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Papa Francisco: “no te comportas según la verdad del Evangelio” (Gál 2, 14) (III) -- Rufo González

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celibato2Un cita extraña: ‘Preferiría dar mi vida que cambiar la ley sobre el celibato’”
San Pablo VI “luchó por la opcionalidad del celibato”
Me extraña que el Papa Francisco ponga en su boca:
“Una frase que dijo San Pablo VI me viene a la mente: ‘Preferiría dar mi vida que cambiar la ley sobre el celibato’” (Francisco).
No era esta la actitud de Pablo VI en su pensamiento ni en su actuación. Claramente lo demuestra Celso Alcaina, nombrado por el mismo Pablo VI, en un `rescriptum´ o decreto, `adiutor studii´ de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en febrero de 1967. Era el máximo grado en el escalafón de oficiales de la Congregación vaticana. Allí permaneció ocho años. Por sus manos pasaron casos de secularización y muchos informes sobre el celibato. Pues lean lo que dice:
“Celibato opcional: la opción de Pablo VI

Pablo VI lo intentó. Se esforzó. Consultó. Hizo trabajar a la Curia. Lo anunció. Luego, cedió. Se desinfló y desistió. No tuvo arrestos para llegar hasta el final. Ni siquiera para iniciar un camino adecuado. Era su habitual proceder. Su mente era lúcida. Sus propósitos, encomiables. Pero su voluntad era débil. A la hora de ejecutar, dudaba. Una duda de sabio. Tímido, más que prudente. Se excedía en las consultas. Y desconfiaba de su propia sabiduría… Juan XXIII lo había calificado de `hamlético´” (C. Alcaina: “Roma veduta. Monseñor se desnuda”. Ed. Liber Factory. Madrid 2016, pp. 172ss)..

Tres hechos demuestran el pensamiento de Pablo VI

Es cierto que impidió su discusión en el concilio Vaticano II. Igualmente publicó en 1967 la encíclica “Sacerdotalis caelibatus” validando la ley. Pero los hechos dicen que

“Pablo VI no consideraba esencial el celibato obligatorio. Ni siquiera muy importante. Lo subordinaba a la función apostólica del clero. Consideraba prioritarios otros valores eclesiales e individuales. Abrigó la esperanza de que sus colaboradores aprobaran y corroboraran su pretensión de modificar paulatinamente la disciplina celibataria. Por su carácter tímido, por la actual configuración del Papado, por la formación y edad del Episcopado, por el preponderante papel de la Curia, fue incapaz de dar el salto, de pasar del diseño a la ejecución.” (o.c. p.176).

A) Su actuación ante el 3º Sínodo de los Obispos:

– Dio instrucciones a la Congregación para la Doctrina de la Fe para “recabar la opinión de destacados cardenales y obispos acerca de la oportunidad y conveniencia de un cambio en la disciplina del celibato”.

– En septiembre de 1971, unos días antes de iniciarse el Sínodo, desde la ventana del Palacio Apostólico, dijo a los fieles congregados:

“El Sínodo que está a punto de comenzar debatirá sobre el celibato del clero.

Por mi parte, estoy dispuesto a que varones casados puedan acceder al

sacerdocio, siempre que el Sínodo así lo acuerde”.

– “Los obispos concluían que la ordenación ìn sacris´ de varones casados supondría el principio del fin del celibato obligatorio. Echaron nuevamente sobre las espaldas del Papa el histórico cambio. Y Montini era débil… Se impuso la prosaica realidad. En los obispos europeos pesaba la secular tradición, pero no se oponían tajantemente a un cambio. A los anglosajones sólo les movía el factor económico. No estaban dispuestos a subvenir a las necesidades de familias en vez de individuos” (o.c. p. 174).

B) Ante la situación de la Iglesia de Camboya y Vietnam

– el arzobispo de Saigon, Nguyen van Binh, informó que los catequistas estaban dispuestos a suplir al clero exterminado, pero sin aceptar el celibato.

– el Papa pidió a la Congregación para la Doctrina de la Fe estudiar el tema y buscar una solución excepcional para aquella dramática situación. Celso Alcaina preparó la “positio” (la propuesta). La Plenaria de Cardenales debatió el tema y comunicó que “no se podía hacer una excepción porque ello supondría romper la disciplina general en la materia. Si el Papa quería abolir el celibato obligatorio, era su responsabilidad” (o.c., p. 175).

C) Ante el caso de un sacerdote ejemplar

– En 1973, llega una carta a la Congregación para la Doctrina de la Fe, a través del cardenal Benelli, sustituto de la Secretaría del Vaticano, “por especial encargo del Santo Padre”.

– Era carta del senador Ludovico Montini dirigida a su hermano Giovanni Battista Montini, Papa Pablo VI. Exponía la situación de un amigo, sacerdote de Brescia, que se había enamorado y no quería dejar el ministerio. Pedía un esfuerzo para ayudar a este buen sacerdote y dejarle ejercer el ministerio en otro sitio. C. Alcaina reconoce que “fuimos varios los curiales que leímos la carta del senador”. El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Seper, decidió enviarla a la Sección Matrimonial para unirla al expediente de reducción al estado laical. Antes consultó a su “Congreso Particular de los lunes -4 altos cargos- que acordó la improcedencia de la pretendida excepción. En este sentido contestó a Benelli.” (o.c., p. 175/6).

Debilidad papal y presión curial, cóctel muy poco evangélico

En la misma encíclica, “Sacerdotalis Caelibatus”, aparece la contradicción. Reconoce que “Jesús mismo no puso esta condición previa en la elección de los Doce, como tampoco los Apóstoles para los que ponían al frente de las primeras comunidades cristianas -cf. 1 Tim 3, 2-5; Tit 1, 5-6-” (n. 5). A pesar de eso, considera al celibato “perla preciosa” (n.1); “severa y sublimadora obligación”, “áurea ley del sagrado celibato” (n. 3). Como si el celibato fuera el Reino de Dios, o la “regla de oro” evangélica: “tratad a los demás como queréis que ellos os traten” (Mt 7,12; Lc 6,31). Celso Alcaina, en comentario a un artículo mío, en este blog, avala la actitud del Papa por el celibato opcional y declina su responsabilidad personal:

“La encíclica `Sacerdotalis Caelibatus´ nace de la debilidad de Montini y de la presión de la curia, así como de viejos influyentes cardenales. Yo lo viví en la curia romana. El papa luchó por la opcionalidad del celibato. Era sensible y sufría ante las deserciones generalizadas y ante la falta de clero disponible en regiones de misión, particularmente en el lejano Oriente. No se atrevió a dar el paso, a pesar de su convicción y de haberse reservado el tema en el Concilio. Al final se doblegó. Pablo VI nada tenía de dictador. Era hamlético, tímido y cobarde. Es curioso y triste constatar que algo tan importante como la opcionalidad del celibato dependa de una frase o documento de un jefe” (RD, jueves 23 julio 2015, 19:54).

Leganés (Madrid), 9 de mayo de 2019.

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