Suele usar sandalias. AUn cuando baja la temperatura en la casi siempre cálida y húmeda Asunción. A veces viste traje en lugar de campera, aunque admite que nunca usó corbata. Pero mientras algunos comentan su estilo informal para vestirse, Fernando Lugo asegura que aprendió en la Iglesia que no se debe juzgar por la apariencia. Ya no usa sotana, está suspendido en su oficio pastoral aunque sigue siendo obispo. Después de casi 30 años de vida consagrada, ahora enfrentará la dura tarea de manejar los destinos de Paraguay.
Nacido hace 56 años en un hogar humilde del departamento de Itapúa, sobrino de un dirigente del Partido Colorado que debió exiliarse durante la dictadura de Alfredo Stroessner, Fernando Armindo Lugo Méndez se decidió por el camino político luego de haber trabajado como religioso con los sectores más necesitados.
En 1977, tras ordenarse sacerdote, viajó a Ecuador, donde fue profesor y párroco en distintas localidades. Allí vio de cerca los problemas sociales y comenzó a interesarse por la Teología de la Liberación. De vuelta en Paraguay, en 1994 fue ordenado obispo y asignado a la diócesis de San Pedro, una de las zonas más pobres del país, y donde se hizo conocido por su apoyo a los campesinos sin tierra y se ganó el mote de «cura de los pobres».
Dio el gran salto a la política el 29 de marzo de 2006 cuando, con su inmenso carisma, logró reunir a unas 40.000 personas de todos los signos políticos para protestar contra el gobierno de Nicanor Duarte Frutos. Ahí se decidió a dejar la sotana y liderar un frente opositor.
Aunque el histórico Partido Colorado lo señala como un izquierdista peligroso que implementará un gobierno de estilo chavista, él afirma que está «en el centro, como la boca del poncho».
En diciembre de 2006 presentó su renuncia al ministerio sacerdotal, pero el Vaticano se la rechazó y lo suspendió «a divinis». Desde entonces logró algo inédito en 19 años de democracia: aglutinar a la oposición en una alianza integrada por una decena de partidos y unos 20 movimientos sociales de los más diversos sectores. Cuando pasen los festejos, lo espera un complejísimo trabajo.