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NAVIDAD DESDE EL DOLOR, ESPERANZAS, LUCHAS Y SUEÑOS DE GUATEMALA. Fernando Bermúdez, Coordinador del Departamento de Derechos Humanos

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Adital

Queridos amigos y amigas,
compañeros y compañeras de sueños, luchas y esperanzas:
La proximidad de las fiestas navideñas, tan entrañables para quienes recordamos escenas inolvidables de nuestra infancia al calor de la chimenea, de los villancicos y del amor familiar, nos motiva a compartir con vosotros algunos retazos de la realidad de nuestros pueblos.

Navidad es contemplación del misterio de Dios hecho niño que nos invita a la vida sencilla y compartida con los pobres de la tierra, a la austeridad y solidaridad, a la fraternidad y a la paz interior y entre los pueblos. Sin embargo, reconocemos que se ha prostituido la Navidad. La hemos neoliberalizado, comercializado, convirtiéndola en una fecha clave para la adoración del gran ídolo de nuestro tiempo: el mercado. Mientras unos consumen y derrochan hasta la locura, otros se hunden cada vez más en la miseria, el dolor y la muerte.

Guatemala, tierra de una belleza inimaginable, con sus grandes volcanes, lagos, ríos y selvas, está sumida en una profunda crisis social, política, ética y espiritual. Esta crisis se manifiesta en el empobrecimiento de una gran mayoría de la población cuya causa radica esencialmente en el modelo socioeconómico marcadamente neoliberal que privilegia los intereses de los grandes empresarios nacionales y de las compañías multinacionales. En San Marcos una compañía multinacional saquea los recursos naturales (oro y plata) violando el Convenio 169 de la OIT.

Hay un incremento de la violencia, con un promedio de 19 asesinatos diarios, con raíces en el crimen organizado (mafia del narcotráfico, del trasiego de armas y la trata de mujeres) y en las pandillas de jóvenes que, al verse sin oportunidad de estudio y de trabajo escogen el camino de la delincuencia. Hay más crímenes en este periodo de «paz» que durante el conflicto armado.

A esto se suma un sistema de justicia ineficaz y arbitrario, manipulado por los grupos de poder y por los poderes paralelos. Según datos oficiales, de cada cien homicidios, 93 quedan en la impunidad. Los asesinos y genocidas campean sin temor. Ante la impotencia para que se aplique la justicia, las organizaciones de derechos humanos acudieron a la Audiencia Nacional de España que tiene facultad de extraditar y juzgar a los genocidas, sanguinarios de la gente pobre. Pero el sistema de «justicia» y la derecha de Guatemala descaradamente se oponen a ello.

Guatemala vive una profunda crisis ética y moral, que abarca desde la familia hasta la política y la economía e incluso a la religión. Crecen los movimientos neopentecostalistas, de carácter fundamentalista, que sólo miran al cielo y permanecen impasibles ante la situación de injusticia, empobrecimiento y sufrimiento del pueblo, y que son utilizados por los grupos de poder y el imperio norteamericano como un arma ideológica para mantener dormida la conciencia de amplios sectores de la población. Todo gira en torno al lucro. Se ha impuesto el criterio de la competitividad económica. La justicia y la solidaridad quisieran desaparecerlas del vocabulario.

El 29 de diciembre se cumplirán diez años de la firma de la Paz que puso fin a 36 años de guerra. Han sido diez años de luces y sombras. Se ha logrado un clima de mayor libertad, se ha entrado en un proceso de desmilitarización de la sociedad y se han legislado leyes de desarrollo social. Sin embargo, persiste la impunidad que protege a los genocidas, no se han abordado las causas que dieron origen al conflicto armado, y sobre todo, persiste el sistema estructural injusto e inhumano que ha puesto a Guatemala en el segundo lugar del mundo con mayor diferencia social.

Las políticas económicas de corte neoliberal tienden a privatizar los servicios públicos, con lo cual los pobres quedan excluidos y sin oportunidad de acceder a la salud, a la educación y otros servicio que el Estado tiene obligación de garantizar.

