PINTAN DE ROSA UN CARRO DE COMBATE

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Enfundados en chillones disfraces amarillos y naranjas, una veintena de personas entraron ayer en el campo de tiro de San Gregorio, propiedad del Ejército. Allí, tras escenificar la victoria del bien sobre el mal, pintaron de color rosa un carro de combate aparentemente abandonado. Era su forma de reclamar el uso civil de este emplazamiento y su reconversión en un espacio natural protegido.

No es la primera ocasión en que el Colectivo de Objeción y Antimilitarismo, integrado por gente de Madrid, Elche, Bilbao o Zaragoza, promueve acciones de protesta carentes de violencia como ésta, aunque probablemente sí sea la más colorida. «Paseando por la zona, vimos de lejos el tanque y nos pareció simbólico», cuenta Julio para explicar por qué se decidieron por esta iniciativa.

Aun así, los nervios fueron patentes desde que cruzaron el viejo alambre de espino -que marca la frontera entre el terreno civil y el militar- hasta el final. «¡Viene un camión!», gritó a mitad de faena uno de los improvisados vigías. Huida acelerada. «¡Todos juntos y sin correr!», ordenó alguien. Tras constatar que se trataba de una falsa alarma, retomaron su tarea: «Aún nos queda pintar el logo de la paz», apuntó uno.

Entremedias, los participantes escenificaron una especie de comedia en la que tres «superhéroes» disfrazados liberaban de otros tantos «supervillanos» a la sociedad. Así, las armas negras se transmutaban en la belleza rosa del blindado, un imponente y solitario vehículo situado en los campos de San Gregorio.

Al final, la colorida obra fue terminada sin más imprevistos, aunque su esperanza de vida se presupone efímera. «¡Cuando vea las fotos mañana!», dijo uno de los colaboradores, evidenciando una alegría compartida.

Detenciones en Bilbao

Como es lógico, las acciones del COA -también conocido como Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC)- no son bienvenidas en el Ejército. «El año pasado, en Bilbao, entramos dentro del gobierno militar y nos retuvieron varias horas. Nos esposaron, nos pusieron de rodillas… No fue fácil», recuerda Chabi, quien constantemente insta a abandonar el campo de tiro lo más rápido posible. En aquella ocasión, cinco de los ocho detenidos provenían de Zaragoza.

Las reivindicaciones de esta organización son, básicamente, revertir el uso militar de las instalaciones que tiene el Ejército y denunciar el elevado gasto del Estado en investigación militar. «Una cuarta parte del total; con diferencia, la partida más destacada», constata Jesús Paz, uno de sus miembros y que dice contar en esta reclamación con el respaldo de dos mil científicos.

Como la ubicación, tampoco el día elegido fue casual: hoy se celebra la romería a San Gregorio, día en que se abren al público las instalaciones militares. «Aunque a nosotros ya no nos dejan entrar», se lamenta Jesús. «Los partidos pueden mostrar sus pancartas políticas, pero nosotros no podemos desplegar eslóganes pacifistas», agrega.