Llegamos a pensar que nos la habían robado entre celofán estampado de “Felices precios”, secuestrada a la carrera, en un carro de compra con destino a una triste noche de chistes de poco gusto, sobrecargada de champán; que la habían fulminado por anuncios de comprar y más comprar. Llegamos a pensar que nosotros mismos la habíamos asfixiado bajo la gabardina del “progre” que llevamos dentro, orgullo intelectual que va derribando lo entrañable que se cruza en su camino, credo que nos imponía sentar distancia de cuanto relucía desde el hogar.··· Ver noticia ···