Nombramiento en la diócesis de Donosti -- Pedro José Larraia

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Quiero enviar desde aquí mi apoyo y solidaridad a la comprometida iglesia guipuzcoana ante el baculazo que ha supuesto el nombramiento de una persona como Munilla al frente de la diócesis de Donosti.

Antes se pedía que los obispos fueran vascos y conocieran la lengua del país. Ahora los envían con ese perfil, pero cada vez son más reaccionarios.

Produce una enorme tristeza que toda una prometedora trayectoria de años se vea truncada abruptamente, sin que haya sido posible el diálogo y la escucha. El papa San Celestino dejó claro que ningún obispo debería ser impuesto, que su nombramiento debería contar con la participación de toda la comunidad, pero al Vaticano eso no le interesa, solo le mueve el poder (y qué duda cabe que el cambio en el gobierno vasco algo habrá tenido que ver con este nombramiento).

¿Qué credibilidad pretende tener una institución que en su funcionamiento interno conculca los derechos humanos una y otra vez?

El tiempo de las exposiciones razonadas tuvo su momento y no se atendió. El presente es tiempo de actuar ¿Cómo? Haciendo objeción de conciencia a los estilos episcopales que no resulten coherentes con el evangelio.