Enviado a la página web de Redes Cristianas
1. II Encuentro Munidal de Mov. Populares (Discurso Papa Francisco)
2. Cárcel Palmasola (Bolivia): Reclusión no es lo mismo que exclsión (Nicolás Castellano)
3. Pedro Casaldáliga, profeta de nuestro tiempo (Benjamín Forcano)
4. Los cristianos no tienen templos ni celebran sacrificios (José Ruiz de Galarreta, S.J.)
5. El persistente Bullying (odio-acoso) madiático sobre el PT de Brasil) (Leonardo Boff)
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Discurso del Papa Francisco a los Movimientos Populares [ Bolivia ]
En la segunda etapa de su Visita Apostólica a Latinoamérica el Papa participó en el II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, evento organizado en colaboración con el Pontificio Consejo de Justicia y Paz y la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales.
El Encuentro reunió a delegados de los Movimientos Populares de todo el mundo: indígenas, inmigrantes, campesinos «sin tierras??, «villeros??, etc.
El presidente Evo Morales y el papa Francisco asisten al II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares.
DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO
Buenas tardes a todos.
Hace algunos meses nos reunimos en Roma y tengo presente ese primer encuentro nuestro. Durante este tiempo los he llevado en mi corazón y oraciones. Me alegra verlos de nuevo aquí, debatiendo los mejores caminos para superar las graves situaciones de injusticia que sufren los excluidos en todo el mundo. Gracias Señor Presidente Evo Morales por acompañar tan decididamente este Encuentro.
Aquella vez en Roma sentí algo muy lindo: fraternidad, garra, entrega, sed de justicia. Hoy, en Santa Cruz de la Sierra, vuelvo a sentir lo mismo. Gracias por eso. También he sabido por medio del Pontificio Consejo Justicia y Paz que preside el Cardenal Turkson, que son muchos en la Iglesia los que se sienten más cercanos a los movimientos populares. ¡Me alegra tanto! Ver la Iglesia con las puertas abiertas a todos Ustedes, que se involucre, acompañe y logre sistematizar en cada diócesis, cada Comisión de Justicia y Paz, una colaboración real, permanente y comprometida n los movimientos populares. Los invito a todos, Obispos, sacerdotes y laicos, junto a las organizaciones sociales de las periferias urbanas y rurales, a profundizar ese encuentro.
Dios permite que hoy nos veamos otra vez. La Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo y quisiera yo también volver a unir mi voz a la de Ustedes: TIERRA, TECHO Y TRABAJO para todos nuestros hermanos y hermanas. Lo dije y lo repito: son derechos sagrados. Vale la pena, vale la pena luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en América Latina y en toda la tierra.
1. Empecemos reconociendo que necesitamos un cambio. Quiero aclarar, para que no haya malos entendidos, que hablo de los problemas comunes de todos los latinoamericanos y, en general, de toda la humanidad. Problemas que tienen una matriz global y que hoy ningún Estado puede resolver por sí mismo. Hecha esta aclaración, propongo que os hagamos estas preguntas:
– ¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tntos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?
– ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios? ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza?
Entonces, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio.Ustedes ?en sus cartas y en nuestros encuentros? me han relatado las múltiples exclusiones e injusticias que sufren en cada actividad laboral, en cada barrio, en cada territorio. Son tantas y tan diversas como tantas y diversas sus formas de enfrentarlas. Hay, sin embargo, un hilo invisible que une cada una de esas exclusiones, ¿podemos reconocerlo? Porque no se trata de cuestiones aisladas. Me pregunto si somos capaces de reconocer que estas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global. ¿Reconocemos que este sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo, siin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza?
Si es así, insisto, digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan os campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos?? Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra, como decía San Francisco.
Queremos un cambio en nuestras vidas, en nuestros barrios, en el pago chico, en nuestra realidad más cercana; también un cambio que toque al mundo entero, porque hoy la interdependencia planetaria requiere respuestas globales a los problemas locales. La globalización de la esperanza, que nace de los Pueblos y crece entre los pobres, debe sustituir esta globalización de la exclusión y la indiferencia.
El tiempo, hermanos, hermanas, se estuviera el tiempo parece que agotando; no alcanzó el pelearnos entre nosotros, sino que hasta nos ensañamos con nuestra casa. Hoy la comunidad científica acepta lo que hace ya desde hace mucho tiempo denuncian los humildes: se están produciendo daños tal vez irreversibles en el ecosistema. Se está castigando a la tierra, a los pueblos y las personas de un modo casi salvaje. Y detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, se huele el tufo de eso que Basilio de Cesarea llamaba «el estiércol del diablo». La ambición desenfrenada de dinero que gobierna. El servicio para el bien común queda relegado. Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra Casa Común -La Tierra-.
No quiero extenderme describiendo los efectos malignos de esta sutil dictadura: ustedes los conocen. Tampoco basta con señalar las causas estructurales del drama social y ambiental contemporáneo. Sufrimos cierto exceso de diagnóstico que a veces nos lleva a un pesimismo charlatán o a regodearnos en lo negativo. Al ver la crónica negra de cada día, creemos que no hay nada que se puede hacer, salvo cuidarse a uno mismo y al pequeño círculo de la familia y los afectos.
–¿Qué puedo hacer yo, cartonero, catadora, pepenador, recicladora frente a tantos problemas si apenas gano para comer? — ¿Qué puedo hacer yo artesano, vendedor ambulante, transportista, excluido si ni siquiera tengo derechos laborales? — ¿Qué puedo hacer yo, campesina, indígena, pescador que apenas puedo resistir el avasallamiento de las grandes corporaciones? — ¿Qué puedo hacer yo desde mi villa, mi chabola, mi población, mi rancherío cuando soy diariamente discriminado y marginado? — ¿Qué puede hacer ese estudiante, ese joven, ese militante, ese misionero que patea las barriadas y los parajes con el corazón lleno de sueños, pero casi sin ninguna solución para mis problemas?
¡Mucho! Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de «las tres T» (trabajo, techo, tierra) y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, nacionales, regionales y mundiales. ¡No se achiquen!
2. Ustedes son sembradores de cambio. Aquí en Bolivia he escuchado una frase que me gusta mucho: «proceso de cambio». El cambio concebido no como algo que un día llegará porque se impuso tal o cual opción política, o porque se instauró tal o cual estructura social.
Sabemos dolorosamente que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón, termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir. Por eso me gusta tanto la imagen del proceso, donde la pasión por sembrar, por regar serenamente lo que otros verán florecer, remplaza la ansiedad por ocupar todos los espacios de poder disponibles y ver resultados inmediatos. Cada uno de nosotros no es más que parte de un todo complejo y diverso interactuando en el tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con dignidad, por «vivir bien».
Ustedes, desde los movimientos populares, asumen las labores de siempre, motivados por el amor fraterno que se revela contra la injusticia social.
Cuando miramos el rostro de los que sufren, el rostro del campesino amenazado, del trabajador excluido, del indígena oprimido, de la familia sin techo, del migrante perseguido, del joven desocupado, del niño explotado, de la madre que perdió a su hijo en un tiroteo
orque el barrio fue copado por el narcotráfico,
del padre que perdió a su hija porque fue sometida a la esclavitud; cuando recordamos esos «rostros y nombres» se nos estremecen las entrañas frente a tanto dolor y nos conmovemos??
Porque «hemos visto y oído», no la fría estadística, sino las heridas de la humanidad doliente, nuestras heridas, nuestra carne. Eso es muy distinto a la teorización abstracta o la indignación elegante. Eso nos conmueve, nos mueve y buscamos al otro para movernos juntos.
Esa emoción hecha acción comunitaria no se comprende únicamente con la razón: tiene un plus de sentido que sólo los pueblos entienden y que da su mística particular a los verdaderos movimientos populares.
Ustedes viven cada día, empapados, en el nudo de la tormenta humana. Mehan hablado de sus causas, me han hecho parte de sus luchas y yo se los agradezco. Ustedes, queridos hermanos, trabajan muchas veces en lo pequeño, en lo cercano, en la realidad injusta que se les impuso y a la que no se resignan, oponiendo una resistencia activa al sistema idolátrico que excluye, degrada y mata.
Los he visto trabajar incansablemente por la tierra y la agricultura campesina, por sus territorios y comunidades, por la dignificación de la economía popular, por la integración urbana de sus villas y asentamientos, por la autoconstrucción de viviendas y el desarrollo de infraestructura barrial, y en tantas actividades comunitarias que tienden a la reafirmación de algo tan elemental e innegablemente necesario como el derecho a «las tres T»: tierra, techo y trabajo.
Ese arraigo al barrio, a la tierra, al territorio, al oficio, al gremio, ese reconocerse en el rostro del otro, esa proximidad del día a día, con sus miserias y sus heroísmos cotidianos, es lo que permite ejercer el mandato del amor, no a partir de ideas o conceptos sino a partir del encuentro genuino entre personas, porque ni los conceptos ni las ideas se aman; se aman las personas.
