catastróficas para las sociedades humanas.

En suma, que mientras, por una parte, como humanidad hemos podido llegar por primera
vez en la historia a ser capaces de producir los bienes y servicios requeridos para satisfacer las necesidades básicas de toda la población mundial, –condiciones que nos permitirían construir una sociedad global pacífica y próspera, sin hambre, sin miseria, con oportunidad de pleno desarrollo personal para todos y viviendo en armonía entre nosotros y con la naturaleza de la que somos parte– por otra (y este es el lado oscuro de la historia) persisten aún enormes bolsones de hambre y miseria; las brechas entre ricos y pobres crecen y el poder económico se concentra de manera alarmante tanto al interior de las naciones como entre ellas.

Se siguen acumulando armas de destrucción masiva cada vez más inteligentes
y atemorizantes, mientras proliferan sangrientas guerras locales que provocan destrucción
e inconmensurable sufrimiento humano. Las migraciones y los campos de refugiados, así
como la violencia doméstica y la discriminación por el género o el color de la piel, nos muestran más la inhumanidad que su contrario. El que podamos superar todos estos males y no lo estemos haciendo hace más patente nuestra responsabilidad.

Sobre estas premisas podemos decir que, en nuestra condición de ?hijas e hijos de la Madre Tierra?, hemos llegado a ser co-partícipes activos del proceso ?creativo? y actores relevantes de su curso futuro. Y por lo mismo, responsables, colectivamente y cada quién según sus recursos de poder. Está en nuestras manos construir un mundo mejor o dejar que las cosas
sigan de mal en peor.
1. UN NUEVO MODELO DE HUMANIZACI?N
En una sociedad urbana cada vez menos religiosa compartimos sin embargo una conciencia
creciente del valor de la vida y de la insostenibilidad que la amenaza. Es una tarea de todos profundizar en un relato y una praxis que movilicen aún más a las personas y grupos sociales
4
para que desde sus propias concepciones de mundo, científicas y simbólicas, asuman
activamente su cuota de responsabilidad global.

a) Del teocentrismo al humanismo antropocéntrico y al humanismo bioecocéntrico
La cosmovisión dominante en las culturas teístas desde hace unos 7000 años y,
especialmente en la tradición bíblica desde hace unos 3000 años, fue profundamente
teocéntrica y androcrática.
Durante la Edad Media, dichas características se mantuvieron. Se concebía la vida humana, marcada por el pecado original, como tránsito por ?este valle de lágrimas?? y oportunidad concedida por la misericordia divina para ganar el cielo (y evitar el infierno) a costa de virtud y penitencia. No obstante, conforme a la tradición judeo-cristiana, después de Dios vienen en dignidad los humanos, creados ?a su imagen y semejanza?? con el claro mandato ?según el libro del Génesis– de Creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven por la tierra??

Os servirán de alimento (Gn 1,28-29). De modo que esta cosmovisión, siendo teocéntrica,
legitimaba un cierto antropocentrismo con dominación humana de la naturaleza.
Es con el Renacimiento y luego con la Ilustración que se redescubre el valor de las
creaciones del ?espíritu humano?? cultivados en la Antigüedad en Grecia y Roma, se
reconoce el derecho de pensar libremente y de crear en múltiples ámbitos, incluyendo el tecnológico. Revive así el humanismo como corriente de pensamiento que pone al ser
humano al centro, reconoce su igualdad en dignidad y derechos, y valora sus logros. Se
refuerza por tanto la posición del ser humano como amo y señor de la naturaleza, con el consecuente fortalecimiento del antropocentrismo. La sensación de poderío se ve
reforzada luego con la experiencia de progreso acelerado que se inicia con la revolución industrial y que continúa hasta nuestros días.

Es recién a mediados del siglo pasado que se comienza a cuestionar el triunfalismo
desarrollista sin límites y comienza a tomar cuerpo una mirada humanista bío-eco-céntrica con creciente conciencia de los límites que pone nuestro eco-sistema global al crecimiento poblacional y económico y una búsqueda de relaciones armónicas y sustentables entre las sociedades humanas, el resto de la comunidad de vida y la Tierra, su habitáculo. Se trata de la emergencia de un nuevo humanismo, ahora bioecocéntrico.

