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Próximamente, el mes de Diciembre, tendremos en Madrid, La MISA DE LA “TIERRA SIN MALES”, CON participación en directo de las Corales de Soria. A tiempo, recibiréis toda la información requerida .
1.Santa María de los indignados
2.Si no tengo amor…
3.El Pan símbolo de la Vida y de la Resurrección
Alfredo Tamayo Ayestaran
4.El nacionalismo vasco radical como religión política
Benjamín Forcano
5.Cataluña no es el independista Frances Homs
6.De la exaltación a la quiebra de una Cooperativa modelo
7. Decálogo de la paz
1.SANTA MARIA DE LOS INDIGNADOS
Esta advocación, aplicada hoy a María de Nazaret, parece nueva, pero es de las que mejor la retratan. Cuenta el evangelista Lucas que, cuando los padres de Jesús entraban en el templo de Jerusalén para cumplir con el niño lo previsto por la ley, un cierto Simeón, sacerdote, hombre honrado y piadoso, la bendijo y le dijo: “Mira, éste está puesto para que todos en Israel caigan o se levanten; será una bandera discutida, mientras que a ti una espada te traspasará el corazón; así quedará patente lo que todos piensan” (Lc 2,35).
¡Y vaya si fue una bandera discutida! Los jefes y poderosos de Israel, que en el aspecto religioso iban a la par con los intérpretes de la Ley y los guardianes de la ortodoxia, detectaron enseguida la peligrosidad del hijo de María y no iban a parar hasta hacerlo callar o eliminarlo. Un nazareno, desconocido, simple artesano, sin estudios ni títulos que ellos le hubieran procurado, había cuestionado su orden, su doctrina y estilo de vida. Y lo hacía en público, en caminos y plazas, con libertad. Lo preocupante era que el pueblo lo escuchaba encantado y veía en él a un gran profeta y hasta quién sabe si el mesías esperado.
Comenzaron a marcarle como:
– “blasfemo, que se arrogaba el poder de perdonar los pecados”.
– “Enseñante,con discípulos que comían con los recaudadores y descreídos; que arrancaban en sábado las espigas y se comían sus granos; que autorizaba en caso de hambre a comer los panes que sólo a los sacerdotes estaban permitidos; que reprobaba a los letrados y fariseos por espiarle a ver si en sábado hacía el bien (curaba)”.
-Profeta, que increpaba a letrados y fariseos “pasarse por alto la justicia y el amor”, “mostrar limpia la cara y tener podrido el corazón”, “buscar los primeros puestos y los asientos de honor”, “abrumar a la gente con cargas insoportable”, “no dejar entrar en el reino de Dios a los que están entrando”, “no cumplir lo que enseñan”, “filtrar ciegamente el mosquito y tragarse el camello”, ser hijos de los que asesinan a los profetas”, en fín, “¡Culebras, camada de víboras!”
Ciertamente, aquella era otra doctrina, otro estilo, otra forma de relacionarse con Dios y de tratar a los demás. Finalmente, alguien ponía las cosas al descubierto y las llamaba por su nombre. Ya no era posible el disimulo, la mentira, la soberbia. Quedaban patentes las obras, los caminos y las intenciones de unos y de otros, quiénes servían de verdad a Dios y quiénes se servían de El para engañar y oprimir.
Este Jesús, era el hijo de María y de José, vehementemente airado, indignado, por tanta pantomima y decarrío al amparo de la Ley y de los dirigentes.
De María, poco sabemos, pero ese poco resulta determinante para encuadrar el significado y papel de su vida. Llevaba muy adentro aquellas palabras de Simeón: “A tí , una espada traspasará tu corazón”.
Su sí incondicional la hacían portadora del Mesías esperado, liberador de Israel y del mundo. Debido a su fe podíamos conocer el proyecto de Dios, en el que todos podríamos entrar como hermanos y ser miembros de una familia nueva universal. Proyecto anunciado por su hijo, al que incluso sus enemigos elogiaban: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios sin acepción de personas”.