La entrega, la verdadera entrega surge del amor a hombres y mujeres, niños y ancianos, pueblos y comunidades?? rostros y nombres que llenan el corazón. De esas semillas de esperanza sembradas pacientemente en las periferias olvidadas del planeta, de esos brotes de ternura que lucha por subsistir en la oscuridad de la exclusión, ecerán árboles grandes, surgirán bosques tupidos de esperanza para oxigenar este mundo.
Veo con alegría que ustedes trabajan en lo cercano, cuidando los brotes; pero, a la vez, con una perspectiva más amplia, protegiendo la arboleda. Trabajan en una perspectiva que no sólo aborda la realidad sectorial que cada uno de ustedes representa y a la que felizmente está arraigado, sino que también buscan resolver de raíz los problemas generales de pobreza, desigualdad y exclusión.
Los felicito por eso. Es imprescindible que, junto a la reivindicación de sus legítimos derechos, los Pueblos y sus organizaciones sociales construyan una alternativa humana a la globalización excluyente. Ustedes son sembradores del cambio. Que Dios les dé coraje, alegría, perseverancia y pasión para seguir sembrando. Tengan la certeza que tarde o temprano vamos de ver los frutos. A los dirigentes les pido: sean creativos y nunca pierdan el arraigo a lo cercano, porque el padre de la mentira sabe usurpar palabras nobles, promover modas intelectuales y adoptar poses ideológicas, pero si ustedes construyen sobre bases sólidas, sobre las necesidades reales y la experiencia viva de sus hermanos, de los campesinos e indígenas, de los trabajadores excluidos y las familias marginadas, seguramente no se van a equivocar.
La Iglesia no puede ni debe ser ajena a este proceso en el anuncio del Evangelio.
Muchos sacerdotes y agentes pastorales cumplen una enorme tarea, acompañando y promoviendo a los excluidos en todo el mundo, junto a cooperativas, impulsando emprendimientos, construyendo viviendas, trabajando abnegadamente en los campos de la salud, el deporte y la educación. Estoy convencido que la colaboración respetuosa con los movimientos populares puede potenciar estos esfuerzos y fortalecer los procesos de cambio.
Tengamos siempre en el corazón a la Virgen María, una humilde muchacha de un pequeño pueblo perdido en la periferia de un gran imperio, una madre sin techo que supo transformar una cueva de animales en la casa de Jesús con unos pañales y na montaña de ternura. María es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Rezo a la Virgen María, a la que el pueblo boliviano se confía con fervor, para que permita que este Encuentro nuestro sea fermento de cambio.
3. Por último, quisiera que pensemos juntos algunas tareas importantes para este momento histórico, porque queremos un cambio positivo para el bien de todos nuestros hermanos y hermanas, eso lo sabemos. Queremos un cambio que se enriquezca con el trabajo mancomunado de los gobiernos, los movimientos populares y otras fuerzas sociales, eso también lo sabemos. Pero no es tan fácil definir el contenido del cambio, podría decirse, el programa social que refleje este proyecto de fraternidad y justicia que esperamos. En ese sentido, no esperen de este Papa una receta. Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social, ni la propuesta de soluciones a los problemas contemporáneos. Me atrevería a decir que existe una receta. La historia la construyen las generaciones que se suceden en el marco de pueblos que marchan buscando su propio camino y respetando los valores que Dios puso en el corazón.
Quisiera, sin embargo, proponer tres grandes tareas que requieren el decisivo aporte del conjunto de los movimientos populares:
3.1. La primera tarea es poner la economía al servicio de los Pueblos:
Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero.
Digamos NO a una economía de exclusión e inequidad donde el dinero reina en lugar de servir. Esa economía mata. Esa economía excluye. Esa economía destruye la Madre Tierra.
La economía no debería ser un mecanismo de acumulación, sino la adecuada administración de la Casa Común. Eso implica cuidar celosamente la casa y distribuir adecuadamente los bienes entre todos. Su objeto no es únicamente asegurar la comida o «decoroso sustento??. Ni siquiera, aunque ya sería un gran paso, garantizar el acceso a «las tres T» por las que ustedes luchan. Una economía verdaderamente comunitaria, podría decir, una economía de inspiración cristiana, debe garantizar a los pueblos dignidad «prosperidad sin exceptuar bien alguno». Esto implica «las tres T», pero también acceso a la educación, la salud, la innovación, las manifestaciones artísticas y culturales,la comunicación, el deporte y la recreación. Una economía justa debe crear las condiciones para que cada persona pueda gozar de una infancia sin carencias, desarrollar sus talentos durante la juventud, trabajar con plenos derechos durante los años de actividad y acceder a una digna jubilación en la ancianidad. Es una economía donde el ser humano en armonía con la naturaleza, estructura todo el sistema de producción y distribución para que las capacidades y las necesidades de cada uno encuentren un cauce adecuado en el ser social. Ustedes, y también otros pueblos, resumen este anhelo de una manera simple y bella: «VIVIR BIEN».
Esta economía no es sólo deseable y necesaria, sino también posible.
No es una utopía ni una fantasía. Es una perspectiva extremadamente realista. Podemos lograrlo. Los recursos disponibles en el mundo, fruto del trabajo intergeneracional de los pueblos y los dones de la creación, son más que suficientes para el desarrollo integral de «todos los hombres y todo el hombre». El problema, en cambio, es otro. Existe un sistema con otros objetivos. Un sistema que a pesar de acelerar irresponsablemente los ritmos de la producción, a pesar de implementar métodos en la industria y la agricultura que dañan la Madre Tierra en aras de la «productividad», sigue negándoles a miles de millones de hermanos los más elementales derechos económicos, sociales y culturales. Ese sistema atenta contra el proyecto de Jesús.
La distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera filantropía. Es un deber moral. Para los cristianos, la carga es aún más fuerte: es un mandamiento. Se trata de devolverles a los pobres y a los pueblos lo que les pertenece. El destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad anterior a la propiedad privada. La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos. Y estas necesidades no se limitan al consumo. No basta con dejar caer algunas gotas, cuando lo pobres agitan esa copa que nunca derrama por sí sola. Los planes asistenciales que atienden ciertas urgencias sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Nunca podrán sustituir la verdadera inclusión: ésa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario.
En este camino, los Movimientos Populares tienen un rol esencial, no sólo exigiendo y reclamando, sino fundamentalmente creando. Ustedes son poetas sociales: creadores de trabajo, constructores de viviendas, productores de alimentos, sobre todo para los descartados por el mercado mundial.
He conocido de cerca distintas experiencias donde los trabajadores, unidos en cooperativas y otras formas de organización comunitaria, lograron crear trabajo donde sólo había sobras de la economía idolátrica. Las empresas recuperadas, las ferias francas y las cooperativas de cartoneros, son ejemplos de esa economía popular que surge de la exclusión y, de a poquito, con esfuerzo y paciencia, adopta formas solidarias que la dignifican. ¡Qué distinto es eso a que los descartados por el mercado formal sean explotados como esclavos!
Los gobiernos que asumen como propia la tarea de poner la economía al servicio de los pueblos deben promover el fortalecimiento, mejoramiento, coordinación y expansión de estas formas de economía popular y producción comunitaria. Esto implica mejorar los procesos de trabajo, proveer infraestructura adecuada y garantizar plenos derechos a los trabajadores de este sector alternativo. Cuando Estado y organizaciones sociales asumen juntos la misión de «las tres T» se activan los principios de solidaridad y subsidiariedad que permiten edificar el bien común en una democracia plena y participativa.
3.2. La segunda tarea es unir nuestros Pueblos en el camino de la paz y la justicia.
Los pueblos del mundo quieren ser artífices de su propio destino.
Quieren transitar en paz su marcha hacia la justicia. No quieren tutelajes ni injerencias donde el más fuerte subordina al más débil. Quieren que su cultura, su idioma, sus procesos sociales y tradiciones religiosas sean respetados. Ningún poder fáctico o constituido tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía y, cuando lo hacen, vemos nuevas formas de colonialismo que afectan seriamente las posibilidades de paz y de justicia porque «la paz se funda no sólo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en los derechos de los pueblos particularmente el derecho a la independencia».
Los pueblos de Latinoamérica parieron dolorosamente su independencia política
y, desde entonces, llevan casi dos siglos de una historia dramática y llena de contradicciones intentando conquistar una independencia plena.
En estos últimos años, después de tantos desencuentros, muchos países latinoamericanos han visto crecer la fraternidad entre sus pueblos. Los gobiernos de la Región aunaron esfuerzos para hacer respetar su soberanía, la de cada país y la del conjunto regional, que tan bellamente, como nuestros Padres de antaño, llaman la «Patria Grande». Les pido a ustedes, hermanos y hermanas de los movimientos populares, que cuiden y acrecienten esa unidad. Mantener la unidad frente a todo intento de división es necesario para que la región crezca en paz y justicia.
A pesar de estos avances, todavía subsisten factores que atentan contra este desarrollo humano equitativo y coartan la soberanía de los países de la «Patria Grande» y otras latitudes del planeta.