b) Cómo surge y se consolida el Humanismo bioecocéntrico
Entendemos el ?Humanismo bioecocéntrico? como una corriente de pensamiento
orientada a la acción, con fuerte componente ético y político. Una corriente plural
alimentada por múltiples tradiciones y nuevas sensibilidades ecologistas, pacifistas,
feministas y también por el legado valórico de Jesús de Nazaret en el que nosotros
queremos inspirarnos. Puede convivir con el posteismo, el ateísmo y diversas formas de
teísmo porque es en sí aconfesional y, por lo mismo, no excluyente. Propone un relato
5
terrenal. Es movilizador. Podemos considerarlo en sí un llamado a la acción para que
seguidores de Jesús, junto a personas de otras tradiciones y nuevas sensibilidades
desarrollen una ortopraxis que contribuya a dar sentido a sus vidas, tema que abordaremos en el capítulo 3. Este humanismo asume el valor de la vida como categoría que engloba a
la humanidad y al planeta y atribuye a la libertad humana la iniciativa y su responsabilidad.
Cabe destacar que el tránsito de una visión del mundo y marco ético antropocéntrico a uno propio del humanismo bioecocéntrico no reduce necesariamente la importancia del
fenómeno humano, ya que requiere tener en cuenta el papel cada vez más relevante que
ha ido jugando el homo sapiens en la evolución de la biósfera, de la tecnosfera y de la
noosfera, así como el papel que está llamado a jugar en el futuro de la humanidad, la
comunidad de vida a la que pertenece y la Tierra que la cobija.
El tránsito hacia el nuevo paradigma tuvo en su origen la emergencia de la ?conciencia
ecológica?? que comenzó a surgir recién en la década del 60 del siglo pasado. Gracias a la construcción de escenarios de largo plazo los científicos anticiparon que, si el crecimiento
de la población mundial, de la industrialización, de la contaminación y de la explotación de
recursos naturales continuaba al mismo ritmo, antes de 100 años se alcanzarían los límites
absolutos de crecimiento en el planeta Tierra. La alarma cundió entre científicos, gobiernos
y organismos internacionales, teniendo por resultado la convocatoria por las Naciones
Unidas de la ?Primera Cumbre de la Tierra?? en Estocolmo (1972), la que crea el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente como organismo permanente.
Veinte años más tarde Naciones Unidas convoca la ?Segunda Cumbre de la Tierra??, esta
vez en Rio de Janeiro (1992) que constituye un paso importante en este proceso de toma
de conciencia ecológica. Junto a los gobiernos, este encuentro reúne a una gran cantidad
de ONGs. Se consagra ahí como deber de los Estados ?cooperar con espíritu de solidaridad
mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra??, estableciendo un principio de responsabilidad diferenciada al agregar que: ?En vista a que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio ambiente mundial, los
Estados tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados
reconocen la responsabilidad que les cabe en la búsqueda internacional del desarrollo
sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades ejercen en el medio ambiente
mundial y de las tecnologías y los recursos financieros de que disponen??.
Es a partir de la cumbre de Río de Janeiro que comienza a gestarse lo que ?en nuestra
opinión?es la declaración más clara y elocuente del nuevo paradigma que estamos
llamando ?humanismo bioecocéntrico??: la Carta de la Tierra1
. Si bien apoyada por numerosos gobiernos, es producto principal de la sociedad civil. Avalada por más de dos mil
organizaciones nacionales e internacionales (entre ellas la UNESCO) es publicada en el año

1
Ver texto completo en https://cartadelatierra.org Para ampliar información:
https://cartadelatierra.org/lea-la-carta-de-la-tierra/preambulo/
6
2000. Dice en su inicio: ?La Tierra, nuestro hogar, está viva con una comunidad singular de
vida?? La capacidad de recuperación de la comunidad de vida y el bienestar de la humanidad
dependen de la preservación de una biosfera saludable, con todos sus sistemas
ecológicos??/?? El medio ambiente global, con sus recursos finitos, es una preocupación
común para todos los pueblos. La protección de la vitalidad, la diversidad y la belleza de la Tierra es un deber sagrado??. La Carta es valórica y está orientada a la acción.

Enuncia 16 principios agrupados en cuatro campos, a saber, respeto y cuidado de la comunidad de vida;
integridad ecológica; justicia social y económica, y democracia, no-violencia y paz. Se trata
de un bioecocentrismo humanista en el que se cree en la capacidad única que tenemos los
seres humanos de concebir valores morales y de trabajar en ejercicio de nuestra libertad en
su realización, asumiendo cada quien la responsabilidad que le corresponde conforme al
conocimiento, capacidad y poderes de que dispone.
Es en torno al inicio del nuevo milenio cuando el calentamiento global con todas sus
predecibles consecuencias y desafíos adquiere relevancia en la agenda ecológica. La firma
del Protocolo de Kioto en 1997, en el que la gran mayoría de los Estados se compromete a participar en el proceso global de frenar la generación de gases de efecto invernadero, y la
profundización de este compromiso en 2015 con la firma del Acuerdo de París, han puesto
en tensión al mundo, ya que comprometen inmensos intereses económicos y la misma
sobrevivencia del modelo económico vigente y de los patrones de consumo que le están
asociados.
c) Participación de actores sociales del ámbito de la fe
¿Hay espacio de participación activa para los que podríamos llamar actores sociales del
ámbito de la fe ?entre ellos los seguidores de Jesús maestro– en el diseño e
implementación de estas grandes políticas globales? Creemos que sí. Examinamos a
continuación un caso de contribución de líderes religiosos en el campo de la ética y luego
cómo se abren espacios de colaboración y ?ortopraxis?? entre los organismos
internacionales sectoriales y los actores sociales mencionados.

El Acuerdo de Paris sobre Cambio Climático fue la oportunidad para que diversos líderes religiosos manifestaran su posición frente a la problemática ecológica y su decidido apoyo
al acuerdo. Un análisis2 de las declaraciones de grupos de líderes espirituales del Islam, del Hinduismo, del Budismo y del Papa Francisco por el cristianismo mostró grandes
semejanzas y convergencias. A saber:
?? Asumen plenamente el diagnóstico de la comunidad científica sobre la crisis ecológica y su carácter sistémico, que va más allá del calentamiento global, incluyéndolo.