Pues bien, María, conocedora de lo que podía sobrevenir, que hablaba mucho con su hijo y al que apoyaba totalmente, no se equivocó cuando, en respuesta a las palabras de su prima Isabel, dijo:”Las generaciones posteriores podrán verlo, podrán comprobar que los proyectos de injusticia y opresión caen, pues El con su fuerza desbarata los planes de los arrogantes, derriba del tronos a los poderosos y exalta a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide de vacío”.
¿Cómo no percibir en esta palabras de María, la indignación por lo que le tocó vivir en su sociedad, con desigualdades y sufrimientos de tanta gente humilde y cómo no imaginarla hoy, en medio de nuestra crisis, aupando todos los movimientos e iniciativas en línea con la igualdad, la justicia y la solidaridad que ella demandaba y que le reportaron la calculada y violenta muerte de su hijo? ¿A cuántos nos animaría para que defraudadores, especuladores financieros, empresarios, ricos y políticos corruptos de hoy fueran denunciados, imputados y cayeran humillados, derribados, desbaratados en sus planes?
¿ Y a cuántos poderosos, que intentan exhibirle devoción en actos, procesiones y fiestas oficiales les tacharía con las palabras de su hijo “¡Hipócritas, que me honráis con vuestros labios pero no con obras, que limpiáis la copa por fuera y estáis repletos de robos por dentro, que pasáis por alto la justicia y el amor de Dios, que os las dáis de intachables ante la gente pero Dios os conoce por dentro y ese encumbrase entre los hombres repugna a Dios !” .
María de Nazaret, presente en mil santuarios y en mil imágenes por todo el mundo, es la María creyente y seguidora de Jesús, que reclama de sus devotos, de todos su hijos, instintivo rechazo de toda injusticia y opresión, de toda soberbia y discriminación y que reniega de todo culto que no pase primero por indignarse y exigir solución, ante quien sea, cuando los pobres y más desfavorecidos sufren desprecio y exclusión.
2. Si NO TENGO AMOR…
Entiendo que San Pablo tiene cosas difíciles cuando escribe. Pero tiene otras que son superclaras. Por ejemplo: “NO tengáis, dice, otra deuda que la del mutuo amor, pues quien ama al prójimo, – y hay que amarlo como a uno mismo-, ha cumplido la ley. La caridad es la ley en su plenitud». «Aspirad al carisma mayor, al más excelente: la caridad. Si no tengo caridad, nada soy, nada me aprovecha».
Todo lo que puedas tener, si no tienes amor, es nada. Puedes ser multimillonario, nobel de la paz, insigne bienchor, titulado con mil medallas,… pero si no tienes amor, todo es nada.
Lo primero, el amor. Lo más importante, el amor. Lo que te da categoría, el amor. Porque el amor es lo tuyo, lo que te lleva al descubrimiento de tí mismo, lo que acredita tu dignidad. Lo demás se tiene, son cosas, medios, todos muy relativos. La vida no está asegurada por los bienes. Son tesoros que la polilla del tiempo corroe.
Hoy intentan meternos en un templo materialista para que adoremos no sólo al oro, sino al becerro del oro. Nos llega solicitante la idolatría del tener, que tantos desequilibrios, angustias, neurosis está produciendo en nuestra sociedad. Porque este dios nos quiere hacer creer que sin dinero somos nada, que todo en la vida está en función del tener: Tienes mucho, vales mucho. Tienes poco, vales poco. Tienes nada, vales nada. De modo que si no tienes o pierdes lo que tienes , te quedas sin nada, sin ser, eres nadie.
Del amor, nadie puede prescindir.
Amar y ser amado. Sin eso, uno se muere. O se vive en la frustración, o en el aburrimiento, o en la violencia, o en la banalidad. Buscamos el amor, necesitamos el amor, somos amor: amar y ser amados, reconocer y ser reconocidos, respetar y ser respetados, ayudar y ser ayudados, recibir y dar. Somos los unos para los otros.
Amar, sí. Pero, ¿a quién?