El nuevo colonialismo adopta distintas fachadas. A veces, es el poder anónimo del ídolo dinero:
Corporaciones, prestamistas, algunos tratados denominados «de libre comercio» y la imposición de medidas de «austeridad» que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres. Los obispos latinoamericanos lo denuncian con total claridad en el documento de Aparecida, cuando afirman que «las instituciones financieras y las empresas transnacionales se fortalecen al punto de subordinar las economías locales, sobre todo, debilitando a los Estados, que aparecen cada vez más impotentes para llevar adelante proyectos de desarrollo al servicio de sus poblaciones». En otras ocasiones, bajo el noble ropaje de la lucha contra la corrupción, el narcotráfico o el terrorismo ?graves males de nuestros tiempos que requieren una acción internacional coordinada? vemos que se impone a los Estados medidas que poco tienen que ver con la resolución de esas problemáticas y muchas veces empeora las cosas.
Del mismo modo, la concentración monopólica de los medios de comunicación social que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo. Es el colonialismo ideológico. Como dicen los Obispos de Africa, muchas veces se pretende convertir a los países pobres en «piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco».
Hay que reconocer que ninguno de los graves problemas de la humanidad se puede resolver sin interacción entre los Estados y los pueblos a nivel internacional. Todo acto de envergadura realizado en una parte del planeta repercute en el todo en términos económicos, ecológicos, sociales y culturales. Hasta el crimen y la violencia se han globalizado. Por ello ningún gobierno puede actuar al margen de una responsabilidad común. Si realmente queremos un cambio positivo, tenemos que asumir humildemente nuestra interdependencia. Pero interacción no es sinónimo de imposición, no es subordinación de unos en función de los intereses de otros. El colonialismo, nuevo y viejo, que reduce a los países pobres a meros proveedores de materia prima y trabajo barato, engendra violencia, miseria, migraciones forzadas y todos los males que vienen de la mano?? precisamente porque, al poner la periferia en función del centro, les niega el derecho a un desarrollo integral. Eso es inequidad y la inequidad genera violencia que no habrá recursos policiales, militares o de inteligencia capaces de detener.
Digamos NO a las viejas y nuevas formas de colonialismo.
Digamos SÍ al encuentro entre pueblos y culturas. Felices los que trabajan por la paz.
Aquí quiero detenerme en un tema importante. Porque alguno podrá decir, con derecho, que «cuando el Papa habla del colonialismo, se olvida de ciertas acciones de la Iglesia». Les digo, con pesar: se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios. Lo han reconocido mis antecesores, lo ha dicho el CELAM y también quiero decirlo. Al igual que san Juan Pablo II pido que la Iglesia «se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos». Y quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue san Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América.
También les pido a todos, creyentes y no creyentes, que se acuerden de tantos Obispos, sacerdotes y laicos que predicaron y predican la buena noticia de Jesús con coraje y mansedumbre, respeto y en paz; que en sobras de promoción humana y de amor, muchas veces junto a los pueblos indígenas o acompañando Movimientos Populares incluso hasta el martirio. La Iglesia, sus hijos e hijas, son una parte de la identidad de los pueblos en latinoamericana. Identidad que tanto aquí, como en otros países, algunos poderes se empeñan en borrar, tal vez porque nuestra fe es revolucionaria, porque nuestra fe desafía la tiranía del ídolo dinero. Hoy vemos con espanto cómo en Medio Oriente y otros lugares del mundo se persigue, se tortura, se asesina a muchos hermanos nuestros por su fe en Jesús. Eso también debemos denunciarlo: dentro de esta tercera guerra mundial en cuotas que vivimos, hay una especie de genocidio en marcha que debe cesar.
A los hermanos y hermanas del Movimiento Indígena Latinoamericano, déjenme trasmitirle mi más hondo cariño y felicitarlos por buscar la conjunción de sus pueblos y culturas, eso que yo llamo poliedro, una forma de convivencia donde las partes conservan su identidad construyendo juntas una pluralidad que no atenta, sino que fortalece la unidad. Su búsqueda de esa interculturalidad que combina la reafirmación de los derechos de los pueblos originarios con el respeto a la integridad territorial de los Estados nos enriquece y nos fortalece a todos.
3.3. La tercera tarea, tal vez la más importante que debemos asumir hoy,es defender la Madre Tierra.
La Casa Común de todos nosotros (la Madre Tierra) está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente. La cobardía en su defensa es un grave pecado. Vemos con decepción creciente cómo se suceden, una tras otra, cumbres internacionales sin ningún resultado importante. Existe un claro, definitivo e impostergable imperativo ético de actuar que no se está cumpliendo. No se puede permitir que ciertos intereses ?que son globales, pero no universales? se impongan, sometan a los Estados y organismos internacionales, y continúen destruyendo la creación. Los Pueblos y sus movimientos están llamados a clamar, a movilizare, a exigir ?pacifica, pero tenazmente? la adopción urgente de medidas apropiadas.
Yo les pido, en nombre de Dios, que defiendan a la Madre Tierra.
Sobre éste tema me he expresado debidamente en la Carta Encíclica Laudato si?.
3.4. Para finalizar, quisiera decirles nuevamente: el futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las élites. Está fundamentalmente en manos de los Pueblos; en su capacidad de organizar y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio. Los acompaño.
Digamos juntos desde el corazón??
Ninguna familia sin vivienda, ningún trabajador sin derechos,
ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad,
ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades,
ningún anciano sin una venerable vejez.
Sigan con su lucha y, por favor, cuiden mucho a la Madre Tierra. Rezo por ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los bendiga, que los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie: esa fuerza es la esperanza, la esperanza que no defrauda, gracias.
Y,por favor, les pido que recen por mí.
Papa Francisco
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OTRA VEZ PALMASOLA, DESPU?S DE LA VISITA DEL PAPA
Reclusión no es lo mismo que exclusión
Nicolás Castellano Franco
Acaba de irse el obispo de Roma y se cierne la desgracia sobre Palmasola. El discurso de Francisco en el patio de la prisión de Palmasola fue contundente: ?Reclusión no es lo mismo que exclusión??.
Lamentablemente todo sigue igual. El drama de Palmasola se repite. Hace dos años murieron más de 30 reclusos. Tiene capacidad para 600 y alberga más de 4.800.
Esa es la triste realidad de todas las cárceles de Bolivia.
Es prematuro deducir conclusiones de la visita del Papa.
Pero no hay que dejar apagar el fuego.
Una cosa queda claro, regresó a Roma convertido en ?el Papa de los pobres??. Y puso el dedo en la llaga al denunciar los males que amenazan a la sociedad, en el discurso valiente en el Encuentro de Movimientos Populares.
¿Se observa ya alguna reacción, postura, preocupación en la sociedad ante la dura crítica que hizo del actual sistema económico?: ?La avidez por el dinero, arruina la sociedad, destruye la fraternidad y pone en riesgo nuestra casa común??. ¿Se empieza a hablar, a vislumbrar búsquedas de lo que él llamó ?las tres T: Trabajo, techo y tierra??? Algo tiene que empezar a moverse.
Por ejemplo, ?reconocernos en el rostro del otro, con sus miserias y heroísmos??.
Y en la Iglesia, ¿qué se nota? ¿Es verdad que hay cambios?
¿Se notan corrimientos, desplazamientos en pastores mayores, párrocos, religiosos, fieles hacia las periferias geográficas y existenciales, pisando el barrio y los basurales de los barrios marginales y marginados?
No es superfluo recordar que todo lo espiritual, pastoral, evangelizador es sencillo. Cabe preguntarse, ¿nos habremos quedado en ritos, fórmulas, en la parafernalia de boato, la apariencia, del gasto suntuoso, en el quedar bien, no ser menos que los demás?
Y hayamos olvidado lo primordial: lo espiritual, el encuentro con Jesús, que está en la persona humana, en el dolor de los pobres y excluidos. Lo esencial del encuentro del Papa es tener ganas de orar, de hacer el bien, de descubrir al Señor en el rostro de esos 14.000 niñas y niños, que mueren todos los años en Bolivia, por muertes evitables.
El Papa en Bolivia despertó el deseo, el acceso a lo espiritual, a la búsqueda interior. Entonces la palabra de Francisco nos alimenta y alimenta a todos.
nicolás castellanos franco
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Pedro Casaldaliga, P R O F E T A de nuestro tiempo
Benjamín Forcano
1. Pedro y su opción por los pobres
¿Cuál es el secreto, la fuerza, si es que la hay, de la permanente apuesta de Pedro Casaldáliga por el débil?
Siempre he pensado que para ser libre e innovador en lo grande hay que serlo en lo pequeño. Al ser consagrado obispo, Pedro manifestó su creativa libertad. No le bastaba con seguir al pie de la letra un ritual, sino que buscó traducir en él sus más profundos sentimientos y convicciones, y dejó a un lado la forma estereotipada de aquel rito que no podía expresar lo que él llevaba dentro, su manera de ser y sentirse obispo. Cosa muy significativa, porque si no se es libre para cambiar una ceremonia, ¿cómo se puede ser en cosas más importantes?
Pedro cuenta que una vez, navegando por el río das Mortes, tuvo que atender a un hombre moribundo. La comunidad le pidió que celebrara una misa. No había pan ni vino. No traía nada para decir misa: ?Yo venía más preocupado por atender al hombre . Allí había una pequeña taberna. Cogí unas galletas y celebré la misa. Me pareció que era una buena misa. El pueblo me pedía misa y yo era sacerdote, la Pascua de Cristo bien se puede celebrar con vino de las viñas de Italia , o de las de Cataluña, pero si no había vino, ¿por qué no se podía celebrar con alcohol de caña de azúcar???