2 Para profundizar ver: GONZÁLEZ, Gerardo. ?Nuestra Responsabilidad Global. Hacia un humanismo bio-ecocéntrico??.
7
?? La crisis ecológica es vista como inseparable de la crisis social, asociada a una
creciente brecha en los ingresos y la riqueza tanto entre las naciones como al interior de las mismas. Ambas constituyen ?una única y compleja crisis socio-ambiental??.

?? Desde una perspectiva ética, además de la solidaridad intergeneracional existe la
urgente necesidad moral de una renovada solidaridad intrageneracional. Y para
implementar estas solidaridades es necesario una gobernanza global para toda la
gama de los llamados ?bienes comunes globales??, siendo el medio ambiente uno de
esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de
promover adecuadamente.

?? La crisis ecológica es causada por la acción humana. Entre las causas se destaca por
una parte una profunda crisis de conciencia y valores y, por otra, un sistema
económico insustentable. 3

?? La creciente capacidad humana para intervenir en la naturaleza conlleva una creciente
responsabilidad humana en la solución de la crisis. Hacen, por tanto, un elocuente
llamado a asumir plenamente nuestra responsabilidad y pasar a la acción.
?? Es así que llaman a las personas tanto a cambiar sus patrones de consumo y estilo de vida, como a movilizarse presionando a los actores políticos y económicos a asumir
mediante acciones concretas su responsabilidad frente a la crisis socio-ambiental.
Por largo tiempo diversas agencias de las Naciones Unidas han contado con la cooperación de organizaciones basadas en la fe (FBOs en inglés). Es así como, por ejemplo, ACNUR ha
trabajado con el apoyo de FBOs en la atención a refugiados y ONUSIDA ha implementado
programas de prevención y de atención a pacientes de VIH con la muy útil colaboración de FBOs y comunidades religiosas locales culturalmente afines con las poblaciones atendidas.

Un ejemplo muy reciente de este tipo de ?asociación constructiva?? lo ofrece la Faith for
Earth Coalition constituida en 2021 con el respaldo del Programa de Naciones Unidas para
el Medio Ambiente.4 Su propósito es contribuir al logro de los ?Objetivos de Desarrollo
Sustentable?? adoptados por las Naciones Unidas para el período 2016-2030, promoviendo
la cooperación con y entre líderes religiosos y FBOs en pos de un mundo más armónico. La
coalición está en proceso de constituir cuatro cuerpos: el Consejo de Líderes, el Consejo de
Jóvenes, la Red de FBOs y un consorcio Fe-Ciencia. Los líderes religiosos que crearon la
coalición (que dicen representar 80% de la población mundial) sostienen en su declaración
que ?Producir un cambio fundamental en políticas y prácticas alrededor del mundo
requerirá una transformación espiritual de la humanidad que se hará evidente en valores,
actitudes y disposición general a fortalecer la acción por la naturaleza.??

d. Papel potencial de los pueblos indígenas
Los pueblos indígenas son grupos sociales y culturales con identidad propia que comparten vínculos ancestrales colectivos con la tierra y con los recursos naturales donde viven. De

3 El Papa Francisco llamó al sistema económico capitalista ?asesino?? y ?ecocida??
4 Ver más en: www.unep.org>iniciativa-fe-para-la-tierra
8
aquí que sean portadores de una sabiduría milenaria que les permite vivir en armonía con
su entorno natural y sintiéndose parte de la naturaleza y de la vida, que respetan como
algo sagrado. Estimamos, por esto, que ?aunque portadores de una gran diversidad de
cosmovisiones y relatos?tienen en común una cultura que puede ser considerada como
bioecocéntrica y, por tanto, una contribución al humanismo bioecocéntrico que estamos
propiciando.

Mientras el humanismo bioeocéntrico se caracteriza por su confianza en la creatividad y capacidad de innovación de las sociedades humanas, ejercida con prudencia y
responsabilidad, el paradigma valórico dominante en los pueblos indígenas destaca el
valor de los enfoques y soluciones tradicionales, confiando en la sabiduría ancestral.

¿Son estas miradas excluyentes entre sí o pueden potenciarse complementándose? Es una
pregunta que requiere más estudio para ser respondida. En todo caso no cabe duda que
hay empatía entre estas cosmovisiones y que una creciente apertura de los pueblos
indígenas al conocimiento científico e innovación tecnológica facilitaría su participación en
la corriente humanista bioecocéntrica, sin tener por esto que abandonar sus identidades
etnoculturales. (Ver más antecedentes en el anexo 1)

2. MIRANDO AL FUTURO: VISI?N Y MISI?N
a. Construyendo futuro juntos
Ocurre que los humanos, operando en sociedad, somos al mismo tiempo frutos del
fenómeno vida y en parte sus controladores. Lo primero desde siempre; lo segundo, cada
vez más, con un poder de intervención que puede ser maravilloso o aterrador, según cómo
se lo ejerza. Como frutos de la vida nos identificamos con ella, sentimos que somos parte
de ella, y por otra, asumimos que nuestra creciente capacidad de creación y destrucción
nos convierte en actores protagónicos de su curso futuro.

Podemos decir, por tanto, que nuestra MISION es ser copartícipes de la evolución
creadora, junto con la comunidad de todos los vivientes. Nuestro especial poder nos llama
a una responsabilidad especial y apasionante.

