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Por un Feminismo Marxista y un Marxismo Feminista -- Alonso Ignacio Salinas Garcia

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Por la exclusión social, las mujer, se ha separado del quehacer político –sea una marginalización externa o autoimpuesta- por años. Siendo recién en las últimas 3 décadas cuando se vive la política reivindicativa en muchos países, como en otros más avanzados en este aspecto, han dado el salto de la reivindicación simple a la política de masas e incluso al parlamentarismo. Pero existe un conflicto que desvincula al actor social más determinante históricamente pero a la vez el más ignorado, la mujer, de su masividad como de su vinculación a la transformación profunda de la Sociedad. Pues las cuotas de género –algo necesario- se ha vuelto más importante que la generación de una Sociedad nueva, aún más marcado cuando desde el marxismo se segrega y estas se marginan del marxismo. Con resultados nefastos, pues la igualdad en el acceso al poder o en las instancias institucionales de la vida privada no cambia nada del sistema de explotación y exclusión al que se ven inmersas estos espacios políticos.

Que haya más mujeres en directorios de empresas no altera en nada al machismo inculcado en las escuelas como tampoco la explotación de los Obreros. Y a vez, la reducción de los intereses de clase de las y los trabajadores es la barrera que impide dos cosas: La unificación de los explotados en la Lucha de Clases y la consecución de una Sociedad sin Clases Sociales, pues qué mujer desea estar en algo que no luche por ella o no la represente, como también, no buscar eliminar la opresión sobre la mujer es mantener una contradicción de Clase.

Los difamadores del marxismo, acusan a este de ser machista y olvidarse de la mujer, lo cual no es totalmente una falacia. Existe una dicotomía oscura entre la academia marxista y la práctica histórica de los partidos marxistas, en particular los comunistas. Marx decía en el Manifiesto Comunista: “se trata de acabar con esa situación de la mujer como simple instrumento de producción” (Marx, K. 1848, pag. 99), pero en la URSS ya bajo la dirección de Stalin la mujer fue reducida a los roles de género de los que era ya era esclava en la era del zarismo.

Andrea D’Atri, de Pan y Rosas en su libro Pertenencia de género y antagonismo de clase en el capitalismo nos señala:
Con Stalin se suprimió la sección femenina del Comité Central del PCUS y sus equivalentes en los diversos niveles de la organización partidaria. Para 1934 no respetar a la familia se convierte en una conducta “burguesa” a los ojos de la burocracia. En 1944 se aumentan las asignaciones familiares, se crea la orden de la “Gloria Maternal” para la mujer que tuviera entre siete y nueve hijos y el título de “Madre Heroica” para la que tuviera más de diez. El divorcio se convierte en un trámite costoso y pleno de dificultades. E incluso en 1953 en la Unión Soviética nos encontramos con una legislación sobre derechos de la madre y el niño que señala: “Los intereses de la mujer como madre –bien sea con hijos o futura madre- están tanto mejor asegurados cuanto más sólidas y constantes sean las relaciones entre los esposos. Garantiza, ante todo, tal solidez en las relaciones la existencia de la familia. Precisamente la familia asegura las condiciones normales para el nacimiento y la educación de los hijos, crea las premisas más favorables para que la mujer cumpla con su noble y alto deber social de madre.

Pero esta crisis de la mujer, esta explotación de clase, impuesta por marxistas no es resultado de la teoría marxista o el porvenir Socialista. El socialista alemán August Bebel (1840-1913) escribió: “La mujer de la nueva sociedad será plenamente independiente en lo social y lo económico, no estará sometida lo más mínimo a ninguna dominación ni explotación, se enfrentará al hombre como persona libre, igual y dueña de su destino” (La mujer y el socialismo, August Bebel. 1879).

Es cierto que la izquierda ha sido víctima de la misma Sociedad en que se concibió, el machismo existe hasta en las estructuras más democráticas, no existen espacios totalmente libres del Patriarcado –inclusive en los movimientos reivindicatorios podemos ver actos o agresiones machistas (incluso perpetradas por mujeres)-, pero no es esto resultado de la teoría marxista por sí misma, ni mucho menos una excusa para rehusarse a la participación en la edificación de una Sociedad distinta desde una perspectiva científica.
Pero en los partidos tradicionales marxistas, desde los cercanos a la figura de Stalin como los Socialdemócratas, cometieron la aberración de reducir el sujeto político, al punto de reducirlo solamente a una Clase: al Proletario. Han concebido la contradicción capital/trabajo exclusivamente, olvidando la dicotomía de violencia y dominación del hombre heterosexual blanco sobre la Sociedad Civil.