Otra vez excomulgó a dos haciendas porque tenían pistoleros que mataban a los peones, les cortaban las orejas y las llevaban a la hacienda para demostrar su muerte: ?Tras enterrar a uno de esos peones asesinados, cogí un puñado de tierra de su sepulcro, lo puse sobre el altar y excomulgué a esas haciendas. Pero fue un acto contra las haciendas, no contra las personas??.
En cierta ocasión, ante la reiterada opresión de muchos latifundistas, muchos de ellos ?muy cristianos??, decidió evitar toda ambigüedad, nada de eucaristía en sus capillas, ningún gesto de saludo: ?El Evangelio es para los ricos, pero contra su riqueza, sus privilegios, su posibilidad de explotar, dominar y excluir. Si cada semana voy a la casa de un rico y no pasa nada, no digo nada, no sacudo aquella casa, no sacudo aquella conciencia, ya me he vendido y he negado mi opción por los pobres??.
Quizás el itinerario que lleva a Pedro a situar el centro de su vida en los pobres parezca complicado, pero no. La cuestión se remite a averiguar en qué prójimo ?imagen de Dios- el grado de ofensa es mayor, acompañada de una consecuente acción de restauración. A la restauración de esa dignidad oprimida, dedica él toda su vida, su opción determinante: la opción por los pobres.
Llegado Pedro a Brasil en el 68, ya en el 70 firmó su primer informe ? denuncia, que recogía, en letanía trágica, los casos en carne viva de peones engañados, controlados a pistola, golpeados o heridos o muertos, cercados en la floresta, en pleno desamparo de la ley, sin derecho ninguno, sin humana salida.
Hasta el Nuncio le pidió que no lo publicase en el extranjero y uno de los mayores terratenientes le advirtió que no debía meterme en esos asuntos. Pero paafra él era hora de aplicar su opción : ?Nosotros no podíamos celebrar la eucaristía a la sombra de los señores, no podíamos aceptar signos externos de su amistad. Hora de opción, que violentaba mi propio temperamento, mis ganas naturales de estar a bien con todos, la vieja norma pastoral de no apagar la mecha que aún humea??
A mí siempre se me ha quebrado el corazón viendo la pobreza de cerca. Me he llevado bien con la gente excluida, quizás porque siempre he tenido una cierta afinidad con el margen, con los marginales. Quizás por una especie de espíritu compasivo, o por una especie de vena poética. Quizás sea una cuestión de sensibilidad, porque soy incapaz de presenciar un sufrimiento sin reaccionar. Por otra parte, yo nunca me he olvidado que nací en una familia pobre. Yo me siento mal en un ambiente burgués. Siempre me pregunté que si puedo vivir con tres camisas por qué voy a necesitar tener diez en el armario. Los pobres de mi prelatura viven con dos, de quita y pon.
Estoy doblemente convencido de que no se puede tener una sensibilidad revolucionaria y profética ni se puede ser libre sin ser pobre. La libertad está muy unida a la pobreza. No se es verdaderamente libre con mucha riqueza. Siendo pobre me siento más libre de todo y para todo. Mi lema fue: ser libre para ser pobre y ser pobre para poder ser libre. Lo dejé bien escrito en aquellos mis versos de
POBREZA EVANGELICA
No tener nada.
No llevar nada.
No poder nada.
No pedir nada.
y, de pasada,
no matar nada;
no callar nada.
Solamente el Evangelio, como una faca afilada,
y el llanto y la risa en la mirada.
y la mano extendida y apretada.
y la vida, a acaballo, dad.
Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada,
para testigos de la Revolución ya estallada.
¡Y ?mais nada??!
2. ¿Qué queda de la teología de la liberación?
?Me espanta, continúa Pedro, oír y ver a tanto sectores de la Iglesia, teólogos también, cayendo en la tentación de pasarse a otros paradigmas , porque ya están cansados de hablar y de oír hablar de la opción por los pobres, de la justicia y de la liberación y porque este mundo (aquí San Pablo se pondría furioso) pide ahora que todo sea light , la teología también, la espiritualidad más connivente, una especie de fe del bienestar??
A Juan Pablo II le hable con mucho cariño, pero con mucha libertad, ejerciendo el derecho de mi corresponsabilidad eclesial y de mi colegialidad apostólica. Le dije: En el campo social, no podemos decir con mucha verdad que hayamos hecho la opción por los Pobres. En un primer lugar, porque no compartimos en nuestras vidas y en nuestras instituciones la pobreza real que ellos experimentan. Y, en segundo lugar, porque no actuamos , frente a ?la riqueza de la iniquidad?? , con aquella libertad y firmeza adoptadas por el Señor. La opción por los pobres, que no excluirá nunca a la personas de los ricos -ya que la salvación es ofrecida a todos y a todos se debe el ministerio de la Iglesia- sí excluye el modo de vida de los ricos, ?insulto a la miseria de los pobres??, y su sistema de acumulación y privilegio, que necesariamente expolia y margina a la inmensa mayoría de la familia humana, a pueblos y continentes enteros??.
Hubo muchos que oportunísticamente casi celebraron el ?fin?? de la teología de la liberación, bien por no haberla digerido, bien por considerarla una moda pasajera y unida al socialismo, o reducirla a una teología sin fundamento y sin proyección universal.
?Estoy harto de oír la pregunta: ¿Qué queda de la teología de la liberación? Me la han preguntado por activa y pasiva, compañeros, obispos, periodistas. Yo un poco así a la española les he respondido: quedan Dios y los hombres; pues mientras existan el Dios de Jesús , el Dios de David y los pobres de Dios y mientras exista alguien que piense a la luz de ese Dios y se sensibilice delante de Jesús, habrá teología de la liberación. La teología de la liberación no se inventó en América Latina, viene de mucho más atrás. Isaías ya nos habló de la liberación.
La teología de la liberación ha sido más de los pies caminantes del pueblo que de las cabezas pensantes de los teólogos.Y ha sido más de la sangre derramada de nuestros mártires, del llanto derramado de nuestros pueblos, de los clamores que Dios siempre escucha. Nació en América Latina porque cuando el teólogo pensaba se encontró con un clima de opresión y también de liberación. Si el Evangelio es liberar, la teología de la liberación es práctica liberadora, y para ser práctica liberadora tiene que ser estructural y, si estructural, tiene que ser política. Sería horrible que dejáramos la política a merced de los teólogos del neoliberalismo.
Afortunadamente, ya hoy no se nombran, por vergüenza al menos, las barbaridades – calumnias auténticas- , que colgaron a la teología de la liberación y sus teólogos. Nosotros: teólogos de la liberación, obispos que los acompañamos e Iglesias que se benefician de su doctrina, no hemos optado por Marx sino por el Dios y el Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su Reino y por sus Pobres. Nuestro Dios quiere la liberación de toda esclavitud, de todo pecado y de la muerte. Analizar la trágica situación de los dos tercios de la humanidad, señalarla como enteramente contraria a la voluntad de Dios y asumir compromisos prácticos para transformar esa situación son pasos obligados de la teología de la liberación.
A los enemigos del pueblo es a los que no gusta la teología de la liberación. ¡Celebrarían tanto que los cristianos pensasen sólo en el Cielo… despreciando la Tierra! Cuando nosotros queremos ganar el Cielo, conquistando la Tierra. Hijos libres de Dios padre y hermanos verdaderos??.
3. Pedro , un místico desconcertante contra la iniquidad del sistema capitalista
Pedro es uno de los grandes místicos modernos que une la contemplación con el compromiso. Exiliado del mundo de la civilización, enclavado en el sertao , a miles de kilómetros, sin haber vuelto nunca a España, rotas como quien dice las amarras con un mundo sin el que nosotros no sabemos vivir, este hombre alimenta una vida interior profunda de poeta y contemplativo unida a un compromiso extremo.
El testimonio de Pedro nos habla de cómo no es posible anestesiarse en el silencio de la soledad y encasillarse en una espiritualidad enajenante, al margen de los problemas y esperanzas de los hombres. Nos encontramos, sin duda, ante un cristiano singular, de ejemplaridad extraordinaria, que ha disuelto la dicotomía establecida entre Reino de Dios e historia del mundo y salvación personal.
Casaldáliga vuelve una y otra sobre el tema, lo estigmatiza con un fuerza que raras veces se ha visto en el lenguaje eclesiástico. La realidad establecida es lo que es: o sirve al hombre o está contra él. Quizás esté ahí la clave que debiera revolucionarnos a todos, porque lo que no se puede es ser persona cristiana y andarse flirteando con el encantamiento de falsos dioses. Ciertamente, Pedro no es neutral y muestra con ira sagrada su denuncia profética.
4. Con la verdad del Evangelio y la confianza del pueblo
El que Pedro apunte al capitalismo como tema prioritario, al señalar los ídolos de nuestra sociedad, reviste una triple novedad: el que lo haga un obispo, lo haga con análisis certero y lo haga con aliento profético. Generalmente, nuestros jerarcas se han llevado bien de la mano del poder. Y es muy raro encontrar obispos que se hayan plantado ante el poder.