El curso de la vida en la Tierra depende cada vez más de la manipulación humana. Hemos
ido creando alrededor del planeta una cada vez más densa ?tecnosfera??, que a su vez,
mediante los avances en tecnologías de la información y de las comunicaciones, ha
contribuido significativamente a la densificación de la ?noosfera??, ambas de factura
humana. Estamos definitivamente en el Antropoceno.

El principal desafío que tenemos hoy es conseguir que la Humanidad renueve su
conciencia, se una y movilice para afrontar las grandes amenazas a la vida, pero sobre todo
para codirigir, de acuerdo a nuestras mejores capacidades la ?comunidad de vida?? —
incluida por cierto la propia Humanidad– y su hábitat, el ecosistema global de la Tierra,
9
hacia un destino mejor. Es esta una tremenda responsabilidad que tenemos que asumir con
templanza, sabiduría y madurez. Esta es también parte de nuestra MISION.

Para conseguirlo, se requiere una toma colectiva de conciencia de que el fenómeno vida,
del que somos parte integrante, es de alguna forma valioso en sí, sagrado y merecedor de
un respeto amoroso. Suficiente programa para entusiasmar la conciencia y catapultarla
hacia una generosa praxis donde cabemos todos/todas y cuyos frutos sean efectivos para
las generaciones futuras.

Las veteranas religiones, los nuevos movimientos sociales, las ONGs y las instituciones
democráticas tienen aquí una base común de motivación. Un poema capaz de mover los
corazones como antes lo hacía la dramaturgia religiosa.

b. Nuestra responsabilidad global.
Somos responsables primeramente ante nosotros mismos y las generaciones futuras y
también ante la Biósfera de la que somos parte, lo que dicho en forma más poética sería
ante nuestra Madre Vida, que nos ha engendrado como especie y a la cual debemos
reverencia, respeto, admiración y amor. Una responsabilidad global que tenemos gracias
a nuestra condición de hijas e hijos de la vida, imagen esta que nos resulta inspiradora.

En efecto el Homo Sapiens, a diferencia de las demás especies, se ha ido auto-trasformando,
muy lentamente al principio y aceleradamente en tiempos recientes. Podemos decir que
ha ido pasando desde un estadio altamente dependiente, en el paleolítico, a un estadio
de agente transformador en tiempos recientes, debido a nuestra capacidad de incidir
activamente, autónomamente, creativamente, en la evolución del fenómeno vida y su
habitáculo, el planeta Tierra.

Como dijimos, se han ido creando condiciones favorables para avanzar hacia una sociedad
global pacífica y próspera, sin hambre, sin miseria, con oportunidad de pleno desarrollo
personal para todos y viviendo en armonía entre nosotros y con la naturaleza de la que
somos parte. Una ?casa común??, nuestro planeta Tierra, con su ecosistema global
restaurado en todo su potencial de vida, sin contaminación, con un cambio climático
controlado. Esa puede ser nuestra VISION para fines de este siglo del mundo que queremos
heredar a nuestros hijos, nietos y bisnietos, que será entonces responsabilidad de ellos
cuidar para las generaciones futuras.

Pero sabemos también que el escenario mundial para avanzar en esa dirección es complejo,
por decir lo menos, y lleno de obstáculos. Existe una cierta voluntad política global para
promover cambios en la dirección deseada, como queda de manifiesto en Los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS), que fueron aprobados en 2015 por las Naciones Unidas con el
10
apoyo de 193 países, objetivos que, agrupados en la llamada Agenda 2030, 5 apuntan a
acabar con la pobreza extrema, reducir la desigualdad y proteger el planeta. Lo mismo ha
ocurrido en el ámbito crucial, si bien más específico, del combate al calentamiento global
con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el acuerdo de
Paris. En ambos casos se ha estado avanzando, en general, en la dirección correcta; sin
embargo, la implementación de políticas y medidas concretas ha estado muy por debajo de
lo requerido.

Por ejemplo, se ha estado avanzando en la erradicación de la pobreza extrema, ODS
número 1, y se estima probable por el Banco Mundial que este objetivo sea alcanzado hacia
2030 en la mayoría de las regiones del mundo, pero no en Africa al sur del Sahara, donde
se estima que a esa fecha estarían radicadas 9 de cada 10 personas de la población mundial
en condición de extrema pobreza. 6 Reducción de la pobreza, sí ha estado ocurriendo, pero
no el otro cambio deseado: reducción de las brechas de ingreso y de riqueza entre las
naciones y, en su interior, entre ricos y pobres, que han estado aumentando. Algo parecido
ha estado ocurriendo en el frente del combate al calentamiento global: promesas de acción
a nivel de declaraciones, pero insuficiente implementación.

Es así que, como ya señalamos, persisten aún enormes bolsones de hambre y miseria; las
brechas entre ricos y pobres crecen y el poder económico se concentra de manera alarmante.