A uno mismo. La Naturaleza y la Biblia son explícitas: «No hagas a los demás , lo que no quieras que te hagan a tí», » Ama al prójimo como a tí mismo».
Como a tí mismo. La medida del amor a los otros, es la medida del amor a uno mismo. Quien no se ama, es decir, quien no hace valer su dignidad y derechos, ese tal no puede amar al prójimo. Está en deficit, en deficit de amor a sí. Pero, si uno se ama profundamente, entonces la vida del otro está asegurada, nadie podrá atentar contra ella sin que yo me rebele y luche para que sea respetada en todo, igual que la mía.
Vosotros todos, sois hermanos, dice Jesús.
Ni amos ni esclavos, ni grandes ni pequeños, ni primeros ni últimos. ¡Hermanos! Claro que es fuerte el parentesco de la sangre. Y también los parentescos de raza, de territorio, de color, de ideología, de lengua,… Pero esos parentescos son secundarios, subordinados.
Estaba un día Jesús hablando a la gente, y van y le dicen: ¡»Oye! Tu madre, tus hermanos y tus hermanas, están fuera, te buscan. Y él responde: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados, en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mr 3, 31-35)
¿Y quién cumple la voluntad de Dios? El que ama.
A mí me sorprende el afán de riqueza y de aristocracia de muchos cristianos y el complejo de inferioridad de otros por no tenerlas. Me sorprende y me induce a compasión. Porque estoy convencido de que la aristocracia del dinero o del poder o del éxito son falsas aristocracias. Un engaño. Ninguna te hace más de lo que eres. Nadie debiera olvidar que la aristocracia cristiana, si hay alguna, está al alcance de todos, con sólo cumplir aquellas palabras de Jesús: «Como yo os he amado, así vosotros». Con hacer eso, te subes hasta arriba.
El que no ama como persona, no puede amar como marido o mujer
El que no ama como persona, no puede mar como marido ni como mujer. Paradójico, ¿no? Pero, es así. Para ser marido y mujer, no hay que dejar de ser persona. Precisamente por ser persona puedes entender, respetar, cuidar y hacerte cargo de este prójimo concreto, que es tu marido, o es tu mujer. Y puedes contar con ese hombre o con esa mujer para un nuevo proyecto de vida.
Mi amor matrimonial, supone mi amor a todo el mundo, aunque luego ese amor se aplica complementariamente entre dos personas concretas, que se aman de forma especial.
El amor es universal por ser de la persona. Sólo la persona es sujeto activo y pasivo de amor. Y ese sujeto tiene alcance inmediato (en la pareja, y en otros más cercanos) y universal ( en todo prójimo).
Un proyecto de amor es como un casa sobre roca
«El que pone por obra mis palabras, dice Jesús, edifica su casa sobre roca». Vemos que muchas parejas fracasan. No es fácil la vida en pareja. O, en todo caso, se equivocaría quien pensara que la vida a dos va a ser un idilio. Donde hay dos, hay pluralidad ; y donde hay pluralidad, hay conflicto; y, por lo tanto, diálogo y enriquecimiento o enfrentamiento y empobrecimiento. O, mejor, dosis de lo uno y de lo otro. Y en esa palestra hay que hacer la vida. Es una tarea para toda la vida.
Y no digamos si, a eso, sumamos, las sirenas de nuestra sociedad. Hoy las parejas crecen en medio de una sociedad individualista, obsesivamente mercantil y consumista. Son los vientos, las lluvias, las riadas que arrecian y que, al final, acaban con la casa.
Si queremos que la casa perdure y no se venga a abajo, hay que ponerle cimientos roqueños. Y los cimientos roqueños son el amor. El amor es esa roca granítica, paciente, humilde, generosa, comprensiva, firme a todos los embestidas.
Y la casa , comenta el evangelista, no se hundió porque estaba cimentada en la roca, es decir, en el amor.
