Papado sin ensayar -- Juan Masiá Clavel, teólogo

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

A la espera de fumata blanca, unos reporteros ensayaban titulares para el día siguiente. ¿Viene de Milán, de Boston o de Manila??? ¿Será Gregorio como los Grandes o León como los Magnos?La voz del camarlengo les desconcertó. ¿Era el nombre del cardenal emérito de Buenos Aires? La aparición del Padre Bergoglio -así quería que lo llamasen de arzobispo- aumentó la sorpresa. El nuevo obispo de Roma y sucesor de Pedro, que se llamará Francisco, frustra las expectativas mediáticas presentándose sin teatralidad.

Esperaba el periodismo reproducir sus primeras palabras, pero él invitó al silencio. Las televisiones aguardaban la primicia del pgesto emblemático, pero él no hizo puesta en escena. Comenzó convocándonos a rezar por el Papa emérito Benedicto y entonó el Padre Nuestro en italiano a coro con la multitud. La imagen no casaba con las quinielas barajadasdurante la semana. El jesuita argentino que, como obispo romano, ha querido llamarse Francisco, con la sobriedad de su primera aparición en público, estaba dando todo una lección en la línea del Poverello de Asís: sencillez, silencio y reforma.

Albino Luciani, el Papa que solo duró un mes, eligió llamarse Juan Pablo. Unía así la herencia de sus predecesores, Juan XXIII y Pablo VI, a la vez que proseguía la línea reformadora del Concilio Vaticano II. Fue corto su ministerio, pero le dio tiempo para reformas, como prescindir de coronarse con la pesada tiara. Le sucedió el cardenal de Krakovia, Karl Woijtila, que también eligió llamarse como él, esta vez Juan Pablo II.Al cabo de los largos años de pontificado, algún medio irónico bromeó: en vez de llamarse Juan Pablo II, merecería ser Pío XIII, por su impulso de la corriente de vuelta a la restauración de antiguo régimen de los días preconciliares. Con Joseph Ratzinger retornó la modesta apariencia.

Nos preguntábamos por qué no se llamó Juan Pablo III, sino Benedicto XVI. ¿Sería que su estilo de buen liturgista y serio teólogo evocaba el ora et labora dela regla de San Benito? Luego resultó que el nombre seacoplaba mejor con su sintonía ante los sufrimientos de Benedicto XV, el Papa que tanto sufrió de 1914 a 1922, por no poder contrarrestar el avance delos fascismos en Europa y de los antimodernismos en la Iglesia. Benedicto XVI, también ocho años de pontificado como su homónimo, ha padecido tanto o más que él a causa de las críticas de fuera y las intrigas de dentro. Pero ha logrado lo que aquél no pudo: con su renuncia ha sentado un precedente reformador.

Francisco I, que ha comenzado rezando por Benedicto, nos sugiere con su modo de presentarse, que recoge el testamento transmitido en vida por su predecesor. El Papa emérito Benedicto quería un sucesor con fuerza para llevar a cabo las reformas, de las que él dio el primer paso con su renuncia. Cuando Benedicto anunció su cese en el encargo de pilotar la barca de Pedro, la noticia se transmitió como ?dimisión??. Al día siguiente la prensa se corrigió y habló de ?renuncia??. Los periódicos japoneses, acostumbrados al uso de honoríficos imperiales, dijeron que era ?descender del rango?? (en japonés, soku-i). En realidad, la palabra exacta era el ?relevo??. Benedicto desmitificó la exageración de que el Papa fuera vitalicio, lo que no había conseguido hacer Pablo VI cuando fijó la jubilación de obispos a los 75 y de cardenales a los 80. Al despedirse en el relevo con la sobriedad que lo hizo, Benedicto estaba retornando a la sencillez evangélica que hoy prolonga Francisco I.