Se siguen acumulando armas de destrucción masiva cada vez más inteligentes y atemorizantes,
mientras proliferan sangrientas guerras locales que provocan destrucción e inconmensurable
sufrimiento humano. Las migraciones y los campos de refugiados nos muestran más la
inhumanidad que su contrario. El desafío del incremento de la población mundial ?que se
concentra en los países más pobres? hace aún más difícil cerrar las brechas y enfrentar los
graves problemas tales como la desforestación y la contaminación de la atmósfera, la tierra,
los sistemas acuíferos y los mares. La producción de alimentos y la manipulación de las
especies animales criadas en condiciones muy dolorosas para ellas, la devastación de algunos
de los ecosistemas biológicamente más diversificados y la introducción de especies foráneas

5 Bajar de: www.undp.org/sustainabledevelopment-goals
6
Los logros en reducción de la pobreza extrema han estado ciertamente asociados ?y dependerán en el
futuro– de avances en otros ODS, como ocurre con la educación, donde se persigue universalizar el acceso
de niños y niñas a educación secundaria y, progresivamente, a educación superior de calidad (ODS #4); la
provisión de vivienda digna, con acceso a agua potable, saneamiento y energía limpia, y transporte público
en un contexto de ?ciudades (que se las quiere hacer) sostenibles??, desafío éste gigantesco en muchos
países en vías de desarrollo en los que la migración desde áreas rurales a áreas urbanas marginales sigue
siendo importante. (ODS #11 y #6). Es lo que ha estado ocurriendo en Africa al sur del Sahara, donde el
retardo en la implementación de estos ODS ha contribuido a ?y también ha sido provocado por– una
transición demográfica desfasada con consecuentes tasas de crecimiento demográfico relativamente altas,
si bien decrecientes.
El crecimiento de esta sub-región, si ocurre lo esperado por los organismos
internacionales, significaría que la población africana, de representar apenas un 9 por ciento de la población
mundial en la mitad del siglo pasado, llegaría a representar casi el 40 por ciento a fines del presente siglo.

11
invasoras y organismos genéticamente modificados, son algunos de los problemas y desafíos
que tenemos por delante.

¿Dónde están las causas de esta situación? He aquí algunas: un sistema neoliberal que pone
el lucro como centro del mismo, un sistema económico que se impone a los gobiernos, que
persigue y castiga la disidencia, una cultura que potencia el consumo desenfrenado; la
manipulación mediática, la antropología individualista y patriarcal que destruye nuestra
verdadera identidad comunitaria. Si nos callamos las causas hacemos un diagnostico a medias.

Compartimos una conciencia creciente de que el modelo de desarrollo capitalista
prevaleciente y los patrones de producción y de consumo que le están asociados son
insostenibles y dan soporte a un comportamiento de los agentes económicos centrado en el
lucro y la acumulación de riqueza que requiere de constante crecimiento para no entrar en
crisis. Es un modelo que promueve una cultura individualista y consumista en la que tener es
más importante que ser y competir es más importante que compartir.
Se trata de una cultura del ?descarte??, como la ha denominado el Papa Francisco; una cultura
que antepone el ?consumir y tirar?? al ?reducir y reutilizar?? y que busca el confort, el placer
inmediato, potenciado por la publicidad y la industria de la obsolescencia programada.

Descarte que afecta también a infinidad de seres humanos ?Ya no se trata simplemente del
fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda
afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en
ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son «explotados»
sino desechos, «sobrantes».??7

Pareciera que este modelo dominante, exitoso desde una perspectiva desarrollista
antropocéntrica, se estuviera resistiendo al cambio estructural requerido por una
propuesta humanista bioecocéntrica. Cabe preguntarse entonces –preguntas que no
pretendemos responder aquí– acerca de la profundidad y contenido de los cambios
estructurales requeridos. ¿Es posible y viable transitar gradualmente hacia un ?capitalismo
sostenible y con rostro humano?? ¿O se requiere de cambios más radicales? Y si esto último,
¿cuáles serían estos y cuál el camino para lograrlos?

Pareciera, en todo caso, que un cambio cultural profundo a nivel de valores, un verdadero
cambio civilizatorio, es requerido. Es una tarea de todos. Es una responsabilidad global.

Se trata, por tanto, de proponer un relato y una praxis que movilicen aún más a las personas
y grupos sociales con conciencia social y conciencia ecológica para que desde sus propias
concepciones de mundo, científicas y/o simbólicas, asuman activamente su cuota de
responsabilidad global.

7 Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium (53)
12
La sociedad civil ?incluyendo, por cierto, los movimientos sociales– tiene un papel
importante que jugar a partir de un cambio de valores y en el estilo de vida que permita
ejercer una fuerte presión sobre quienes detentan el poder político, económico y social.

?Debemos transitar de la codicia hacia la solidaridad, de la competencia al trabajo
colaborativo, del conflicto a la convergencia, del hedonismo (individualista) hacia el holismo,
de la maximización a la optimización?? sostenían al respecto lideres hinduistas en su
declaración sobre el cambio climático en la COP21 (octubre de 2015) 8
En síntesis, no basta la conciencia global, es imprescindible un cambio estructural, un
cambio de modelo económico, político, cultural. Un cambio en el sistema de valores que se
traduzca en una praxis bioecocéntrica. Veamos ahora cómo el legado valórico de Jesús
puede contribuir a ello.

3. EL LEGADO VAL?RICO DE JES?S PARA UNA PRAXIS HUMANISTA
BIOECOC?NTRICA
Nacidos en la tradición cristiana podemos hallar en sus ?relatos fundantes?? enseñanzas e
inspiraciones para responder a los grandes retos de nuestro mundo. Jesús de Nazaret, sin
ser la figura única o perfecta o superior a las demás, puede ser una referencia de gran
importancia. Y nos referimos al ?Jesús de los relatos?? elaborados en las primeras
comunidades cristianas y recogidos fundamentalmente en los evangelios (tanto canónicos
como ?apócrifos??). Hacemos una lectura inspiradora no literal, que quiere ser coherente
con los diversos saberes de hoy.

a. Las enseñanzas de Jesús
Desde una perspectiva humanista, la contribución de Jesús al proceso de ?humanización??
está principalmente en sus enseñanzas sobre el amor al prójimo contenidas, entre otros
lugares, en la parábola del buen samaritano (Lucas 10, 25-38).