Conclusión
¿Quieres ser persona? – Ama
¿Quieres ser grande? – Ama
¿Quieres tener éxito? – Ama
¿ Quieres ser vencedor? – Ama
¿Quieres ser felíz? – Ama
3.El PAN SIMBOLO DE LA VIDA Y DE LA RESURRECCIÓN
En el cristianismo tenemos diversos símbolos que expresan alguna verdad importante. Cuando los cristianos vivían sumergidos en las catacumbas, el pez que vivía en las profundidades del mar, era el signo del renacimiento a una nueva vida por el agua bautismal. En tiempos de la persecución romana el signo adoptado fue la cruz, instrumento de suplicio y muerte usado por el imperio. En la cruz murió Jesús. Pasada la persecución, la cruz pasó a ser la señal pública del cristianismo, en las torres de los templos y en otros muchos lugares. Y así permaneció hasta nuestros días.
La cruz nos remite a la muerte de Jesús, pero ciertamente no es la muerte de Jesús el hecho central de la fe cristiana sino su resurrección: “Si Jesús no hubiera resucitado, vana es nuestra fe”, dice San Pablo (1Cor 15,14) .
¿Y no ha habido un símbolo que señale y exprese esta verdad de la resurrección? Frei Betto en su último libro “Fome de fé e espiritualidade no mundo actual” , “Hambre de Fe y espiritualidad en el mundo actual” , constata esta ausencia y afirma no encontrar otro símbolo que mejor exprese la verdad de la resurrección que el del pan, por ser éste “un alimento universal, presente en todas las culturas, con una propiedad especial: se come todos los días”.
Como símbolo el pan –representante de los demás alimentos- señala que sin él no hay vida. Y, por ello, no puede faltar a ningún ser humano , si no, muere. Realidad escalofriante cuando sabemos que son más de mil millones las personas que en nuestro mundo viven en un estado de desnutrición crónica.
A Jesús le tocó conocer y afrontar este tema del hambre en muchos de sus paisanos por diversas causas: pérdida de tierras, impuestos, tributos, diezmos…E hizo suya la causa de los pobres. Nos cuenta Marcos (6,30-44) que ante una multitud de más de 5.000 hombres, sin tener más que 5 panes y 2 peces, los partió, hizo que los repartieran y todos comieron hasta saciarse.
Jesús quiso dejar claro a sus discípulos que Dios – que colma de bienes a los hambrientos y declara dichosos a los que pasan hambre (Lc 1,53; 6,21)- le encargaba hacer de la partición y distribución del pan el sacramento central –la eucaristía- para cuantos quisieran seguirle. Debían entender que entre Dios Padre (el amor de Dios y a Dios) y el Pan (el amor al prójimo) había una relación íntima: Padre nuestro y Pan nuestro.
El pan debía ser:
MARCA de todos sus seguidores. Dios no puede ser aclamado como “Padre Nuestro” si el Pan se hace solamente mío o tuyo , y no nuestro, de todos.
IDENTIDAD reconocedora de Jesús, como les ocurrió a los dos de Emaús: “Entró para quedarse y recostado a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo ofreció. Y se le abrieron los ojos y lo reconocieron” (Lc 24, 30-44).
SACRAMENTO, que expresa y proclama que cuando el pan se ofrece a un hambriento es al propio Jesús que se ofrece: “Me distéis de comer y de beber cuando lo hicisteis con un hermano mío de esos más humildes” (Mt 25, 34-46).
RETRATO de nuestro Dios Padre, como cuando cuenta la parábola del hijo pródigo: “Matad el ternero cebado y celebremos un banquete” (Lc 15,11-32); del buen samaritano: “cuida de él” (Lc 10, 29-37) o los episodios de la mujer cananea: “Quedas curada” (Mt 15, 21-28); del óbolo de la viuda : “Esta viuda ha echado en el cepillo más que nadie, pues ha echado de lo que le hacía falta” (Mr 12, 41-44); de la expulsión de los mercaderes del templo: “Habéis convertido la casa de mi Padre, en un mercado” (Jn 2 13-22).
Yo soy el pan de vida (Jn 6,48).