Pedro no se contenta con hacer declaraciones vagas. El capitalismo cobra rostro y carne en lugares concretos. Su Prelatura de Sao Félix do Araguaia, encuadrada en una de las regiones más pobres de Brasil, es uno de ellos. A Pedro, un místico con ojos abiertos, esa realidad le entra de golpe, le hiere sin piedad y, entonces, toma él la vez con su presencia, su ejemplo, su profecía , lanzada al mundo en lenguajes y acentos múltiples.
Fue en su consagración episcopal donde dejaba bien diseñado el programa de su acción pastoral:
Tu MITRA
será un sombrero de paja; el sol y la luna; la lluvia y el sereno;
el pisar de los pobres con quien caminas y el pisar gloriso del Señor.
Tu BACULO
será la verdad del Evangelio y la confianza del pueblo en ti.
Tu ANILLO
será la fidelidad a la Nueva Alianza del Dios Liberador
y la fidelidad al pueblo de esta tierra.
Tu ESCUDO
la fuerza de la esperanza y la libertad de los hijos de Dios.
Tus GUANTES
el servicio del amor.
– ?La noche del día en que firmé mi primer informe-denuncia salí a ver la luna grande y a respirar el aire más frío y me ofrecí al Señor . Sentía entonces que con el documento podía haber firmado también mi propia pena de muerte, en todo caso acababa de firmar un desafío??.
– ? Dejábamos de ser amigos de los grandes y los encarábamos. Ningún explotador o colaborador aprovechado de la explotación podría ser padrino de Bautismo por ejemplo. Dejamos de aceptar el auto-stop en sus coches, esquivábamos positivamente su compañía, su sonrisa; dejamos incluso de saludarlos, en los caos más descarados??.
– ?Cohonestar la injusticia es un pecado demasiado ?católico?. La Iglesia es responsable, hace siglos. Debe reconocerlo, y llorarlo, y se ha de convertir??.
– ?Si ?la primera misión del obispo es la de ser profeta? y ? el profeta es aquel que dice la verdad delante de todo un pueblo? ; si ser obispo es ser la voz de los que no tienen voz, yo no podría, honestamente, permanecer de boca callada al recibir la plenitud del servicio sacerdotal??.
-?Yo me rebelo contra los tres mandamientos del neocapitalismo, que son: votar, callar y ver la televisión??.
No hay cosa que más asuste a los espiritualistas y que más recelos provoque en muchos cristianos que el tema de la política. Es casi un tema tabú, que se lo demoniza sin más, como cosa incompatible con la fe. Sin embargo, pocas verdades tan claras en el Evangelio como la de que Jesús fue ajusticiado por el poder político y religioso ?la sinagoga y el imperio-. Y lo fue por su intolerable parcialidad: ?No se puede servir a Dios y al dinero?? y ?Ay de vosotros, guías ciegos??.
La realidad de la sociedad está compuesta por una pirámide inmensa de desigualdad, donde unos están arriba y otros abajo, unos son más y otros menos, donde unos viven en la abundancia y otros en la miseria, donde unos oprimen y otros son oprimidos. Y esta desigualdad no se puede tapar ni, mucho menos, bendecir o cohonestar con razones divinas. Sería un sacrilegio querer atribuir esta composición piramidal, al Dios, justo y nivelador por excelencia : ?Todos vosotros sois hermanos??. El Dios de los señores no es igual al Dios de los pobres.
5. La imposible neutralidad política
En nuestro tiempo , entre los muchos mártires que jalonan la vida de la Iglesia, no hay uno solo que no lo haya sido por su postura de denuncia ante el poder político o religioso ( hay mártires de represión física y otros de represión no física). Oportuno como siempre, Casaldáliga escribe:
?Contra toda filosofía funcionalista, nosotros creemos que ni la ciencia ni la técnica pueden exhibir, en ninguna circunstancia, la bandera blanca de una pretendida neutralidad. Todo acto técnico, todo gesto científico chorrea ideología. O se sirve al sistema o se sirve al pueblo. Trazar una carretera en el papel, planear un censo, clasificar un remedio, es política. Todo técnico, todo científico es siempre un político, aun cuando se niegue a serlo: o reaccionario, o reformista o transformador??.
?Yo siempre he sido de izquierdas. Ya de pequeño era zurdo, pero en aquellos tiempos estaba prohibido y no nos dejaban escribir con la izquierda. De manera que incluso biológicamente soy de izquierdas??.
?Yo he pasado a las opciones del socialismo. Por el contacto con la dialéctica de la vida, por las exigencias del Evangelio y también por algunas razones del marxismo. Qué socialismo, no lo sé a punto fijo, como no sé a punto fijo qué Iglesia será mañana la que hoy pretendemos construir, por más que sé que la queremos cada vez más cristiana??.
?Si no hay utopía, no hay vida. Como un poeta español dice: ?poesía necesaria como el pan de cada día??, y yo digo: utopía necesaria como el pan de cada día. Utopía que después se realiza en la medida de lo posible; no vamos a pasar toda la vida sólo soñando. Soñando y con el mazo dando, a Dios rogando y con el mazo dando??.
6. El neoliberalismo: nuevo ídolo globalizado
Hoy la realidad de los pueblos es global, mundialmente interconectada, pero se ha globalizado bajo el dictado y leyes del neoliberalismo. Atreverse asomarse a ese mundo para descubrir su funcionamiento y, sobre todo, denunciar sus propósitos acumuladores y dominadores, es una empresa superardua que confiere a quien lo intenta el calificativo de quijote o idiota.
Pedro Casaldáliga, obispo por más señas, no se corta ante esa empresa y se presenta ante ella con un buen bagaje de racionalidad, dignidad humana, firmeza ética, libertad evangélica y , sobre todo, experiencia inapelable, la de aquellos que, con marcas, atestiguan la inhumanidad del rodillo neoliberal.
-No a la propiedad privada privadora.
?América Latina es mucho más pobre hoy que en la década de los 60. Sin embargo, en América latina hay mucha más riqueza, y mucha más técnica, que en la década de los 60. Dios nos libre del neoliberalismo. No se puede servir a dos señores. Con el capital al final se prostituye a Dios. Una vez tuve la ocasión de intervenir en un proceso público que se hace en la Asamblea Nacional, donde se trataba de la problemática de la tierra. Y entonces, algunos de los senadores y diputados más conservadores, incluso varios de ellos muy católicos y practicantes, me dijeron: Monseñor, usted está en contra de la propiedad privada. Les dije: no, si usted tiene una camisa y todo el mundo puede tener una camisa, estoy a favor de la propiedad privada de cada camisa. Ahora, si usted tiene 50 camisas y las demás personas no tienen ninguna camisa, entonces la propiedad privada es privadora??.
-El fundamentalismo del mercado
?Si no hay un cierto tipo de resocialización de la tierra, de la salud, de la educación, de la ciencia, no habrá democracia en ningún lugar del mundo. El propio secretario del FMI dijo en el Vaticano: hemos de reinventar un Estado, cuando al mismo tiempo se dice: vamos a minimizar el Estado. Donde no hay Estado, no hay Sociedad. Pero no quiero Estado totalitario. El propio Estado es el representante de la sociedad. El propio secretario del FMI dijo: antes era el fundamentalismo del Estado; ahora es el fundamentalismo del mercado. Y Samuelson, el Premio Nobel de Economía, decía: el neoliberalismo es muy eficaz, pero no tiene ni cabeza ni corazón. Es eficaz ¿para quién? ¿Quién tiene libertad de mercado? El que puede??.
-El neoliberalismo mata la vida de la mayoría
?Yo digo siempre que el neoliberalismo, además de ser policía porque mata la vida de la mayoría, la deja sin condiciones de vida humana. Además de ser homicida, es suicida, porque no es posible que el futuro de la humanidad sea eso. Nosotros que creemos en el Dios de la vida y creemos que la humanidad es hija de Dios, y que tiene genética divina, no podemos permitir que la destrucción sea el destino de la humanidad. El Reino es el destino de la humanidad.
El neoliberalismo, además de homicida y suicida, es ecocida: el lucro por el lucro, la técnica por la técnica, la explotación de los recursos lo más aprisa posible para acumular, para cumular intereses, capital, que es ahora capital virtual, invisible, ecocida??
-Es pecado mortal cobrar y pagar la deuda externa
?Hay ilación entre la deuda externa y las deudas sociales. Si se paga la deuda externa, no se pagar las deudas sociales. Si se pagan las deudas sociales, no se paga la deuda externa. Creo que la deuda externa no se debe pagar. Es pecado mortal cobrarla y es pecado mortal pagarla. La deuda externa es la deuda de la muerte , además de que no les cuesta. Además, ¿de qué es la deuda?, ¿quién debe a quién? Que nos devuelvan el oro, la plata, que nos devuelvan la vida de los indígenas, de los esclavos negros, que nos devuelvan la vida de tantos niños y niñas, la mortalidad infantil, tanta salud, tanta educación prohibida, que nos devuelvan la floresta. No es utopía, no es historia, es realidad. No la hicimos nosotros, nos la hicieron, la hicieron, con mucho que se aprovecharon, lacayos de los sucesivos imperios??.