Rousseau en el Contrato Social plateó una diferentica entre “Decreto” y “Ley”, el Decreto es una declaración de intereses particulares en la Sociedad mientras la Ley es la declaración universal de la Voluntad que es General por lo que pasa a ser un Derecho Natural -algo que se condiciona y perpetua por su naturaleza misma-, la igualdad como condición exclusiva de la participación de hombres es condenar la irreductibilidad de la Voluntad General, por ello decir “no hay revolución sin mujeres” no es un eslogan, sino una condición sociológica de las transformaciones sociales.

Entonces cuando hablamos de la relación entre Feminismo y Marxismo, desde el Marxismo podemos decir dos cosas:
1) El Patriarcado se ha perpetua en manos de los mismos Socialistas, quienes irónicamente nacieron de la Revolución Francesa declarando tres principios; Fraternidad, Igualdad y Libertad. ¿Qué fraternidad puede existir si los militantes de un partido revolucionario no son iguales? ¿Qué sociedad puede ser fraternal si no existe igualdad en todos los espacios –vida familiar, derechos reproductivos, mundo laboral, etc.-? ¿Qué libertad existe si un género esta encadenado a otro? Y así sucesivamente podemos preguntarnos continuamente que Sociedad nueva podemos crear como revolucionarios si negamos a la mujer como sujeto político y olvidamos que el Feminismo es un instrumento revolucionario como el Marxismo, y la respuesta siempre será la misma, ninguna.

2) La misma Lucha de Clases se transforma en derrota asegurada o victoria Pírrica por la división del Marxismo y el Feminismo. La reducción del sujeto político impide la construcción de una Sociedad Nueva. La Voluntad Colectivo Nacional de la que nos habla Gramsci nace de la Voluntad General de Rousseau, es la fuerza social –no electoral- que perpetua las trasformaciones políticas como reformas morales, los cambios en la Cultura dentro de la Sociedad Civil, y es esta voluntad la condición de las trasformaciones. Si toda dominación es voluntaria y el silencio del pueblo lo hace cómplice de su explotación, entonces todo cambio es voluntario de la Sociedad en su conjunto y debe ser el mismo pueblo quien rompa sus cadenas.

Cuando históricamente se imposibilita la articulación de la Sociedad Civil completa –al negar por ejemplo a la mujer como sujeto político y su lucha- es cuando históricamente la izquierda es en parte culpable de sus diversos fracasos, ¿Qué Lucha de Clases existe cuando más de la mitad de los oprimidos no se siente completamente llamado a esta lucha y sus supuestos compañeros las tienen encadenadas? Ninguna, no habrá una izquierda exitosa mientras esta no sea feminista. Si queremos abolir las Clases Sociales no podemos olvidar que la primera opresión de clases fue la del sexo femenino por el masculino.
En palabras de León Trotsky: “Una revolución no es digna de llamarse tal si con todo el poder y todos los medios de que dispone no es capaz de ayudar a la mujer –doble o triplemente esclavizada, como lo fue en el pasado– a salir a flote y avanzar por el camino del progreso social e individual”.

Ante la crisis del marxismo y el sujeto político, muchas feministas que comprenden la teoría marxista se marginarían de igual manera que las que la desconocen, pensando que su lucha es solo para ellas y no la humanidad, como a la vez creyendo que solo conseguirán cumplir sus intereses solas. Pero esto es más que un error, es una aberración, les afirmo que el materialismo histórico, fundamenta científicamente el proyecto socialista, el cual es el proyecto de una Sociedad libre de Patriarcado –como deja bien en claro los socialistas antes mencionados-, como también humaniza nuestra comprensión de la sociedad: sus conflictos se conocen en la medida de nuestra propia acción y conocimiento, y no con principios opacos y/o divinos. El Marxismo es la llave que puede ayudar a la edificación de un Feminismo de masas y no de escritorio exclusivamente.

La lucha feminista esta tan apegada a la Superestructura e Infraestructura de la Sociedad que es inconcebible pensar en un mundo donde no necesitemos marchar de “Ni una Menos” que pueda ser bajo la Ideología burguesa o con un sistema productivo basado en la apropiación de las riquezas por parte minúscula de la Sociedad. La lucha feminista es parte de la Lucha de Clases y el feminismo es parte de la Conciencia de Clases.

