Enviado a la página web de Redes Cristianas
El miedo se está instalando en nuestro país por la violencia que no deja de crecer. Esta realidad es el resultado de un desempleo masivo por el sistema neoliberal de gobierno que nos están imponiendo. No basta decir cobardemente: ?¡Sólo Dios nos puede salvar!?? ?? Claro que Dios sigue con nosotros, abriendo caminos de salvación. Pero somos nosotros que tenemos que caminar estos senderos de salvación. Dios nos ilumina y nos fortalece, pero no hace ni el camino ni el trabajo que nos tocan a nosotros.
¡Así que no bata lamentar ni sólo rezar! Una mirada sobre Jesús de Nazaret puede ayudarnos a superar el miedo y enfrentar los desafíos que se nos presenta.
Una primera actitud de Jesús fue entender la realidad de su país. Para conocer esta realidad, Jesús pasó 30 años encarnándose en ella: no vivió en un palacio ni en un templo ni en un barrio segurizado. Nazaret era un pequeño pueblo desconocido en una provincia alejada de la capital, marginal y marginada. En ese tiempo Palestina era un país invadido y saqueado por un imperio brutal que no respetaba nada ni nadie, sino que aprovechaba el poder de las armas para hacer lo que le venía en ganas.
La situación de nuestro país es bastante parecida a la de Palestina en tiempos de Jesús. Mediante el FMI estamos invadido y saqueados por el imperio invasor de las multinacionales norteamericanas y sumisos a las órdenes de los Estados Unidos que fomentan la pasividad y la destrucción de nuestro país para tener productos alimenticios baratos y materias primas al precio que ellos les ponen. Provocan la actual violencia para amedrentarnos y mantenernos callados y muertos de miedo.
Jesús nació en una hacienda ni en un pueblo famoso como tampoco en una familia acomodada o de renombre?? ?¡Qué de bueno puede salir de Nazaret!??, dijo Natanael, oriundo de un pueblo vecino. La familia de Jesús hacía parte de la gente pobre: su madre se preocupaba de los quehaceres domésticos y su padre era un carpintero de pueblo. Jesús fue uno más que, a los 15 años, continuó la profesión de su padre, lejos de la capital y de sus autoridades. Los responsables religiosos de Jerusalén eran más preocupados de sus buenas relaciones con las autoridades militares romanas afín de conservar sus privilegios y comodidades.
La realidad ecuatoriana es bastante parecida a la de Jesús en Nazaret: Somos un pueblo lleno de pobres, de trabajadores manuales y de profesionales que no encuentran trabajo por ninguna parte. Por esta razón la migración es el gran sueño nacional que se estrella contra el racismo, la explotación y las fronteras cerradas de Estados Unidos y Europa. Nuestras autoridades religiosas parecen más preocupadas por la estabilidad de un gobierno indolente y corrupto que pacta con las bandas criminales y el narcotráfico internacional: No defiende la inmensa mayoría de los ecuatorianos que no saben adónde acudir para un poco de protección y esperanza.
Veamos ahora cuáles fueron la práctica y el mensaje de Jesús para ayudar a su Pueblo a salir adelante, mejorar su situación, encontrar alternativas de dignidad, profundizar su fe y emprender el camino del Reino para una vida más humana y más religiosa. A los 30 años, se acercó a su primo Juan Bautista que predicaba la conversión a Dios mediante la renuncia la pecado y la vivencia de la justicia, el compartir y el respeto de las personas.
Bautizaba a quiénes decidían emprender ese camino religioso y social. A Jesús le gustó esa opción y se hizo bautizar. Luego emprendió un largo retiro -se nos dice de 40 días- para discernir bien cómo iba a realizar su misión. Descartó 3 tentaciones que, en vez de ayudar a sus compatriotas, los habrían hundido en más pobreza y violencia. Para resolver los problemas rechazó la opción del dinero fácil que lo compra todo, la opción del poder como dominación y del prestigio que arrodilla a los demás.
Hoy nosotros, ¿qué buscamos? Primero, tenemos que preguntarnos si algo buscamos, porque muchas veces nos encerramos en una mediocridad de vida que es todo menos humana y cristiana, por nuestro individualismo y nuestra indiferencia. Luego, preguntémonos a qué líderes buscamos para salvarnos, tanto en lo social como en lo religioso. Jesús hizo la opción de una vida sencilla: ¿Es también nuestro caso? ¿O pensamos que más comodidades van a resolver nuestros problemas? ¿A quiénes seguimos? ¿A los que tienen mucho dinero, a los que están en el poder, a los que son famosos y tienen prestigio?… sin darnos cuenta que esas opciones las rechazó Jesús??
Pronto se enteró Jesús que el gobernador de Galilea, en la persona del rey Herodes, había asesinado a su primo Juan Bautista porque su palabra y actuaciones lo molestaban. Entonces decidió retomar el camino de Juan Bautista como profeta itinerante. No esperó que la gente viniera hacía él, sino que empezó a recorrer su provincia para encontrar a sus paisanos y reunirlos para vivir el compartir y la fraternizar y descubrir a un Dios padre y madre. Se rodeó de amigos fieles, de discípulos constantes, de compañeros decididos a apoyarlo, varones y mujeres. El camino del Reino estaba en marcha, es decir otra manera de vivir personal, colectiva y religiosamente.
¿Y nosotros? ¿Entramos en la dinámica de formar grupos, comunidades, asociaciones para vivir de otra manera, comenzar a realizar lo que soñamos, descubrir otros modos de convivencia, encontrar a un Dios vivo y liberador? Es esta clase de preguntas que tenemos que hacernos para evaluarnos, dejar de lamentarnos, esperar que Dios resuelva sólo nuestros problemas. ?¡No teman, hombres de poca fe!??, nos repite Jesús de Nazaret. Así perderemos el miedo si empecemos a tener fe en nosotros y en los demás para, así, renovar nuestra fe en Dios.