-Neocolonialismo etnocentrista
?Los pueblos indígenas tienen sobre sí la sentencia de muerte más inmediata, la muerte más lógica a partir del sistema. Estorban. Sus tierras son cebo de la codicia de los grandes. América, en sus diversas naciones, en su entresijo continental, debe reaprender los valores básicos de las culturas indígenas, la ecología espontánea, la comunitariedad, la perenne vivencia religioso-cultural, el antilucro y el anticomunismo del indígena todavía libre. Es para mí como un dogma de fe: o el indio se salva continentalmente o no se salva. Es uno el sistema que nos tiene sometidos a todos.
El blanco siempre ha hablado mucho de Dios, pero no ha respetado la voluntad del Dios verdadero, aquel Dios que es el padre de todas las personas y el Señor único de todos los pueblos, el Dios de la Vida y el Dios de la muerte. Jesucristo no vino al mundo para que los indios dejasen de ser indios. El no es un colonizador blanco. El es el Liberador. El indio cristiano que piensa en dejar de ser indio no puede ser un buen cristiano. Quien niega a su pueblo, niega a Dios, creador de todos los pueblos: ?Colonizar?? y ?civilizar?? ya han dejado de ser para mí verbos humanos. Como no lo son, donde vivo y peno, las nuevas fórmulas colonizadoras de ?pacificar?? e ?integrar?? a los indios. Imperialismo, Colonialismo y Capitalismo merecen, en mi ?credo?? el mismo anatema??.
-Otro modo neoliberal de asesinar
?Hay otro modo, más moderno, plenamente neoliberal, de asesinar o hacer desaparecer. Por exclusión programada, por hambre mortal. De 30 a 40 millones de seres humanos mueren anualmente pro desnutrición. El 60 % de la población mundial pasa hambre. 200 millones de latinoamericanos han caído en el empobrecimiento total. Nuestra deuda externa latinoamericana es de 430 billones de dólares??.
Un idealismo secular, filosófico o religioso, nos ha hecho demasiadas veces pasar de largo, frente a graves y evitables males de la humanidad.
No se puede implantar una política emancipadora si no es a base de tener a la vista (análisis) las causas y nombres (unos y otros se entrecruzan en el sostén de las estructuras) generadoras de la desigualdad, la injusticia y el empobrecimiento de personas, sectores y pueblos.
Igualmente no hay anuncio de la Buena Nueva si ésta no pasa por la mediación (momento primero de toda teología) de las ciencias que descubren las dimensiones y mecanismos de las situaciones que albergan tal o cual opresión o discriminación. ¿De qué se va a liberar si no se tienen conciencia de que existe opresión y de las causas que la generan? Sólo una ignorancia cándida o consentida, acompañada de una complicidad más interesada que pasiva, puede explicar tanta Evangelización de hoy, insulsa y estéril.
-El liberalismo es, por esencia, pecado
?El imperialismo es pecado, porque es desviación, porque es negación de los pueblos. Así como cada persona es una imagen individual de Dios, también cada pueblo y cada cultura es una imagen colectiva de Dios. Como personas, como pueblos, como Iglesia tenemos el deber , no sólo el derecho, de defender las culturas, la alteridad cultural, la identidad cultural??.
-La gran blasfemia de nuestros días, la macroidolatría del mercado total.
?La blasfemia de nuestros días , la herejía suprema, que acaba siendo siempre idolatría, la macroidolatría del mercado total. Esta es la gran blasfemia de nuestros días, la herejía suprema, la gran idolatría consciente o inconsciente. Y es, puede ser, la omisión de la Iglesia, la insensibilidad de las religiones, frente a la macroinjusticia institucionalizada hoy en el neoliberalismo que, por esencia, es pecado, pecado mortal, asesino y suicida. Por esencia, digo, el neoliberalismo excluye la inmensa mayoría de la humanidad. Este es el pecado del mundo, y puede ser el pecado de la Iglesia??.
– El antidios es el dinero
?El capitalismo colonialista crea necesariamente dependencia y divide al mundo. El capitalismo es la culebra aquella primera, siempre astuta. Jesús dijo abiertamente que el antidios es el dinero. Esto no es de ningún marxista, ni de ningún teólogo de la liberación. Esto es del Señor Jesús: hijo de Dios y de María de Nazaret. Realmente, el dinero es el pecado, el diablo, la muerte. El precapitalismo, el capitalismo y el neocapitalismo ahora van a utilizar las estructuras de Gobierno que le interesen. Es un camaleón que sabe adaptarse muy bien a las diferentes circunstancias. Hemos acabado con las dictaduras militares e incluso con los imperios. Ahora estamos en el mercado, en el neoliberalismo, en la democracia. El especialista Chomsky afirma que el mundo está estructurado en dos: una minoría , que son un 15 % y que son los que tienen derecho a vivir bien y el resto. Es indudable que el tercer Mundo está en el resto??.
– El capitalismo es intrínsecamente perverso
?Creo que el capitalismo es intrínsecamente malo: porque es el egoísmo socialmente institucionalizado, la idolatría pública del lucro, el reconocimiento oficial de la explotación del hombre por el hombre, la esclavitud de los muchos al yugo del interés y la prosperidad de los pocos. Una cosa he entendido claramente con la vida: las derechas son reaccionarias por naturaleza, fanáticamente inmovilistas cuando se trata de salvaguardar el propio tajo, solidariamente interesada s en aquel Orden que es el bien… de la minoría de siempre??.
?Conocemos las causas y los mecanismos. Hoy, sin contrincantes, el capitalismo neoliberal, que determina la exclusión de la inmensa mayoría y el privilegio de una minoría insensible. El Banco Mundial, el FMI y el GATT rigen omnipotentemente los procesos económicos y exigen que los Estados les presten cuentas. Y, ¿a quién prestan cuentan el FMI, el Banco Mundial y el Gatt? ??
7. Pautas operativas
No basta con ver y juzgar, hay que actuar. Y hoy, cualquiera que pretenda presumir de credibilidad, debe acreditarse con hechos, no con palabras. Por eso, ante los dirigentes, políticos o no, cunde tanto escepticismo.
Si por algo resulta cautivante el lenguaje de Pedro es , porque tras él, hay toda una vida digna, coherente, libre, insobornable. A él le han tentado, desde circunstancias muy variadas, la vanidad del poder, el miedo, la persecución. ?Yo moriré de pie, como los árboles / Me matarán de pie??, ha escrito.
Siempre lo he dicho: un obispo sin poder, sin economía, sin burocracia organizativa, ha sido capaz de poner en jaque a uno de los poderes políticos mayores de América. El ha utilizado unas armas distintas, las que todos tenemos a nuestra disposición: la cultura. Sin cultura no subsiste ningún sistema. Es la argamasa que lo cohesiona y legitima.
Y ahí, Pedro Casaldáliga, como Jesús de Nazaret, se siente poderoso y libre para meter la espada en el corazón del sistema: ?Se nos está queriendo imponer una cultura única. Una macrocultura, que nos la pasan por la televisión, nos la pasan en la cama. En Brasil, en América Latina y en Europa el 70 o el 75 por cien de las películas son gringas, norteamericanas. Y yo digo que una macrocultura acaba siendo más asesina que muchas armas. Culturas impuestas, no sólo matan a los cuerpos, matan las almas, explosionan la salud de los pueblos??.
Necesitamos más motivación, más mística: o sea, una mayor profundización de nuestra fe, más claras las ideas cristianas, un conocimiento mejor de la Biblia y de la Teología; también una buena visión política y económica. Necesitamos más oración. Una pasión mayor por el Reino. Una verdadera amistad con el Señor Jesús. Y mucha unión entre nosotros, hermanos.
Si eso falta, los problemas de la propia Iglesia y las dificultades de la vida nos desesperarán y acabaremos echándolo todo por la borda; huiremos de la lucha; nos acomodaremos, como tantos ?al suave?? primero, y a lo ?yo-no-quiero-saber-nada-de-nada??, después??. Los cristianos debemos saber sembrar esperanzas, ?esperanzados y esperanzadores?? como decía el mártir Ellacuría.
1.Esperanza, pues. ¿Quién dijo miedo si hay resurrección?
2.Responsabilidad. Todos somos corresponsables.
3.Misericordia. Cuando no podamos hacer nada más, podemos compadecer, podemos sembrar ternura. Con el principio de la ternura no se puede perder nunca.
4.Diálogo. Ya está visto que con las armas no vamos a resolver nada; no vamos a resolverlo con el dinero, lo estropeamos cada vez más; con el racismo y las exclusiones no lo vamos resolver; con imperios de diferentes categorías o marcas no lo vamos a resolver. Entonces, nos encontramos como combatientes en una isla con un barco solo. La isla y el barco son la tierra, que es el universo, que es la historia humana. Vamos a dialogar.
YO ME ATENGO A LO DICHO
Yo me atengo a lo dicho:
La justicia,
a pesar de la ley y la costumbre,
a pesar del dinero y la limosna.
La humildad,
Para ser yo, verdadero.
La libertad,
para ser hombre.