A todas aquellas que creen que su lucha es solamente para ellas y exclusivamente llevada a cabo por ellas, les pondré respectivamente dos puntos para la reflexión:
1. ¿Acaso el Patriarcado solo daña a las mujeres? No olviden que los roles de género influyen sobre toda la Humanidad, la violencia masculina no es producto del paradigma de Henrik Ibsen en su obra Casa de Muñecas: La mujer como propiedad –muñeca- del Padre y luego el Marido, sino más bien, que los complejos psicológicos y el desarrollo de la personalidad de todos los hombres es igualmente cocinado por el Sistema Patriarcal. Toda la violencia en que vive la Humanidad; homicidios, guerras, genocidios, entre otros, son producto del impío matrimonio entre los Intereses de las Clases Dominantes y la Violencia en que se crían a los hombres. Los hombres sufren la imposición roles de género y la Humanidad sufre la violencia con que nos cría el Patriarcado: no puede haber paz en un mundo donde el desarrollo de la personalidad es alrededor de estándares o fijaciones fálicas de poder. El Feminismo no es la Lucha exclusiva de las mujeres, es la lucha por la Humanidad.

2. Karl Marx en el Manifiesto Comunista señalo: “La historia de la sociedad humana, hasta nuestros días, es la historia de las luchas de clase” (Marx, K. 1848, pag. 71). Desde la Guerras Civiles romanas a la lucha por los derechos civiles en EEUU han sido el embate entre los desposeídos y los privilegiados: Derechos y Reconocimiento contra privilegios y beneficios particulares. Así mismo surgió el Feminismo de la Ilustración y la Revolución Francesa –al igual que el Socialismo-, en pos de sus intereses de Clase e incluso de la Humanidad, siendo su mayor ejemplo el texto: Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana (Escrito por Olympe de Gouges en 1791). Pero como la mujer fue excluida de este proceso –que ella misma inicio- no pudo cumplir sus intereses, como a la vez los revolucionarios Girondinos y Jacobinos no cambiaron la Sociedad ni instauraron un nuevo orden perenne. La Lucha de Clases requiere del Cuerpo Político antes señalado, sin mujeres no hay Revolución. Como para que mujeres derriben el Patriarcado necesitan de toda la Humanidad –como esta necesita al feminismo-. Es el Socialismo, en palabras de Rosa Luxemburgo: Un Mundo donde Seamos Socialmente Iguales, Humanamente Diferentes y Totalmente Libres, donde se realizará la mujer completamente, donde el Patriarcado será arrancado de las camas, de los trabajos, del hogar, escuelas y la prensa. La Lucha feminista como no es solo para las mujeres sino por la Humanidad, es también, la lucha de la Humanidad, no solo de las mujeres.

Las Feministas deben distanciarse de los últimos años marcados por el marketing del falso empoderamiento y la dominación del Corporativismo Feminista. Una vertiente que se ha hegemonizado en nuestra cultura, vitoreada incluso en los medios, y que ha estado empeñada en fabricar a lideresas con proclamas publicitarias individualistas o políticas conservadoras que llevan escritas en sus camisetas de “Esto de aquí es una Feminista” mientras aplicaban las reglas del libre mercado a las políticas de la mujer.

Como bien resume en tono cómico Bridget Christie –humorista inglesa- en Un libro para ellas (Anagrama, 2017):
El feminismo conservador podría resumirse como sigue: A mí me ha ido bien, así que, ¿por qué no iba a irle bien a todo el mundo?, ah, sí, y en cuanto llegue arriba lo primero que haré será poner la zancadilla a todas las que intenten seguir mis pasos.
Por el contrario las Feministas del mundo deben hacer suyas las palabras de la comunista estadounidense Angela Davis y otras activistas que provienen del mundo académico, que firmaron en el The Guardian la carta Mujeres de América, vamos a la huelga. Uníos y así Trump verá nuestro poder. Pues el Feminismo debe ser “un nuevo movimiento feminista internacional con una agenda expandida: anti-racista, anti-imperialista, anti-heteronormativo y anti-neoliberal”.
Por ello es que necesitamos un Marxismo Feminista y un Feminismo Marxista, ambos se necesitan e incluso ambos son el uno de un todo, como el Ying y el Yang.

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