En la parábola Jesús explica en una breve historia qué entiende por ?prójimo? cuando se
refiere al mandamiento de ?ama a tu prójimo como a ti mismo??. Y ocurre que bajo esta
mirada se convierte en ?prójimo? para mí todo ser humano que está en necesidad y se
cruza en mi camino, no importa cuál sea su etnia, su religión o su posición social. Y el amor
del samaritano no se limita a sentir compasión por el judío que ha sido asaltado; va más
allá cuando cura sus heridas y se preocupa de que lo cuiden. Es un amor de corazón y de
obras. Es un amor que construye lazos y transforma al ?él?, un ?otro?, primero en un ?tú? y
luego en parte de mi ?nosotros?.

Es un amor que, cuando se hace cultura, es semilla de solidaridad universal, de visión
compartida, de misión transformadora de sociedades. Es esta noción ética la que ha sido

8 https://lefworldorg_>_hindu_cc
13
tomada en décadas recientes por la Declaración Universal de Derechos Humanos como
fundamento para sostener que todos los seres humanos somos iguales en dignidad y
derechos.
Otra enseñanza de esta parábola es que para Jesús la clave está en sentirse y hacerse
?prójimo? de todo ser humano que está en necesidad, lo que da paso a la praxis samaritana
movida por la compasión.

Cuando Jesús nos enseña sobre el amor al prójimo nos trasmite también como su legado la
milenaria Regla de Oro al decirnos ?Tratad a los demás como queréis que ellos os traten??
(Lucas 6, 31). Este principio ético, formulado de diferentes maneras –como se aprecia en
el confucianismo («no impongas a otro lo que no elegirías para ti mismo») y en el budismo
(«no hieras a los otros de una forma que tú mismo encontrarías hiriente»)– lo hallamos
también en múltiples otras tradiciones, tanto religiosas como laicas. Es el caso del
hinduismo, jainismo, taoísmo, zoroastrismo, judaísmo, islam, así como la filosofía griega y
de Kant. Si esta regla ?llamada ética de la reciprocidad– fuera practicada universalmente,
estaríamos construyendo un mundo más ?humano? y más feliz.
El samaritano de la parábola ilustra muy bien como Jesús ve la Regla de Oro: No se trata de
?yo te doy para que tú me des?. No es una reciprocidad debida, sino fundada en el amor.
Otras enseñanzas de Jesús apuntan a la desproporción y desmesura en el amor al
prójimo. Tal es el caso de las invitaciones del Sermón de la Montaña. Las llamadas al amor
al enemigo, a poner la otra mejilla. Constituyen un maximalismo moral orientado a
fortalecer la reciprocidad por amor, a garantizar la equivalencia en el acuerdo y deben ser
escuchadas libérrimamente.

La benevolencia en el amor al prójimo no puede aislarse de la justicia, la misericordia y el
perdón. Su práctica de la justicia, orientada por la ética del cuidado, va más allá de la
justicia que da a cada quien lo que le es debido. Y lo mismo podemos afirmar en cuanto al
perdón. Jesús invitó a ?perdonar 70 veces siete?, es decir, siempre. El perdón no significa la
absolución de una culpa y la exención de un castigo. El perdón significa volver a confiar en
sí mismo y en quien nos ha herido, liberarse del rencor y la venganza, considerar más en el
victimario el sufrimiento que la culpa, y desear su sanación. Es el perdón que corta de raíz
la espiral de la violencia. Un perdón que transforma a las personas (parábola del hijo
pródigo).
Su justicia va más allá. Lo observamos en su enseñanza sobre los trabajadores
desempleados que estaban en la plaza, esperando ser contratados para trabajar por
un jornal. Y aunque unos son contratados en la mañana, otros más tarde y otros al final
del día, todos reciben el mismo salario, equivalente a un día de trabajo (Mateo 20, 1-16).

Si bien en esta parábola Jesús se refiere expresamente al ?reino de los cielos?, enuncia un
principio ético fundamental en el campo de la justicia social: el salario justo no se rige sólo
por las fuerzas ciegas del mercado, sino requiere como mínimo ser capaz de satisfacer las
14
necesidades básicas del trabajador o trabajadora y su familia, si la tiene. Principio que ha
inspirado la legislación sobre salario mínimo y seguro de cesantía a nivel nacional, así como
la inclusión del derecho al empleo decente en el paradigma de los DDHH.

b. La praxis inspiradora de Jesús
Jesús manifestó sus valores no sólo a través de sus enseñanzas orales, sino también
mediante sus actitudes, comportamientos y formas de ser. Estos valores del relato o
evangelio de Jesús, siendo reales o simplemente evocaciones de las primeras comunidades,
son para nosotros fuente de inspiración y motivación para la acción. He aquí algunas de
esas inspiraciones:

Su libertad interior y pública frente al poder político-religioso. Libre de: la búsqueda del
poder, dinero, prestigio, como de sus propios miedos y angustias; ante su familia que
quiere controlarlo, ante sus discípulos que no lo entienden, ante sus adversarios; ante el
modo de vivir y entender la religión (libre ante la ley, las prescripciones, tabúes, culto
vacío??) y ante su propia muerte por defender su proyecto vital. Libre para amar con un
amor de cuidado, respeto, cariño, compasión, paciencia, cercano, sin exclusivismos, pero
sabiendo cuidar la amistad. Libre para empoderar, liberar, denunciar, anunciar, proclamar
verdades y por tanto desenmascarar mentiras. Libre para comprometerse con una causa
que lo realiza y trasciende a la vez.

