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No hay teología de la liberación sin carne y sangre -- Nancy Edith Suárez (Argentina) y Gabriel Sánchez (Uruguay)

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En primer lugar abordar el tema teología de la Liberación, es abordar un tema en el que hay mucha carne y mucha sangre puesta sobre la Mesa, un encare más teologal no me seria posible …entonces, ¿como abordarlo, como plasmar una redacción que muestre, lo que sentimos, vivimos, luchamos y soñamos?…

De esa vida, extraemos un acontecimiento que como un grito profundo vivido desde la memoria de nuestras heridas más profunda, como Latinoamericanos y rioplatenses, nos vuelve a sangrar, la historia de uno de esos tantos mártires cuasi anónimos, que amigos y familiares y comunidades recuerdan cada año en memorial, sus hechos, sus sueños, levantando sus banderas, continuando sus luchas, una historia que me llego por una hermana Argentina, de una ceb de Buenos Aires…y que me gustaría compartirla, como para intentar presentar la carne y la sangre de la teología de la liberación.-

Agustín pertenecía a las comunidades Eclesiales de base desde muy chiquito.
Era un joven inquieto, inteligente y que a medida que fue creciendo y madurando adquirió una enorme conciencia social.

Le preocupaban los pibes de las esquinas, así que empezó a juntarse con otros jóvenes como él, limpiar terrenos baldíos de la zona y armar algo que denominó Fogones. Particularmente en invierno, se juntaba harina y grasa y su vieja amasaba las tortas fritas (y las viejas de todos) que luego se repartirían en la noche de fogón. Una olla gigante con mate cocido y traía los pibes, los iba a buscar uno por uno. y cambiaba el faso(cigarrillo) o el vino en una vaso de mate cocido caliente y un pedazo de torta.

Era un tipo súper comunicado, en una época casi sin teléfono. No había Internet ni celular. Pero lo conocía todo el mundo. Y todos lo querían.
Entonces a cada fogón traía una psicóloga, alguien de alcohólicos anónimos, algún especialista en droga, alguien que le hablara a los pibes y contribuyera a su concientización. A descubrirse como persona.

Pero como esto le pareció poco, tenía conciencia de que la tierra es de todos, que es un derecho que tenemos por la dignidad de ser hijos de Dios. El, un chico pobre de asentamiento, quedó traspasado por la experiencia de la toma de tierras en nuestra zona. Junto con otras y otros pibes, vio, que había mucha tierra desocupada y muchas familias sin vivienda. Así que una noche fue a la toma de las tierras…

Pero resulta que a estas tierras las estaba vendiendo un martillero público, tierra que eran fiscales…
Se le jodió el Kiosquito. Y una noche fría del 5 de junio de 1988, decidieron terminar con la vida del pibe que jodía….

Quienes? El martillero? Los cárteles de los barrios? Todos juntos organizados?
El crimen aun está sin esclarecer y han pasado 20 años.
Cuando acabaron con su vida Agustín tenía sólo 23 años….

Nancy Edith Suárez una querida compañera Argentina, recuerda que esa noche, estuvo con Él…pegando carteles para el fogón…así quedo plasmado en su memoria la ultima vez que vio Agustín…un mártir del futuro.-

Nancy Edith Suárez y Gabriel Sánchez

Seguir a Jesús en el hermano pobre, nos lleva la vida, por eso teologizar se nos vuelve tan difícil, porque cada palabra resuma la lucha, la sangre caída y también los sueños que no han muerto, una lucha incomprendida y perseguida por la, por los gobiernos dictatoriales, por el de la propia Iglesia, una lucha que se ha mantenido sólo porque el pueblo vive-siente-cree y lucha hasta entregar la vida, que Jesús de Nazareth comparte su mesa cada día con los más pequeños, débiles y pobres y perseguidos…que la lucha por un mundo mejor…será siempre lugar de encuentro con el Resucitado y con su Reino…

Homenaje a 19 años del asesinato de Agustín Ramírez

Ayer por la tarde en San Francisco Solano, Quilmes, se realizó una marcha a 19 años del asesinato de Agustín Ramírez, militante que participó de los procesos de tomas de tierra durante la década del ’80. Fue asesinado el 5 de junio de 1988 por la policía bonaerense y su caso sigue impune.

Por ANRed – Sur

«Sabemos que a Agustín lo mató la policía. La policía bonaerense que en 1988 estaba a cargo de Alberto Miranda. Sabemos que murió cuando Raúl Alfonsín, como presidente, firmaba los puntos finales y decretaba las obediencias debidas. Sabemos que lo asesinaron en la provincia de Buenos Aires, aquella que Antonio Cafiero, como gobernador, manejaba sin ética ni dignidad. Sabemos. Eso nos hace libres. Nos lleva a comprender que con movilización y trabajo constante llegaremos a la verdad. La que nos niegan. La que conocemos. Seguirán pasando los años y seguiremos recordando a Agustín en cada festival, acto, fogón o toma de tierras. Y seguiremos descubriendo que no lo desaparecieron. Que ellos no ganaron. Que la batalla parece perdida, pero no es así porque las esperanzas siguen siendo nuestras». Extraído del boletín de la Comisión de amigos, familiares y vecinos de Agustín Ramírez.

Familiares, vecinos y compañeros recordaron a Agustín Ramírez con una marcha de antorchas por las calles del barrio La Sarita de San Francisco Solano, Quilmes, donde militó y fue asesinado. Durante el transcurso de la marcha se leyeron varios documentos donde no solamente se repudió el asesinato de Agustín Ramírez en manos de la policía, sino también la masacre de Budge, los asesinatos de Dario Santillán, Maximiliano Kosteki, Victor Choque, Walter Bulacio, Aníbal Verón, Teresa Rodríguez, entre otros.

Al finalizar la marcha, se colocó el nombre de Agustín Ramírez a una de las calles del barrio La Sarita. Luego, se hizo una misa en su homenaje en sus compañeros de las comunidades de base relataron la historia de la militancia de Agustín, mientras se proyectaba un video.

Agustín Ramírez participó activamente en varios procesos de lucha de toma de tierras durante los años ’80 en la zona sur del conurbano bonaerense. También, fue parte de las Comunidades Eclesiales de Base, ideó y dirigió el periódico «Latinoamérica Guacha», publicación que fue un medio de expresión del reclamo y la necesidad de los pobladores/as del barrio. La pelea y el compromiso de Agustín y de sus compañeros era para mejorar las condiciones de vida de los vecinos y vecinas del barrio. Fue asesinado el 5 de junio de 1988 por la policía bonaerense, y su cuerpo fue encontrado en el asentamiento San Martín de San Francisco Solano. Los asesinos siguen en libertad. Sin embargo, su ejemplo de lucha sigue en pie.

(Información recibida de la Red Mundial de Comunidades Eclesiales de Base)

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