Sin el pan no es posible la vida. Poco antes de morir, Jesús en la cena anticipa a sus discípulos su resurrección compartiendo con ellos el pan y el vino. Comer y beber el pan es comerle y beberle a él, proveerse de vida, de una vida biológicamente corrupta, pero portadora de eternidad. Y así, en todo gesto de justicia, cuando partimos el pan (significando todos los bienes de la vida), repartimos y acrecentamos vida, nos damos a El, realizamos la comunión con él, y resucitamos parcialmente en el compartir y plenamente al morir: ”Junto al trabajo por el alimento que se acaba, hay otro, el que os dará este Hombre, que dura dando una vida sin término” (Jn 6,27-28).
El pan es bien esencial de la vida y Dios se hizo carne y pan en Jesús : “El pan que yo daré es mi propia carne para la vida del mundo” (Jn 6,51). “Si no tenemos entre nosotros la presencia visible de Jesús, al menos adoptemos , como señal de su presencia , esto que él mismo eligió en la última cena : el pan. Señal, símbolo que muestra que somos también sus discípulos, empeñados en hacer realidad para todos “el pan nuestro de cada día”, los bienes que reportan salud, dignidad y felicidad a nuestra existencia” ( Frei Betto, Hambre de fe y espiritualidad en el mundo atual, pg. 16).
La resurrección podemos verla como el punto culminante de la vida de Jesús, un llegar en Dios a la plenitud, pero podemos verla también como proceso de mayor vida, siempre creciendo mientras partimos y repartimos entre todos el pan, los alimentos de la vida; si hay pan, hay vida; y si hay vida, hay resurrección: sólo así, vencemos la muerte, gradualmente, hasta dar el salto de la vida biológica corrupta a la vida plena para siempre.
No es compatible la resurrección con la muerte, la muerte delata ausencia de vida y hay ausencia de vida donde no hay pan. Y una muerte sin pan es siempre una muerte antes de tiempo, una vida frustrada, que se recupera y plenifica ¡oh paradoja! al ser resucitada en cada acto de justicia y amor y en su momento final.
4.EL NACIONALISMO VASCO RADICAL COMO RELIGIÓN POLÍTICA
Tras el hecho de una ETA derrotada y casi desmantelada, llama la atención cómo aquí en el País Vasco sigue vivo y actuante su brazo político bajo una diversidad de siglas. Es toda una paradoja de tintes dramáticos. Los amigos de la organización terrorista dan muestras de euforia y de victoria. Han aprovechado las facilidades que les ofrece la democracia para instalarse en Diputaciones, Juntas Generales, Ayuntamientos, incluso en el Congreso de los Diputados y están en posesión de información, de dinero y de poder. Su visceralidad y falta de sentido ético les lleva a negarse a condenar 40 años de historia criminal de ETA y a proclamar como prisioneros políticos y de opinión a delincuentes convictos y confesos. Mientras tanto las víctimas del terror están asistiendo al triste espectáculo de cómo abandonan la prisión aquellos que les privaron de sus familiares o los dejaron malheridos. Y además regresando a la vida civil sin dar muestra alguna de arrepentimiento y sin voluntad de reparar el daño que causaron.
Más aún, las víctimas del terror tienen que contemplar cómo sus victimarios tras su excarcelación son recibidos en sus lugares de origen como si de héroes se tratara. A la verdad no les falta razón a los que opinan que vivimos en un estado en el que se exhibe mayor clemencia hacia los victimarios que hacia sus víctimas.
En el trance de hallar una explicación al conjunto de este fenómeno ominoso de pervivencia de un nacionalismo visceral y totalitario, de establecer una categoría sociológica que de razón de él, opino que ello tiene mucho que ver con el hecho de que el nacionalismo vasco radical y totalitario equivale a una religión de corte político y fundamentalista.
Si el nacionalismo en general está caracterizado por una hipertrofia del sentimiento de pertenencia a un colectivo bien de raza, de lengua, de historia, de territorio o bien por la mezcla de algunos de estos elementos, la constitución de un nacionalismo en religión implicaría la sacralización de sus componentes. Sobre este fenómeno de la sublimación religiosa de lo político teorizaron Jean Jacques Rousseau con la “religión del buen ciudadano”, Alexis de Tocqueville al calificar el jacobinismo de “nuevo género de religión sin Dios, sin vida tras la muerte” y Franz Werfel al hablar de “sucedáneos de religión” en referencia al marxismo soviético y al nacional socialismo alemán.
