Enviado a la página web de Redes Cristianas
Queridos jóvenes:
Mirándolos a ustedes en este momento, me hace recordar a la historia de San Francisco de Asís, que mirando al crucifijo escucha la voz que le dice: ?Francisco, repara mi casa??. Y el joven Francisco responde con prontitud y generosidad a esta llamada del Señor: ?repara mi casa??. Se trataba de ponerse al servicio de la Iglesia, amándola y trabajando para que en ella se reflejara cada vez más el rostro de Cristo.
También hoy, llama a cada uno de ustedes a seguirlo en su Iglesia y a ser misioneros. A partir de la imagen del Campo de la Fe, pensé en tres imágenes que nos pueden ayudar a entender mejor lo que significa ser un discípulo-misionero: la primera, el campo como lugar donde se siembra; la segunda, el campo como lugar de entrenamiento; y la tercera, el campo como obra en construcción.
1. EL CAMPO COMO LUGAR DONDE SE SIEMBRA.
Jesús siembra. Cuando aceptamos la Palabra de Dios, entonces somos el Campo de la Fe. Por favor, dejen que Dios y su Palabra, entren en su vida. Dejen entrar la simiente de la Palabra de Dios. Dejen que germine, dejen que crezca. ¡Dios hace todo, pero ustedes déjenlo hacer! Dejen que ?l trabaje en ese crecimiento. (cfr Mt 13 La Parábola del sembrador).
¿Qué clase de terreno somos, qué clase de terreno queremos ser? Quizás somos a veces como el camino: escuchamos al Señor, pero no cambia nada en la vida, porque nos dejamos atontar por tantos reclamos superficiales que escuchamos. Yo les pregunto, pero no contesten ahora, contesten en su corazón ¿Yo soy un joven, una joven atontado? O somos como el terreno pedregoso: acogemos a Jesús con entusiasmo, pero somos inconstantes ante las dificultades, no tenemos el valor de ir contracorriente. Cada uno contestamos en nuestro corazón, ¿tengo valor o soy cobarde?; o somos como el terreno espinoso: las cosas, las pasiones negativas sofocan en nosotros las palabras del Señor (cf. Mt 13,18-22). ¿Tengo en mi corazón la costumbre de jugar a dos puntas? ¿Quedar bien con Dios y quedar bien con el diablo? ¿Querer recibir la semilla de Jesús y a la vez regar las espinas y los yuyos que nacen en mi corazón?
?No Padre, yo no soy buena tierra, soy una calamidad, lleno de piedras, de espinas y de todo??.
Sí, puede que eso haya arriba, pero hacé un pedacito, hacé un cachito de buena tierra, y dejá que caiga ahí ¡y vas a ver cómo germina! Yo sé que ustedes quieren ser buena tierra. Cristianos en serio, no cristianos a medio tiempo, no cristianos almidonados con la nariz así, que parecen cristianos y en el fondo no hacen nada. No cristianos de fachada. Esos cristianos que son pura facha, sino cristianos auténticos. Sé que ustedes no quieren vivir en la ilusión de una libertad ?chirle?? (aguado, inconsistente) que se deja arrastrar por la moda y las conveniencias del momento. Sé que ustedes apuntan a lo alto, a decisiones definitivas que den pleno sentido.
?Mirá Jesús las piedras que hay, mirá las espinas, mirá los yuyos, pero mirá este cachito de tierra
que te ofrezco para que entre la semilla?? En silencio dejamos entrar la semilla de Jesús. Acuérdense
de este momento. Cada uno sabe el nombre de la semilla que entró. Déjenla crecer y Dios la va a cuidar.
2. EL CAMPO, ADEMÁS DE SER LUGAR DE SIEMBRE, ES LUGAR DE ENTRENAMIENTO.
Jesús nos pide que le sigamos toda la vida, nos pide que seamos sus discípulos, que «juguemos en su equipo». Nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda, una vida feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin, allá en la vida eterna. Pero nos pide que paguemos la entrada. La entrada es que nos entrenemos para «estar en forma», para afrontar sin miedo todas las situaciones de la vida, dando testimonio de nuestra fe. A través del diálogo con él: la oración. ?¿yo rezo?? cada uno se contesta. ¿Yo hablo con Jesús? ¿o le tengo miedo al silencio? ¿dejo que el Espíritu
Santo hable en mi corazón? Yo le pregunto a Jesús ¿qué querés que haga? ¿Qué querés de mi vida? Esto es entrenarse. Pregúntenle a Jesús, hablen con Jesús. Y si cometen un error en la vida si se pegan un resbalón, si hacen
algo que está mal. No tengan miedo. ?Jesús, mirá lo que hice ¿qué tengo que hacer ahora?? Pero siempre hablen con
Jesús. ¡En las buenas y en las malas! ¡Cuando hacen una cosa buena y cuando hacen una cosa mala! ¡No le tengan miedo, eso es la oración! Y con eso se van entrenando en el diálogo con Jesús en este discipulado misionero. también
a través de los sacramentos, que hacen crecer en nosotros su presencia. A través del amor fraterno, del saber
escuchar, comprender, perdonar, acoger, ayudar a los otros, a todos, sin excluir y sin marginar. Estos son los entre-
namientos para seguir a Jesús: La oración, los sacramentos y la ayuda a los demás. El servicio a los demás.
3. EL CAMPO COMO OBRA EN CONSTRUCCI?N.
Nunca estamos solos, formamos parte de una familia de hermanos que recorren el mismo camino: somos parte de la Iglesia. Más aún, nos convertimos en constructores de la Iglesia y protagonistas de la historia. Chicos y chicas, por favor, no se metan en la cola de la historia, ¡sean protagonistas! ¡Jueguen para adelante! ¡Pateen adelante!
¡Construyan un mundo mejor! ¡Un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad! ¡Juéguenla adelante siempre! Jesús me dice a mí, a vos, a cada uno:
«VAYAN, Y HAGAN DISCÍPULOS A TODAS LAS NACIONES»
Esta tarde, respondámosle: Sí, Señor, también yo quiero ser una piedra viva; juntos queremos construir la Iglesia de Jesús. Quiero ir y ser constructor de la Iglesia de Cristo.
Tu corazón joven quiere construir un mundo mejor. El deseo de una civilización más justa y fraterna. Los jóvenes en la calle. Son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas
los cambios. ¡Ustedes son los que tienen el futuro! Por ustedes entra el futuro en el mundo. A ustedes también les pido que sean protagonistas de este cambio. Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del mundo. Les pido que sean constructores del futuro. Que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor ¡no
balconeen en la vida! ¡Métanse en ella! ¡Jesús no se quedó en el balcón, se metió!
¡No balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús!
Queridos amigos, no se olviden: ustedes son el campo de la fe. Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los
constructores de una Iglesia más hermosa y de un mundo mejor. Levantemos nuestros ojos hacia la Virgen. Ella nos ayuda a seguir a Jesús, nos da ejemplo con su «sí» a Dios: «Aquí está la esclava del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho» (Lc 1,38). Se lo digamos también nosotros a Dios, junto con María: Hágase en mí según tu palabra. Que así sea.