En pleno siglo XXI es inconcebible que haya personas muriéndose de hambre, pero lo que es también una vergüenza es que muchas veces son los propios regímenes dictatoriales los que no permiten la entrada de ayuda humanitaria en zonas de conflictos. Somalia ha sido el clásico y triste ejemplo de ello.
No podemos esperar a reaccionar cuando ya es demasiado tarde y cuando la hambruna se expande de forma devastadora. Hay que tomar medidas urgentes y aportar soluciones. Un buen ejemplo de esta rápida reacción es la labor de la Unión Europea en un país como Níger, cuyo presidente, Mahamadou Issoufou, ha dicho que «la UE ha tomado medidas urgentes que han permitido reconstituir las reservas de cereales». Me alegro que esté previsto que la UE destine 200 millones de euros a Chad, Mauritania, Malí, Burkina Faso y Níger. Eso es precisamente saber reaccionar a tiempo y no esperar a que países enteros acaben dependiendo de la ayuda exterior.