Entre los mandatarios de nuestra sufrida y bella América destaca por su sencillez y calidad humana el presidente de Uruguay José Mujica. Viejo luchador contra las dictaduras miltares y conservadoras en su patria, perteneció a la guerrilla y fue condenado a 15 años de cárcel. El pueblo lo llevó a la presidencia y a los 83 años de vida mantiene una sabiduría, y equilibrio envidiables.
Esto no quiere decir que no tenga problemas que enfrentar y que algunas soluciones de gobierno sean las respuestas más adecuadas; pero prima en Pepe Mujica un sentido de sencillez, honorabilidad y sabiduría popular que lo hacen distinto a algunos vociferantes mandatarios de nuestro continente, y a los gobernantes un tanto ineptos que se balancean sobre las aguas de las demandas populares.
José Pepe Mujica habló, no hace mucho, en la Cumbre Río + 20, en Brasil. Este fue su mensaje: “Ay, si hubiera coherencia entre el decir y el hacer… ¿El modelo de desarrollo y de consumo que queremos es el actual de las sociedades ricas?, ¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes?. ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar? Hemos creado esta civilización en la que estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha derivado en un progreso material portentoso y explosivo. Pero esta economía de mercado ha creado sociedades de mercado y nos ha conducido a una globalización cuya mirada alcanza al mundo entero. Pero ¿estamos gobernando esa globalización, o ella nos gobierna a todos? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una economía basada en la más despiadada competencia?; ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?
Fuerzas desatadas El Hombre no gobierna hoy a las fuerzas que ha desatado, sino que ellas gobiernan al Hombre y a la vida toda. No venimos al mundo para desarrollarnos solamente. Venimos para ser felices. Porque la vida es corta y se nos va, y ningún bien vale como la vida. Esto es lo elemental. Pero la vida se nos va a escapar trabajando y trabajando, para consumir un “plus” y la sociedad de consumo es el motor de esto; porque en definitiva, si se paraliza el consumo se detiene la economía y si se paraliza la economía aparece el fantasma del estancamiento.
Sin embargo, ese hiperconsumo es el que está agrediendo al planeta y a nosotros, los seres humanos. Porque hay que generar el hiperconsumo para que las cosas duren poco y se pueda vender mucho. Los pícaros les ganan la batalla a los ingenuos, siempre. Sostener esta civilización del “úselo y tírelo” en un círculo cada día más vicioso. Estos son asuntos de carácter político. Ello nos indica que es hora de luchar por otra cultura. No se trata de volver al tiempo de las cavernas ni de tener un “monumento al atraso”. Pero tampoco podemos seguir gobernados por el mercado. Viejos pensadores, desde Séneca hasta los Aymaras razonaban que “pobre no es el que tiene poco, sino el que desea tener más y más infinitamente”. Esta es una clave de orden cultural. Comprometo como gobernante mi respaldo y acompañamiento al esfuerzo que hagamos por un cambio en este modelo de civilización que hemos montado y que tenemos que revisar.
Contra la felicidad Pertenezco a un pequeño país dotado de recursos naturales para vivir. En él hay poco más de 3 millones de habitantes. Pero hay 13 millones de vacas y 10 millones de estupendas ovejas. Mi país es exportador de comida. Es una penillanura con casi el 90% de su territorio aprovechable. Mis compañeros trabajadores lucharon mucho por la jornada de 8 horas y ahora están consiguiendo la de 6 horas. Pero también buscan otro trabajo, es decir otro sueldo, porque tienen que pagar la moto, el auto y otras tentaciones; cuotas y cuotas. Cuando se quiera acordar, ese hombre será un viejo al que se le fue la vida. Y uno se pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana?. El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad, sino a favor de la felicidad humana, del amor arriba de la Tierra, de las relaciones humanas, del cuidado a los hijos, de tener amigos. Cuando luchamos por el medio ambiente, hay que recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama felicidad humana”.
(Aporte de Dardo)