Y la pobreza,
para ser libre.
La fe, cristiana,
para andar de noche,
y, sobre todo, para andar de día.
Y, en todo caso, hermanos,
yo me atengo a lo dicho:
¡La Esperanza!
4
Los cristianos no tienen templos ni celebran sacrificios
El espíritu está en la asamblea, no en la cabeza aislada. En la Iglesia no hay poder sino misión.
José Ruiz de Galarreta, SJ.
La Cena del Señor, la Fracción del Pan, no nace en el templo sino en la Sinagoga. La Sinagoga Cristiana toma la estructura de la Judía, pero la modifica y la completa. (Redes Cristianas 13 08-2015)
Su local no es el Templo, ni la preside un sacerdote (ni un doctor); en ella no se celebran sacrificios sino que se lee la palabra y se hace oración. La modifica, porque la palabra del AT se ve sustituida por los hechos y dichos de Jesús, no narrados y explicados por sabios doctores sino por los Testigos; y los participantes ponen en común lo que el Espíritu da a cada uno (profetas). La completa, porque termina con la Fracción del Pan, que no tiene precedente en el AT. En esa reunión no hay sacerdotes, ni aparece alguien que por oficio la presida, ni aparece por ninguna parte que se ofrezca un sacrificio, ni se nombre la palabra altar.
Nuestra pregunta tendrá que ser, necesariamente, ¿de dónde ha salido la interpretación sacrificial de la Eucaristía, llamada ?el santo sacrificio de la Misa??, con todos sus ritos, su clericalización y la mera ?asistencia y participación?? de los ?laicos???
Esteban, hace un virulento ataque contra el Templo: ?no se pueden hacer casas en el Altísimo??. Los primeros seguidores de Jesús no tienen Templos, lugares de presencia de Dios y de adoración. Pero más tarde fueron surgiendo. ¿Es un retorno al Antiguo Testamento, una traición a Jesús? La magnificencia de los templos cristianos ¿tiene que ver con Jesús o más bien con el Templo de Jerusalén?
Aquí llegamos a la conjunción de varias líneas que ya hemos tratado: el aumento del número, el progresivo crecimiento de la clase clerical, el cambio de teología, de banquete a sacrificio, la posesión de riquezas y la concepción de los templos como esplendorosos monumentos a la gloria de Dios, son un peligro mortal para la Cena del Señor.
Recordemos: Dios no necesita nada, solo que cuidemos de sus hijos. Todo el dinero que tenga la Iglesia es para los pobres. Sólo cuando nadie en el mundo padezca ninguna necesidad podremos dedicar dinero a la gloria de Dios.
El espíritu está en la asamblea, no en la cabeza aislada. En la Iglesia no hay poder sino misión. Hemos comprobado que, invariablemente, las decisiones importantes se toman en la asamblea, que aparece siempre como órgano supremo a la hora de decidir, aun cuando estén presentes los apóstoles y el mismo Pedro.
Esto sucede desde el principio, con la elección de Matías, hasta el final, con el que llamamos ?Concilio de Jerusalén??, a cuyas autoridades se someten Pedro y Pablo, con reticencias de los de Santiago.
¿Cómo se tomarán las decisiones importantes en el futuro? El modo asambleario fue declinando, dejando paso al modo monárquico. ¿Cuándo comenzó esta sustitución? ¿Se parece algo este modo asambleario original al modo actual de ejercerse la autoridad del Papa, de los obispos y de los Concilios?
La función de los Doce, y muy especialmente de Pedro: ?Nosotros nos dedicaremos a la oración y a la Palabra??, dejando la administración a otras personas, elegidas por la comunidad. Los Doce, y más tarde los apóstoles, tienen la misión de la Palabra, para cumplir la cual les es necesaria la oración. Eso les da autoridad, pero nunca aparece esta autoridad como un poder ni lejanamente semejante a poderes civiles, ni menos aún militares o económicos. El caso de Pedro es llamativo:
– – -toma iniciativas aceptadas por todos (elección de Matías (1,12);
– – propone a la comunidad y a ésta le parece bien (ibid.);
– — es enviado por la comunidad, junto con Juan, a la evangelización de Samaria (8,14);
– – toma por su cuenta y riesgo la decisión de entrar en casa de paganos y bautizarlos (10,34);
– -tiene que dar explicaciones a la comunidad de Jerusalén, cosa que hace con toda naturalidad (11, 1);
– – opina, con autoridad pero sin carácter de decisión definitiva, en el ?Concilio de Jerusalén?? (15,7);
– – recibe la reprimenda de Pablo (Gal. 2,11) ?porque era digno de reprensión??.
Las formas de gobierno. Hemos comprobado que existen varias formas. La comunidad de Jerusalén parece regirse por un consejo de ancianos presididos por Santiago, ?el hermano del Señor??.En otras comunidades aparecen sin más ?los presbíteros??, que parecen ser también consejos de ancianos, unas veces espontáneos y otras nombrados por Pablo o algún otro apóstol. Finalmente aparecerán los epíscopos, que una veces son presidentes del consejo de ancianos y otras se presentan con autoridad más personal. De todas estas formas solamente ha subsistido en la Iglesia el episcopado, monárquico.
Tendremos que preguntarnos por qué declinaron las otras formas y también si no podrían existir hoy en la Iglesia sistemas de gobierno diferentes. Aparecen los diáconos, como encargados de temas económicos, como encargados de los aspectos físicos de la Fracción del Pan y como auxiliares de los epíscopos.
Tanto los epíscopos como presbíteros, los diáconos, y profetas son casados; más aún los textos no aparecen tolerarlo sino exigirlo. 1Tim 3,2-5: Es, pues, necesario que el epíscopo sea irreprensible, casado una sola vez, sobrio, sensato, educado, hospitalario, apto para enseñar, ni bebedor ni violento, sino moderado, enemigo de pendencias, desprendido del dinero, que gobierne bien su propia casa y mantenga sumisos a sus hijos con toda dignidad; pues si alguno no es capaz de gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios?
Incluso se habla de los apóstoles, y expresamente de Pedro, como ?acompañados por una mujer cristiana?? (1 Corintios 9,5). Solamente se habla de célibes refiriéndose a Pablo y Bernabé y no para ponerlos como modelos por su celibato sino precisamente para justificar su carácter excepcional?? ¿De dónde ha salido el celibato sacerdotal obligatorio? Ha ido surgiendo más tarde en la Iglesia, puesto que no la encontramos en las primeras comunidades.
No hay más sacerdotes que los del Templo de Jerusalén. Las comunidades cristianas no tienen sacerdotes. ¿Cómo nacieron y qué significan? De todo esto se deduce algo muy claro. Todos estos modos de gobierno pueden ser convenientes o inconvenientes, eficaces o inútiles, pero nunca podrán decir que provienen de Jesús, y por tanto pueden modificarse. Pero lo que sí es de Jesús, y resplandece en las primeras comunidades, es que se sienten responsables de sí mismas, que no hay división ninguna entre los que mandan y los demás, que no hay clase clerical, que nadie se siente con poderes divinos. Las formas pueden cambiar, pero si no cabían con el Espíritu de Jesús son traición y llevan al fracaso.
Las mujeres. Son muy importantes: lo fueron en la vida de Jesús y más aún en la Resurrección; son parte mayoritaria de la primera comunidad de Jerusalén y probablemente también de otras. Son citadas con mucha frecuencia en Hechos como magníficas colaboradoras, y aparecen ostentando los cargos de apóstoles, diaconisas y profetas. Incluso aparecen breves citas en que da la impresión de que es la pareja, el matrimonio, el que es sujeto de la misión.
Esto fue desapareciendo en la Iglesia. No desapareció su importancia real, pero sí toda la participación en cargos de las iglesias. ¿Cuál es la causa de su exclusión a lo largo del tiempo, y cuáles son sus reales y posibles funciones en la Iglesia hoy? Sería largo de explicarlo pero es fácil hacer una afirmación: su exclusión no viene de Jesús.
Al rechazar el sacerdocio para las mujeres se suelen aducir dos argumentos: que Jesús en la última cena ordenó sacerdote a solo varones; y que en la tradición de la Iglesia no ha habido nunca mujeres-sacerdotes. La respuesta a estos argumentos es muy sencilla: en los Hechos de Apóstoles aparece claramente que en las primeras comunidades no hubo sacerdotes, muestra evidente de que Jesús no ordenó de sacerdotes a nadie; pero en todos los servicios a la Iglesia que aparecen en esas comunidades, apóstoles, profetas, diaconisas?? aparecen mujeres.
Convertíos: cambiar. El vino nuevo rompe los odres viejos. Si el Antiguo Testamento era fidelidad al pie de la letra a lo antiguo, lo formulado, inmutable, lo de Jesús va a ser muy diferente, y así se muestra en Hechos.
Las primeras comunidades no tuvieron inconveniente en cambiar: abandonaron el Templo, la circuncisión, las restricciones alimentarías, la prohibición de tratar con paganos, el modo de autoridad, la función de las mujeres??