La sacralización de lo vasco tiene ya sus principios en el siglo XVI de un modo un tanto ingenuo con autores como Garibay, Zaldibia y Poza. Ellos atribuyen a la lengua vasca orígenes bíblicos creyendo en la venida hasta los Pirineos de Tubal, nieto de Noé. Pero fue Sabino Arana el que dió en el siglo XIX pasos decisivos para una sublimación religioso política del ente vasco. Arana defiende un nacionalismo esencialista vinculado a la raza vasca como única hija legítima de la tierra desde unos míticos antecesores, en oposición a los españoles a los que tiene por forasteros (maketos), por invasores de color oscuro (beltzak), holgazanes y de sangre impura. Sin embargo Arana nunca quiso hacer de lo vasco una religión sustitutoria de la católica. Trata más bien de iniciar un culto de lo vasco, coexistente con la fe católica. El nacionalismo vasco no totalitario ha recogido por su parte retazos de esa mítica religión de los principios de corte naturista.
Nombres de personajes ancestrales como Aitor, Amaya, Amagoya, y elementos de la naturaleza como Lur (tierra), Itsaso (mar), Hodei (nube), Ibai (rio) sustituyen al santoral católico. También la fiesta de la Pascua se ve teñida de colores nacionalistas con el Aberri Eguna o día de la patria. Y las fiestas de Navidad y de Reyes se convierten cada vez más en la fiesta del Olentzero (una especie de Papá Noel vasco).
Pero el comienzo fuerte de un nacionalismo vasco sublimado en religión sustitutoria de la católica lo dió en los años 60 del siglo XX un vizcaíno de origen alemán llamado Federico Krutwig con su obra “Vasconia” en la que aboga por un culto exclusivo de los míticos antepasados con un abandono del cristianismo al que hace culpable de la secular opresión de lo vasco. Krutwig apuesta por la liberación de una Euskadi oprimida por España haciendo uso de la lucha armada a la que sublimiza en cruzada. El incipiente movimiento nacional de liberación vasco (MLNV) echó pronto mano de estas ideas a modo de una nueva Biblia. Posteriormente el influjo de la ideología marxista mitigó el nacionalismo en muchos miembros de ETA.
El carácter de religión política sustitutoria de las creencias católicas fue asentándose en los años 60 y 70 del pasado siglo. Es entonces cuando aparece en su mayor vigor el carácter religioso del nacionalismo radical del MLNV. Los tres pilares sobre los que se asienta toda religión, según Friedrich Heiler, serán también los de la nueva religión nacionalista. El primer pilar es la creencia en un absoluto que es Euskalherria como patria que exige una entrega total de vida y hacienda. Además esta patria sacralizada estaría agredida, privada de sus derechos seculares. La religión nacionalista vasca en consecuencia, llevará consigo una fuerte dosis de victimismo.
El segundo pilar de esta religión política es su paradigma ético. Consiste en la entrega al absoluto de Euskalherria teniendo su paradigma ético en el gudari o combatiente contra la opresión. El gudari, como se dice en una canción patriótica, es el héroe de la libertad de la patria, el que le ha dado todo lo que tenía, el que nos invita a seguir sus huellas. El tercer pilar de toda religión es el culto. Lo tiene la religión abertzale. Una parte importante de este culto son los funerales, los ritos con los que acompaña la comunidad a uno de sus fieles caídos en combate. Begoña Aretxaga ha escrito un libro importante a este respecto: “Los funerales en el nacionalismo vasco radical”.