Una libertad que, como casi siempre que se ejerce, es subversiva. Las narraciones
evangélicas una y otra vez muestran a Jesús provocando una radical revolución,
cuestionando los esquemas de valores establecidos: quienes son los primeros serán los
últimos.

Libertad para criticar el modo de gobernar ejerciendo un poder que domina; para
cuestionar una religión de culto, de prescripciones, alejada de la justicia; para proclamar
un Dios de misericordia no excluyente, en vez de un Dios del miedo y el castigo.
La radical ?revolución de valores?? que llevó a cabo: atribuye a los pobres y a los últimos
los valores que eran propios de la aristocracia (magnanimidad, paz, generosidad, filiación
divina, sabiduría??), y revaloriza los valores de los pobres (hospitalidad, economía familiar
de la reciprocidad).

Su profunda confianza en la hondura de la realidad que, de acuerdo a la cultura religiosa
de su tiempo, llama ?Dios?? y se lo imagina como Creador, Señor omnipotente y Padre ?
Abbá– advocación esta última poco frecuente que expresa una gran confianza amorosa.
(Ver Mt 6, 25-34)
El atrevimiento a cambiar la imagen tradicional de Dios. Jesús libera a Dios del sistema
religioso-sacrificial y sacerdotal del templo y de las tradiciones humanas y predica en vez
de un dios del miedo, un Dios de misericordia que resulta escandaloso.

15
Su espiritualidad profética, subversiva. Rompe con barreras y prejuicios culturales,
religiosos y familiares: atiende a judíos y gentiles, come con personas consideradas
?pecadoras e indeseables??, acoge en su grupo a mujeres y varones, critica la mirada
posesiva de los varones sobre las mujeres, las defiende y enaltece, aprende también de
ellas (que en su contexto cultural no tenían nada que enseñar a los varones) a lavar los pies
por amor.

El ?Jesús histórico?? no fue, no pudo ser, ?ecologista??. Sin embargo, en el Jesús del relato
evangélico hallamos rasgos que pueden contribuir a inspirar una sabiduría y una praxis
bioecocéntrica. Por ejemplo, su ser profundamente integrado en la naturaleza, como la
gente pobre del campo en la antigüedad; su mirada y admiración de la naturaleza como
manifestación o sacramento de Dios o de la Hondura fontal de cuanto es: el sol que
amanece sobre buenos y malos, la lluvia que fecunda los campos de los justos e injustos, la
levadura que fermenta y da sabor a la masa. El cuidado podría ser una bella imagen de la
Realidad más real y creadora, y una clave fundamental de una forma de vivir y de una ética
bioecocéntrica.

La ética del cuidado es en la actualidad una pieza central del humanismo bioecocéntrico
cuando nos habla de cuidar la Tierra, nuestra ?casa común?, y de cuidar a la ´comunidad de
vida?, de la que somos parte. Sin tener las preocupaciones de hoy, Jesús fue hace dos mil
años un sabio cuidador: cuidó, pero no sobreprotegió, ni suplantó, ni hizo por los otros lo
que ellos podían y debían hacer por y para ellos mismos.

Las narraciones del modo de cuidar Jesús a los demás son iluminadoras: cuidó sintiendo
apasionadamente el dolor de su gente, pero no entró en confluencia con nadie. Jesús cuidó
y se dejó cuidar, aprendió a dar y recibir, enseñó y supo hacerse un sabio discípulo de la
vida: aprendió de las mujeres a lavar los pies por amor, de los pastores a cuidar de las ovejas
y reconocerlas por su nombre.

Cuidó a cercanos y lejanos, a los suyos y a los extranjeros, privilegió en su cuidado a todos
los excluidos por el sistema, a las víctimas del desamor, no descuidó la dimensión social y
política del cuidado porque su pasión fue lo que él denominó ?Reino de Dios?? y no sólo
cada una de las personas dolientes. Luchaba por un mundo distinto, por unas estructuras
que hicieran posible una sociedad que fuese como una familia de hijos y de hermanos.
CONCLUSI?N: CONSTRUIR UN RELATO Y UNA ORTOPRAXIS UNIVERSAL DE SENTIDO

Necesitamos una poética y una praxis para un mundo diferente al de hace medio siglo que
ha ido abandonando la religión y otras referencias de sentido y sigue apremiado por graves
problemas sociales y medioambientales. Este documento es sólo un esbozo de la nueva
visión humanista bioecocéntrica que emerge en muchos lugares del planeta desde muchos
colectivos. Estamos pasando de una cosmovisión religiosa particular a un humanismo
16
planetario, posible fruto de un consenso mundial sobre nuestro lugar y misión en el mundo
de hoy y de las próximas futuras generaciones.

