Sumergidos ya en el ambiente navideño constatamos una vez más que no es oro todo lo que reluce, ni es luz lo que pensamos que nos ilumina. Cada año pasa lo mismo, se va apagando la dimensión cristiana de le Navidad y va creciendo la dimensión de unas vacaciones de invierno.
No hay ninguna consigna, ni planificación perversa que intente ir camuflando la alegría que nos aportó Jesús. Pero sí se da una contradicción social: ¿cómo justificar el despilfarro que se nos ofrece como felicidad con la celebración de un nacimiento en pobreza, privación y marginación?··· Ver noticia ···