La obra da cuenta detallada de la liturgia homenaje al gudari difunto. El escenario lo constituye la plaza del pueblo. Los ritos van sucediéndose. Su carácter simbólico los va explicando un bertsolari. La fuerza del gudari la simbolizan las ramas de sauce y de roble. Las rosas rojas la sangre, las blancas su pureza de vida. Subyace a todo el rito funerario la idea de la superación de la muerte por el etarra caído y su pervivencia en el alma del pueblo. Las rosas rojas además de símbolo de la sangre son prueba de la verdad de la causa y señal del verdadero camino a seguir.
En este tiempo en que no existen terroristas caídos, la liturgia funeraria continua en el calendario abertzale con el día del gudari caído imitando el día de los caídos del nacional socialismo, del fascismo y de la Falange. La impregnación religiosa del nacionalismo vasco radical ha tenido su etapa más fuerte en los años de plomo de la que llama el MLNV lucha armada y que los demás calificamos de terrorismo. Pero el nacionalismo vasco radical y totalitario como sacralización fundamentalista de un ideario y de una praxis con conciencia de cruzada sigue vigente.
Ello explica sin duda su persistencia, su dificultad de encajar en el juego democrático, su resistencia a distanciarse de la violencia ejercida a lo largo de 40 años, a pedir perdón a sus víctimas. Ya decía Pascal que nunca hacen los hombres el mal tan completa y alegremente como cuando lo hacen por convicción religiosa. Que no suceda aquí entre nosotros la profecía de Jean Améry, el superviviente de Auschwitz: “que al final los que fuimos un día víctimas seamos ahora tenidos por estorbo para la paz”.
Alfredo Tamayo Ayestarán es jesuita, doctor en filosofía y teología y miembro de la Ernst Bloch Gesellschaf
5.CATALUÑA NO ES EL INDEPENDENTISTA FRANCES HOMS
Las cosas de España nos atañen a todos los españoles. Y Cataluña es España. Como español aragonés, soy y me siento catalán, siempre me he encontrado en Cataluña como en casa propia, no así en Alemania, en Rusia o en Paquistán. Creo que este mi sentimiento y convicción es también el de esos más de 300.000 aragoneses que viven en Cataluña. Cataluña nunca nos fue presentada como cosa a aparte o extraña dentro de España, nación la más vieja de Europa.
La población catalana es española, con gente catalana y gente llegada de otras partes de España, gentes que se sentirán españolas-catalanas. La historia ha sido de integración y colaboración de Cataluña con España y también de tensión, problemas y conflictos. Pero, nunca fueron causa para que Cataluña abanderara como objetivo su separación de España. No sé hasta qué punto en los últimos tiempos las relaciones se han tensado o no se han sabido llevar con respeto recíproco, responsabilidad y solidaridad. Pero, considero artificial que, a raíz de políticas o gestiones mal enfocadas, se erija la bandera del independentismo forzando un rumbo de división, incertidumbre y hostilidades , y no el rumbo racional y éticamente requerido de acercamiento, negociación y colaboración solidaria.
Sin razón propiamente dicha y, a pesar de desaciertos o injusticias que es preciso afrontar y superar, intuyo una fisura extemporánea hacia el separatismo por causa de políticos desconectados de la realidad social de Cataluña y no atender a esa realidad y a los derechos de quienes son sujetos y deben ser representados en la Política. En este sentido, hace tiempo que por mi cuenta advertí la quiebra que en la política de Artur Mas introducían asesores , portavoces y máximos detentadores de los medios como el declaradamente independentista Frances Homs i Molist. Este hombre, el de mayor confianza y poder junto a Mas, es parcial, no neutral, inadecuado para una política que ausculte la historia, los deseos y derechos de la real población catalana. Su opción es radical: independencia. Y, desde el máximo poder otorgado, se dedica a lograr su objetivo con todos los medios y estrategias que su cargo le conceden y no a descifrar, escuchar y respetar la opción de todos los catalanes. Homs es un político separatista, que pone su visión por encima de la totalidad catalana y al servicio de su individual y unilateral objetivo.
