Tanto la maternidad como la paternidad son construcciones socio culturales que se han venido modificando drásticamente, por lo menos desde la segunda mitad del siglo pasado cuando se consideraba al padre como único proveedor económico e indiscutible autoridad en la familia, y a la madre como la encargada exclusiva del cuidado de los hijos e hijas, así como de las labores del hogar. Esta realidad se modificó principalmente por cuestiones económicas, pero también de progreso de la sociedad, por las cuales las mujeres entraron de lleno a la vida pública, a la educación y al trabajo, aunque sin dejar de lado las responsabilidades familiares y domésticas, impidiéndole así desarrollarse en condiciones equitativas.
Por ello, ahora más que nunca cuando nos encontramos ante la construcción de una sociedad democrática, más justa e igualitaria, es prioritario abonar en el desarrollo de una paternidad responsable, de la mano de otro modelo de masculinidad, que nada tienen que ver con las iniciativas presentadas bajo ese título contra el derecho a decidir.
De acuerdo con Eduardo Liendro, fundador del Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias (CORIAC) “para estimular a los varones a experimentar y vivir nuevas formas de una paternidad responsable y participativa, hay que empezar con el involucramiento de ellos en todos los procesos reproductivos» y “esto abarca tanto la toma de decisión respecto al ser padre, la vivencia del embarazo, así como la presencia participativa de los hombres en el parto y el contacto afectivo y amoroso con los hijas e hijos a través de la crianza y su proceso de crecimiento”. Visto así, hay varios procesos legales, de políticas públicas, educativas y culturales que hay que emprender para lograr ese objetivo.
En primer lugar, para tomar la decisión de ser padres de manera consciente y responsable el camino comienza con modificaciones legales y acciones de gobierno para una educación sobre salud sexual y reproductiva para hombres y mujeres desde la niñez, adecuada a las diferentes etapas de su vida, basada en el conocimiento de su cuerpo y disfrute de su sexualidad, advirtiendo sobre los riesgos y las responsabilidades de sus actos, e incluyendo la planificación de un proyecto de vida y familiar.
Hasta ahora, la forma tradicional de iniciar a los jóvenes, hombres y mujeres, en su vida sexual es más bien arbitraria y desigual, pues mientras a los varones se les promueve iniciar una vida sexual activa de manera temprana y se les alienta a hacerlo con varias mujeres para refrendar su masculinidad; a las mujeres por el contrario se les restringe y se les advierte de no hacerlo hasta después del matrimonio.
Lo cierto, es que ni a unos ni a otros se les dan elementos para una sexualidad placentera y responsable, lo que entre muchas otras consecuencias trae consigo embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual.
Otro de los asuntos que se cruza con el tema que estamos analizando es el del reconocimiento de la paternidad. Hoy en día es una realidad galopante el número cada vez mayor de madres solteras que de acuerdo a datos del Consejo Nacional de Población, son alrededor de 880 mil mujeres, quienes conforme a nuestras leyes serían ellas las que tendrían que comprobar la paternidad e iniciar un largo proceso legal para dicho reconocimiento y exigir la pensión alimenticia, lo que además de tiempo requiere de recursos y abogados para conseguirlo.
Sin embargo, en diferentes partes de nuestro país hay iniciativas que buscan cambiarlo estableciendo tiempos y requisitos legales para que sea el varón quien tenga que comprobar lo contrario y de no hacerlo, cumplir con las obligaciones económicas que se le impongan, como ejemplo están las iniciativas presentadas una en Puebla por la diputada Rocío García Olmedo; y otra en Coahuila por los diputados Jesús Contreras y Javier Fernández.
Los derechos de los varones
Para abonar en la paternidad responsable hay propuestas de reformas legislativas a las políticas sociales que establecen el derecho de los varones a los servicios de guardería; que atienden la demanda de que los hospitales públicos y privados permitan la presencia participativa del padre durante el parto; e iniciativas de ley para establecer la licencia por cuidados paternos en la Ley Federal de Trabajo, así como las presentadas para conciliar la vida familiar y laboral, propuestas en la Cámara de Diputados por Yolanda Rodríguez y una servidora, o la presentada por la senadora Ludivina Menchaca en la anterior legislatura.
Finalmente, en un modelo en el que ya no es el padre quien tiene la última palabra, se deben promover valores democráticos al interior de las familias para tomar las decisiones, donde todos, incluidos los menores de edad, son sujetos de derechos, lo que además nos ayudaría a zanjar la violencia que hoy en día disuelve familias.
(*) Martha Tagle es Ex diputada federal mexicana y feminista