Esta situación está generando que en toda América Latina el capitalismo neoliberal haya topado techo. El capitalismo en Iberoamérica ha fracaso rotundamente. ¿Qué mayor fracaso que el hambre, la creciente desnutrición y mortalidad infantil y el cada vez más numeroso sector de jóvenes que se ven privados de una vida digna y empujados a la delincuencia y a la violencia?

En el plano mundial, el gran imperio del Norte ha hecho de la guerra el sostén de su economía. Hace la guerra en clara oposición al derecho y al respeto sagrado que se merece la vida. Este imperio con su gran aliado Israel invade naciones, destruye pueblos y reprime inmisericordemente a los pueblos ocupados sin que exista autoridad alguna que se lo impida. Más aún, construyen muros, el primero para impedir el paso de los emigrantes hispanoamericanos, el segundo para dividir y aislar al pueblo palestino. Nos duele profundamente la situación de destrucción, dolor y muerte que el gobierno de Estados Unidos ha dejado en Irak.

En medio de esta oscura noche, en América Latina, los movimientos sociales, organizaciones campesinas, indígenas, sindicales, profesionales, religiosas, de estudiantes, de mujeres… proponen alternativas que apuntan hacia otra sociedad posible. Surgen cada vez con más fuerza corrientes alternativas, que responden a una nueva izquierda, humanista, incluyente, plural, en base a la ética social. A través del voto popular se van instaurando gobiernos que tratan ser expresión de esta corriente. Ahí tenemos Brasil. Chile, Uruguay, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, México (en donde la derecha, a través del más descarado fraude electoral, ha impuesto la dinerocracia sobre la democracia). En Guatemala también se está reorganizando una nueva corriente alternativa que ha dado origen a un Movimiento Amplio de Izquierda -MAIZ-, cuya consigna es «Hombres y mujeres de maíz construyendo un nuevo país».

El imperio tiene la fuerza de las armas, el dinero y el poder, pero le falta la verdad, la razón y el derecho. Su derrota está en el interior de sus propias entrañas. El cambio no se logrará por la fuerza de las armas sino mediante la transformación de la conciencia, la fuerza ética y espiritual, la organización y unidad de los pobres y de cuantos anhelan la globalización de la justicia, el derecho y la solidaridad. La globalización del capitalismo neoliberal nos reta a conformar y fortalecer una red mundial de solidaridad entre los pueblos del mundo.

No podemos dejar de pensar en el alarmante deterioro del medio ambiente. Crece la contaminación de ríos, mares y aire, la tala inmoderada de bosques y selvas, las explotaciones mineras a cielo abierto, los gases emanados de las armas de guerra en Afganistán e Irak que afectan a todo nuestro planeta. La capa de ozono se deteriora, el calentamiento global provoca serios cambios climáticos, amplias áreas del planeta se están desertizando. ¿Quién podrá detener este proceso de degradación?

¿Hacia donde va el mundo? Urge cambiar el rumbo de la historia. Urge soñar en un mundo nuevo. Nosotros creemos firmemente que el primer paso, necesario y urgente, es una revolución de la conciencia. Sólo con la fuerza ética y espiritual podremos aportar a la creación de mujeres y hombres nuevos capaces de ser agentes de cambio social, económico, político, ambiental y cultural en la sociedad.

Navidad nos habla de la utopía de «los cielos nuevos y de la tierra nueva», que es el sueño eterno de Dios para la humanidad. El nacimiento de Jesús disipa la desesperanza y levanta el sueño de que otro mundo es posible, pero también el compromiso por hacer real lo posible.

Es hora de romper fronteras, abrir puertas y ventanas a los pueblos del mundo, apostando por la vida de las personas y de la naturaleza, y por una Iglesia abierta al Espíritu, renovada y renovadora, libre y liberadora, profética, incluyente y fraterna, en permanente diálogo con todas las culturas y religiones, particularmente con el Islam.

Feliz Navidad y feliz año 2007 les deseamos de corazón.

Sus hermanos y amigos

* Maricarmen y Fernando Bermúdez
San Marcos, al pie del colosal volcán Tajumulco, diciembre de 2006.

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