En un palacio con amplias habitaciones
entretenido en infantiles juegos cuando niños
y en grandes orgías y bacanales cuando ya no tan niño.
yendo de su palacio a los palacios de sus amistades
transportado sobre los hombros de sus esclavos
en un litera con gruesas cortinas
y del mismo modo visitando los imponentes templos
de sus innumerables dioses.
Pasando largas temporadas en su casa de campo
disfrutando de los placeres del vino y la comida
mientras danzan para él las bailarinas graciosas
mientras besa los senos de hermosas mujeres
que parecen réplicas de las estatuas de las diosas.
Viviendo su vida de privilegiado del Imperio
este romano jamás se topa ni por casualidad con Jesús de Nazaret
ni siquiera sabe que existe un hombre llamado así.
Años más tarde en el Coliseo disfrutará viendo
como los leones devoran a los que se dicen sus discípulos.