Enviado a la página web de Redes Cristianas
El sacerdote católico José Luis Vélez García murió a los 85 años en la gracia del Señor en la sureña ciudad andaluza de Málaga, España, el 22 de enero del presente año. Sin embargo, más de la mitad de su vida la dedicó con profundo ejemplo a su misión evangélica en Latinoamérica, mayormente en Honduras, sirviendo en varias parroquias de Santa Bárbara desde 1966.
Vio la luz de la vida en el municipio de Palencia, comunidad autónoma de Castilla y León, España, el 6 de noviembre de 1935. Hizo estudios de Filosofía y Teología en España y obtuvo un doctorado en Derecho Canónico en Roma. Nosotros tuvimos la bendición de conocerle cuando en los años 80 trabajaba junto al padre Jesús María Aechu en la parroquia de Macuelizo, Santa Bárbara, tiempo desde el cual cultivamos una amistad muy cercana.
PROMOTOR Y DEFENSOR DE LOS DERECHOS HUMANOS
En 1983 bajo el influjo del Comité para la defensa de los Derechos Humanos en Honduras, CODEH, surge en Santa Bárbara la Coordinadora de Derechos Humanos de Santa Bárbara, CODEHSBA, integrado por un equipo de líderes comunitarios campesinos, profesionales y religiosos con el objetivo de defender la vida y denunciar los excesos del régimen cívico-militar.
Eran los tiempos de la doctrina de la seguridad nacional, DSN, del mal recordado presidente liberal Roberto Suazo Córdova (1982-1986) y del militarismo trasnochado comandado por el sanguinario general Gustavo Adolfo Álvarez Martínez. Eran tiempos de represión, asesinatos y desaparecidos en contra de jóvenes, campesinos y líderes comunitarios con mentalidad progresista a los que se acusaba de comunistas. Centroamérica era un polvorín. En Nicaragua gobernaba el revolucionario Frente Sandinista y la contra revolución aupada desde Honduras por los marines estadounidenses en Palmerola; El Salvador y Guatemala alzados en armas contra las dictaduras burguesas sostenidas por Estados Unidos y los militares locales.
El padre José Luis Vélez junto con María Dennis Dubois (QEPD), religiosa de la Congregación Nuestra Señora de Canadá, fueron dos grandes bastiones y orientadores para el equipo en la lucha por la defensa de los Derechos Humanos en Santa Bárbara.
El padre Vélez García fue para nuestro equipo una especie de albacea en el celoso cuidado de los magros fondos aportados por nosotros y los provenientes de la solidaridad internacional que siempre resultaban escasos para tan gigantesca labor de denuncia, pago de abogados y formación.
LA ASUNCIÓN DEL OBISPO “ROJO”
El 17 de marzo de 1984 asume como obispo de la Diócesis de Santa Rosa de Copán en el occidente de Honduras, monseñor Luis Alfonso Santos Villeda, al que sectores oligarcas llamaban el “obispo rojo” supuestamente por sus ideas “comunistas”, aunque desde nuestro punto de vista y conociendo la inclinación de su familia, era por el color rojo de la bandera del partido Liberal.
En dicho acto que se celebró en la amplia plaza “Copán Galel” de Santa Rosa de Copán, se dieron cita altas personalidades religiosas, diplomáticas y políticas del país, entre ellos se encontraba el mal recordado Jefe de las Fuerzas Armadas, general Gustavo Adolfo Álvarez Martínez, que llegó en un helicóptero de la institución que en pleno estío se posó en el centro de la plaza bañando de polvo y basura a los miles de feligreses y funcionarios presentes. Esto indignó a todos los asistentes, además de su excesiva escolta.
Entre los que concelebraban tan importante acto se encontraba la curia pasionista de Santa Bárbara y con ellos el padre José Luis Vélez. Al momento de la comunión, los diferentes sacerdotes se desplegaron entre la feligresía y justamente al padre Vélez García le tocó el grupo donde estaba el general Álvarez Martínez, quien se levantó de la silla dispuesto a recibir la comunión y el padre Vélez, pasó indiferente y no se la concedió. Varios observamos este desaire.
Producto de nuestra fraterna amistad años después en una ocasión que nos juntamos, le preguntamos porque no le había dado la comunión al general Álvarez Martínez y él nos respondió: “y porqué se la tenía que dar”.
Cuando en este “país de Alicia del imperio”, eternamente militarizado, los milicos lo obligaban a pararse al conducir un vehículo, lo que le indignaba, cuando le preguntaban ¿para dónde va?, les respondía “para allá” y, al preguntarle, ¿de dónde viene? les decía “de allá”. Una personalidad que “atemorizaba” a los opresores.
Las últimas veces que compartimos con él fue a fines de la primera década de este siglo cuando nosotros trabajando para una organización de mujeres, apoyamos varios años las ferias del agricultor en Santa Bárbara y en San Nicolás, donde era párroco. Siempre animó a las comunidades rurales y campesinas de la parroquia a participar en estas ferias para mejorar su organización, producción y economía familiar.
El padre José Luis siempre fue franco, coherente y transparente en sus actos, por eso hemos deseado desde lo más profundo de nuestro ser dedicarle este escrito para que las personas que no lo conocieron de cerca sepan las grandes virtudes que abrigaba en su alma.
A sus familiares y amigos en España y a los miembros de la Congregación de la Pasión que fueron sus compañeros de sueños y de misión, les enviamos nuestras mayores condolencias a la vez que pedimos al Padre Eterno le conceda un lugar especial.
Gracias amigo. Haz sido un gran ejemplo de testimonio cristiano.
Pinalejo, Honduras, 25 de enero de 2021.