No es la primera vez que lo hace. De hecho, su «pontificado» como portavoz episcopal está trufado de errores y excesos de protagonismo, desde su famosa metedura de pata con los condones y la ministra de Sanidad, hace ya más de cuatro años. Hoy se ha vuelto a pasar: usted solito ha destrozado una rueda de prensa de un documento fantástico sobre la crisis económica para soltar, sin que nadie se lo preguntara (la pregunta del compañero de TVE era sobre la comunión a Bono y no a Pinochet), que el aborto tiene que seguir siendo delito.
Si lo que pretendía era que nadie hablase de las propuestas de los obispos para salir de la crisis (¡por Dios, si ni siquiera ha dicho que los obispos van a dar a Cáritas tres millones de euros para luchar contra la pobreza!), lo ha conseguido.
Ya lo hizo hace un mes, cuando cambió, todavía nadie sabe por qué, el debate acerca de aborto sí o no, a la de «los políticos católicos que voten esta ley no podrán comulgar». Ahora, en otra vuelta de tuerca, sin que nadie se lo preguntara, saca la cuestión del delito. Y no sólo eso: cuando se le pide si quiere matizar su apreciación, se levanta y se va. Deberían haber visto las caras de quienes han estado más de un año elaborando este texto. Todo un poema.
Si no resultara tan triste, sería muy sencillo ridiculizar su postura, criticar sus formas o su actitud hacia todo aquel que no piense como usted. El problema, la desgarradora realidad, es que usted representa, o eso se dice, a todos los obispos y a la Iglesia en su conjunto. Aunque
Señor Camino: sería usted un gran príncipe en la Italia del siglo XV, pero no debería ser, ni un minuto más, la imagen de la Iglesia católica en España. Aunque sólo sea por volver a acaparar los titulares, y posar para las fotos, ¿por qué no dimite?
PD: en todo caso, no va usted a conseguir que no se hable del documento sobre la crisis. Dedicaremos el próximo post a ello. Mal que le pese. Que parece que le pesa.