No hay pues en esta propuesta de ortopraxis planetaria una particularidad cristiana
exclusiva ni de ninguna otra religión o filosofía. De nosotros, humanos, depende que sea
una armoniosa articulación. Quizá así también se pueda asumir un posible futuro
transhumanista que sin desdeñar la tecnología se rija más por criterios éticos. Somos hijas
e hijos de la vida que chisporrotea fraternidad, inteligencia y creatividad. Cuidémosla y
orientémosla.

<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<< ANEXO 1 Los pueblos indígenas en la agenda ecológica mundial: dos ejemplos En el mundo hay aproximadamente 476 millones de indígenas en más de 90 países. Si bien constituyen sólo poco más del 6??% de la población mundial, representan alrededor del 15??% de las personas que viven en pobreza extrema.9 Si bien los pueblos indígenas poseen, ocupan o utilizan alrededor de una cuarta parte de la superficie terrestre del mundo, esas áreas contienen el 80??% de la biodiversidad que aún queda en el planeta. Esto les convierte en potenciales actores protagónicos de las políticas y programas destinadas a proteger la biodiversidad, así como combatir el calentamiento global y reducir los riesgos derivados del cambio climático. 10 Los dirigentes de las organizaciones de pueblos indígenas que les representaron en la COP 21, en 2015, cuando se aprobaron los acuerdos de Paris sobre cambio climático, estaban muy consciente de esta condición cuando reclamaron para sus pueblos los títulos de ?guardianes de los bosques?? y ?protectores de la biodiversidad??, como también promotores del concepto de ?buen vivir?? y el desarrollo sin contaminación.11 Un ejemplo de involucramiento de los pueblos indígenas en los actuales programas de acción lo encontramos en la Campaña por la Naturaleza12, iniciativa que hace suyo el ambicioso objetivo mundial de proteger el 30 % del planeta para 2030. Objetivo este 9 Fuente Banco Mundial: https://www.bancomundial.org/es/topic/indigenouspeoples 10 Ibidem 11 ?Actores sociales en la Cumbre del Clima de París: el mensaje de pueblos indígenas, grupos religiosos, mujeres y jóvenes??, por María Luisa Azpíroz Manero, Universidad Panamericana, Mexico, https://www.redalyc.org/journal/421/42159653010/html/ 12 Ver: https://www.campaignfornature.org/indigenous-peoples 17 acordado en 2022 por la 15ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Específicamente, la Campaña por la Naturaleza hace un llamado a los líderes mundiales a: ?? comprometerse a aumentar las áreas protegidas al menos al 30% del planeta para 2030. Hoy en día, solo el 15% de la tierra, el 15% de las aguas dulces y el 7% de nuestros océanos están protegidos, habiéndose perdido el 60% de la vida silvestre terrestre en los últimos 50 años; ?? ayudar a movilizar recursos financieros para garantizar que las áreas protegidas se gestionen adecuadamente, y ?? abordar la conservación de la biodiversidad de una manera que integre y respete completamente el liderazgo indígena y los derechos indígenas. Otro ejemplo lo encontramos en la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), una organización indígena de convergencia internacional que representa 511 pueblos indígenas, articulados por organizaciones nacionales presentes en los 9 países amazónicos. Entre sus objetivos están la elaboración e implementación de los planes de vida de los pueblos indígenas, así como el manejo integral de 240 millones de hectáreas de la cuenca amazónica. Asimismo, esperan que los recursos que se puedan captar ayuden con la titulación de unos 100 millones de hectáreas de territorios indígenas, que hoy se encuentran bajo posesión de las comunidades amazónicas. Todo ello apunta a que los territorios de los pueblos indígenas se conviertan en áreas de conservación y con ello se logre almacenar 96,000 millones de toneladas de CO2. Este sería un logro muy significativo en la lucha contra el calentamiento global, porque ?como muestra un estudio reciente13 -- entre 2010 y 2017, la mayor selva tropical del planeta liberó anualmente, en promedio, algunas centenas de millones de toneladas de carbono más de las que extrajo del aire y almacenó en su vegetación y en el suelo. Las principales causas de este fenómeno serían los incendios y los prolongados períodos de sequía. El pulmón del mundo está enfermo y requiere urgentemente tratamiento. Las poblaciones indígenas que lo habitan buscan activamente convertirse en actores claves para lograrlo. <<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<< 13 Ver: https://revistapesquisa.fapesp.br/es/ahora-la-amazonia-es-fuente-de-co2/ 18 INDICE INTRODUCCI?N 1. PREÁMBULO: HIJAS E HIJOS DE LA VIDA 2. UN NUEVO MODELO DE HUMANIZACI?N. a) Del teocentrismo al humanismo antropocéntrico y al humanismo bioecocéntrico b) Cómo surge y se consolida el Humanismo bioecocéntrico c) Participación de actores sociales del ámbito de la fe d) Papel potencial de los pueblos indígenas 3. MIRANDO AL FUTURO: VISI?N Y MISI?N a) Construyendo futuro juntos b) Nuestra responsabilidad global 3. EL LEGADO VALORICO DE JES?S PARA UNA PRAXIS HUMANISTA BIECOC?NTRICA a) Las enseñanzas de Jesús b) La praxis inspiradora de Jesús CONCLUSI?N: CONSTRUIR UN RELATO Y UNA ORTOPRAXIS UNIVERSAL DE SENTIDO