La cuestión no es ni está en conceder a los catalanes el derecho a decidir, cosa que todo ser humano tiene, sino en saber a qué se aplica ese derecho: ¿Derecho a decidir cada uno de nosotros españoles en la nación alemana cuando llamen a los ciudadanos a votar? No, no es derecho nuestro. ¿Derecho a que los españoles y catalanes -todos- decidan y voten independencia sí o no? Sí, es derecho nuestro, regulado por la Constitución y la leyes. Pero, contra ese derecho está la voluntad política de cualquier gobernante, que abusando de su cargo, lo utiliza para manipular e imponer su opción personal. Las opciones de los políticos tienen que atender y respetar al sumo la opinión de los ciudadanos y no intentar cambiarla o manipularla hasta hacerla coincidir con la suya. Y a eso lleva la voluntad política de quien, por opción y cargo eminente, ha optado por el sí o el no, en este caso por el sí de la independencia.
6.De la exaltación a la quiebra de una Cooperativa modelo
Como otros muchos españoles, yo me creí las bondades del modelo cooperativístico de Fagor Electrodomésticos. Era exhibido como ejemplo de cooperación, solidaridad y unidad que resistía a todos los carcomas del egoísmo y de la avaricia. Y seguro que fue así en muchos años.
He leído informes de gente que ha seguido de cerca la evolución de este modelo. La culpa, me dicen, no hay que buscarla fuera sino dentro. Desde hace más de 10 años, la cooperativa dejó de ser autogestionada comunitariamente; surgieron y se instalaron en ella directivos que activaron otras metas, y otros caminos de funcionamiento, otros valores: competir, ganar dinero y acumular para vivir cada vez más y mejor sin preservar el espíritu de la Cooperativa y el cuidado de todos los socios.
La cooperativa dejó de ser y sentirse como cosa propia y de todos y que, pasase lo que pasase, en la adversidad y en la abundancia, las dificultades se afrontaban corporativa y solidariamente hasta lograr solución. Campó por ella la ley del mercado y la seducción de jugar a ser millonarios. Y, llegados a ese nivel, nadie quería retroceder ni estar dispuesto a reducir los boyantes ingresos de otros tiempos. No estaban dispuestos ¿ni lo están ahora?. Se esfumó lentamente el valor por excelencia de la autogestión comunitaria, igualitaria y solidaria. Se navegaba ya por otros mares éticos.
No es tarde todavía, y sería superlaudable volver a los orígenes y recobrar los valores perdidos. Siendo miles, dispuestos a reconocer el desvarío neoliberal y a afrontar la adversidad o atropellos sufridos, la solución es posible, posible con la voluntad y la solidaridad efectiva de todos. ¿Es tarde y lo que era patromonio invicto de humana convivencia se ha degradado hasta no poder volver a recuperarlo?
Yo pienso que no, pero hay que desandar el falso camino hecho, con tolerancia cero, -y ahora con los dolorosos y necesarios recortes- para el egoísmo y avaricia individuales.
7. DECALOGO DE LA P A Z
1. Todas las personas tienen
La misma dignidad y los mismos derechos.
2. Todo hombre es fundamentalmente bueno.
3. La vida es amor y solidaridad
y no egoísmo y competencia
4. Sin justicia no hay paz.
5. No odiar nunca ni impulsar campaña
anti-nadie. No consentir nada
que discrimine o degrade al hombre.
6. Luchar por la justicia exige
hacer propia la causa de los más pobres.
7. Lo que no es bueno para todos,
no puede serlo para unos pocos.
La humanidad es una y se hace tal
por su constitutiva genética de fraternidad
8. Las razas, las religiones, las lenguas,
las culturas y las patrias son relativas.
lo absoluto es el amor a toda persona:
el no querer el mal para nadie,
el no explotar a nadie,
el no discriminar a nadie
el no humillar a nadie,
el no engañar a nadie.
9. La igualdad entre los pueblos se basa
en el principio de un mismo rango y
dignidad de todos,
en programar y resolver juntos
las necesidades básicas de todos,
en respetar el Derecho Internacional
y solucionar los conflictos
con la razón y no con las armas.
10. El progreso, que no es progreso de todos,
no es progreso.