Y se atrevieron a cambiar dos cosas que pasan desapercibidas y son radicalmente importantes: Cambiaron de idioma. Abandonaron el sagrado hebreo de las escrituras y el arameo en que se expresó a Jesús. Hablaron a la gente, tradujeron a Jesús al idioma de todo el mundo. Y es que no tenían un idioma sagrado, ni fórmulas sacras o mágicas.
En el mismo sentido, cambiaron de cultura. No hace falta ser judío, ni en idioma ni en costumbres ni en cultura para seguir a Jesús. Ni hace falta ser occidental, ni romano, ni en idioma ni en costumbres ni en cultura.
Me atrevo a decir más: a aquellas comunidades no les hizo falta ser judíos ni en religión. A otras culturas actuales ¿les hace falta ser occidentales en religión? ¿Hay una identificación entre el cristianismo occidental (griego y romano y muchas cosas más) y el camino de Jesús, o eso es lo que nosotros, Occidente, nos hemos creído, con la misma razón/sinrazón que los judíos del tiempo de Jesús y de los Hechos llamaban ?Palabra de Dios?? a sus interpretaciones y costumbres?
Ni el sacerdocio ni el episcopado monárquico, ni la actitud del Papa como vicario infalible de Cristo, ni el sentido sacrificial de la Cena del Señor ni cinco de los siete sacramentos, ni la diferenciación entre clero y laicos, ni el celibato de los ministros ni la construcción de templos aparecen en los escritos que hemos comentado.
Esto parece indicar con claridad que no tienen su origen en Jesús sino que son introducidos más tarde en la Iglesia. Podrán ser aciertos o equivocaciones, dependerán del Espíritu de Jesús o serán traiciones a él, pero está claro que no pueden fundamentarse en la voluntad de Jesús ni afirmarse que fueron ?fundados?? por ?l.
Pero esto podría ser marginal. Naturalmente las costumbres cambian, los tiempos piden modificaciones. No es lo mismo gobernar una comunidad de veinticinco personas que otra de cien mil ni se pueden reunir en el mismo local, no se pueden transferir modos de las iglesias primeras a las nuestras.
Por supuesto. Pero hay algo que no es marginal: la fidelidad al Espíritu de Jesús. Y aquí tenemos un problema: muchas de las diferencias entre los modos de las primeras iglesias y los de la Iglesia actual no son modificaciones pedidas por la adecuación del espíritu a nuestros tiempos sino más bien desviaciones al espíritu de Jesús.
Una Iglesia que se preocupa más de sus problemas y su propio status que del hambre y la injusticia del mundo, no vive el Espíritu de Jesús.
Una Iglesia que ha convertido la cena del señor en un espectáculo ostentoso, celebrado solo por clérigos y en locales espectacularmente costosos, no tiene nada que ver con la humilde celebración alrededor de la mesa de las primeras comunidades.
Una Iglesia gobernada autocráticamente por personas que se dicen ser representantes del poder Dios mismo no se parece nada a la iglesia asamblearia de sus principios.
Una Iglesia que excluye a las mujeres y exige el celibato de los sacerdotes no consiste en el número de adeptos ni en su poder económico o en su prestigio social, sino en su capacidad de trasmitir el Espíritu de Jesús.
Conclusión primaria; está muy claro que la Iglesia hoy tiene problemas, pero debería también estarlo que la única vía de solución es repetir la experiencia de las primeras comunidades: obedecer al espíritu de Jesús, aunque hay que renunciar a tantas y tantas cosas que se nos han pegado tan profundamente que nos parece que son fundamentales. Pues no lo son, más bien son traiciones clamorosas al espíritu de Jesús: eso es lo que hace fracasar a la Iglesia.
+ José Ruiz de Galarreta, SJ
(Del libro: Las primeras iglesias y nuestra Iglesia de hoy / Ed. Fe Adulta – Madrid y Publicado en revista Reflexión y Liberación, marzo de 2013).
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El persistente bullying (odio-acoso)mediático sobre el PT
Leonardo Boff
Es un hecho innegable que después de la reelección de la presidenta Dilma en 2014 se desató mucha rabia y hasta odio contra el PT y el actual gobierno. Lo confirma un ex-ministro del partido de la oposición PSDB, Bresser Pereira, con estas contundentes palabras:
«Ha surgido un fenómeno que yo nunca había visto en Brasil. De repente, vi un odio colectivo de la clase alta, de los ricos, contra un partido y una presidenta. No era preocupación o miedo. Era odio. Ese odio proviene de tener un gobierno que por primera vez es de centro-izquierda y que se conserva de izquierda. Contrajo compromisos, pero no se entregó. Continúa defendiendo a los pobres contra los ricos. El odio procede de que el gobierno reveló una preferencia fuerte y clara por los trabajadores y por los pobres» (FSP 01/03/2015).
Este odio ha sido promovido fuertemente por la prensa comercial de Rio y de São Paulo, por un canal de TV de alcance nacional y especialmente por una revista semanal que no suele destacar por su moral periodística, y que no es raro que trabaje directamente con la falsificación y la mentira. Ese odio ha invadido las redes sociales y ha llegado también a las calles. Tal atmósfera envenena peligrosamente las relaciones sociales hasta el punto de que ya se oyen voces que claman por la vuelta de los militares, por un golpe o por un impeachment.
Estos hechos deben ser lamentados por revelar el tipo de democracia de baja intensidad que tenemos, pero sobre todo deben ser interpretados. No llorar ni reír, sino tratar de entender. Tal vez las palabras del ex-presidente Lula sean iluminadoras:
«Ellos (las clases dirigentes conservadoras) no consiguen soportar que, en 12 años, un presidente que solamente tiene diploma de primara haya puesto más estudiantes en la universidad que ellos en un siglo. Que ese presidente haya puesto tres veces y media más estudiantes en escuelas técnicas que ellos en cien años. Que haya llevado energía eléctrica a 15 millones de personas. Que no les haya dejado privatizar el Banco de Brasil, la Caja Económica Federal y los bancos de los estados Espírito Santo, Santa Catarina y Piauí. Que en los últimos 12 años han abierto una cuenta corriente en un banco 70 millones de personas, gente que entró en una agencia bancaria por primera vez sin que fuera para pagar una factura. Creo que eso explica el odio y la mentira de esas personas. El pobre viajando en avión comienza a incomodar; que vaya a la facultad comienza a incomodar; todo lo que es conquista social incomoda a una élite perversa» (discurso en el sindicato de los empleados de banca de ABC el 24 de julio de 2015: Jornal do Brasil online del 25/07/2015).
Puedo imaginar la enorme dificultad que tienen las clases propietarias con sus poderosos medios de comunicación para aceptar la profunda transformación ocurrida en el país con la llegada del PT, venido de abajo, del seno de aquellos que siempre estuvieron al margen y a los cuales se les negaron derechos y plena ciudadanía. Como escribió acertadamente el economista Ladislau Dowbor de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC):
«Ellos quieren volver al pasado, a la restricción de las políticas sociales, a la reducción de las políticas públicas, a poner trabas a la subida de la base de la pirámide que los asusta». Y añade: «La máquina administrativa heredada fue hecha para administrar privilegios, no para prestar servicios. Y los privilegiados quieren que vuelva» (Carta Maior, 22/09/2015).
Efectivamente, lo que ha ocurrido no ha sido un simple cambio de pode sino la constitución de otra base de poder, popular y republicana, que ha dado centralidad a lo social, haciendo que el estado, mejor o peor, preste servicios públicos, incluyendo en ellos a cerca de 40 millones de personas más, hecho de magnitud histórica.
Para entender el fenómeno del odio social nos ayudan los analistas de la violencia en la historia. Recurro especialmente al pensador francés René Girard (1923) que se cuenta entre los mejores. Según él, cuando en la sociedad surgen los conflictos, el opositor principal consigue convencer a los demás de que el culpable es tal o cual persona o partido. Todos entonces se vuelven contra él, convirtiéndolo en chivo expiatorio sobre el cual colocan todas las culpas y corrupciones (cf. Le bouc émissaire, 1982). Así desvían la mirada de sus propias corrupciones y, aliviados, continúan con su lógica también corrupta.
O se podría atribuir a los acusadores lo que el gran jurista y politólogo alemán Karl Schmitt (??1986) aplicaba a todo un pueblo. Este para «garantizar su identidad tiene que identificar un enemigo y descalificarlo con todo tipo de prejuicios y difamación» (cf. O conceito do político, 2003). Pues bien, ese proceso está siendo sistemáticamente realizado contra el PT, un verdadero bullying colectivo. Con eso se busca invalidar las conquistas populares alcanzadas y reconducir al poder a aquellos que históricamente estigmatizaron siempre al pueblo como un donnadie y ralea, y ocuparon los aparatos de estado para beneficiarse de ellos.
Deforma mi intención quien piense que con lo que acabo de escribir estoy defendiendo a los del PT que se corrompieron. Deben ser juzgados y condenados y, por mí, expulsados del partido.
El avance del pueblo a través del PT es demasiado precioso para que sea anulado. Las conquistas deben continuar y consolidarse. Para eso es urgente desenmascarar los intereses anti-populares y frenar el avance de los conservadores que no respetan la democracia y desean la vuelta al poder mediante algún tipo de golpe.
Página de Boff en Koinonía
Página de Leonardo Boff
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