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Iglesia ( la Iglesia del siglo XXI )
Para el año 2000 sueño con una Iglesia sinfónica, popular, de hermanos con diversos carismas del Espíritu, donde todos se sientan colaboradores, en la que el ministerio pastoral ejerza la autoridad con caridad, con humildad y espíritu de servicio. Y la comunidad sepa dialogar u opinar dentro de ella misma, con libertad, con respeto, con realismo y con espíritu de familia. Una Iglesia que siga potenciando los cauces de corresponsabilidad del Pueblo de Dios, de acuerdo con la eclesiología del Vaticano II.
Una Iglesia ecuménica y universal – valga la redundancia –, reunida y unida, en la que el ministerio de Pedro se ejerza sobre orientales, católicos y protestantes, como una referencia para momentos de conflicto doctrinal, promoviendo la unidad en la diversidad, y como autoridad para casos extremos de ruptura en la comunidad local, el lema de San Agustín: En lo necesario, unidad; en lo dudoso, libertad; y en todo, caridad.
Una Iglesia que no se proponga otra misión ni tenga otra obsesión que anunciar a Jesucristo. Una Iglesia que, reconociendo y valorando las semillas del Verbo que el Espíritu Santo ha esparcido en las diversas religiones, se mantenga inquebrantablemente fiel a Jesucristo como manifestación suprema y normativa de Dios al mundo y a la historia.
Una Iglesia que sepa inclinarse ante Dios en la oración y ante el hermano en la acción, viviendo la vida como una liturgia, y la liturgia como una vida.
Una Iglesia liberadora de todas las esclavitudes: materiales y morales, corporales y espirituales, individuales y estructurales, temporales y eternas.
Una Iglesia que viva pobre con los pobres, humilde con los humildes y sencilla con los sencillos.
Una Iglesia que no sea violenta, polémica o fanática, aunque sí fervorosa y entusiasta en la vivencia de su fe, valiente en el anuncio del Evangelio y fiel al lado del tesoro de la tradición. En la que los teólogos estén llenos de ciencia, en diálogo con la cultura humana, pero que busquen ante todo la sabiduría cristiana, y orienten y animen a los fieles en el camino de la santidad.
Una Iglesia franciscanamente ecologista, mirando en la naturaleza no sólo lo pragmático y material del medio ambiente, sino también la belleza del hombre y la creación, como reflejo de la infinita hermosura de Dios, y como hogar de la familia humana.
¿ Esto es soñar despierto ? Creo que todo está en nuestras manos, porque está en las manos de Dios. Mucho ya lo vivimos, pero mucho nos falta. Hemos hecho bastante, mas no lo suficiente.
Palabras para el Silencio